19.

510 86 15
                                    

— ¿Quién es él?— dijo Lizzy, cuando vio a Connor entrar a la tienda conmigo.
— ¡Es Connor!— dije.
— ¿De verdad?— me dijo—, ¡Se ve diferente!— lo miró de cerca—, ¿Te cortaste el cabello?— le dijo.
— ¡Por fin alguien que lo nota!— dijo Connor.
— ¡Se ve bien!— dijo Lizzy.
— ¡Son las gafas!— dije—, ¡No trae gafas hoy!
— ¿Cuáles gafas?— dijo ella.

Decidí dejar de perder el tiempo. Lo importante era enamorar a Chad.

— ¿Y bien?— dije—, ¿Dónde está el tal Chad?
— Atrás— dijo Lizzy—, en la bodega. Ayuda a papá a acomodar unas cosas.
— Bien. Hay que proseguir. Sólo necesito hablar con él, amenazarlo de muerte y seguramente te amará— dije.
— No, seguramente saldrá mal si tú interfieres— dijo Connor—. Deja que yo me encargue.
— ¿Qué intentas decirme?— dije, molesto.
— Que eres muy difícil algunas veces— dijo, muy tranquilo.
— ¿Yo? ¡Pero soy un angelito!
— Tu madre me dijo que el otro día le lanzaste una zapato a tu vecino.
— ¡No tenía opción, le dije que le bajara a su música y no lo hizo!
— Eres impulsivo. Eso no está bien. Deja que ayude. De hecho, tengo un plan.
— ¿Tú tienes un plan?
— Uno bastante bueno.

Quería reprocharle pero no lo hice. Él quería encargarse y yo lo dejaría.

— De acuerdo. Dime tu plan— dije.
— Lizzy tiene que ir directamente y preguntarle si le gustaría hacer algo con ella después del trabajo.
— ¡Eso es todo! ¿Y dónde queda lo laborioso y extravagante? Además, cuando dices «hacer algo», ¿A qué te refieres?
— Me refiero a ir a algún lugar después. Y creo sinceramente que lo mejor es que ella sea directa. No necesitamos nada complicado porque podría salir mal.
— No, ser directa no va a funcionarle. Le irá mal.
— Irá mal si tú interfieres. Te sugiero que sólo observes.

¿Quién se creía?

— No lo sé— dijo ella—, él se ve tan perfecto que da miedo.
— Creo que deberíamos investigarlo primero— dije—. Así podremos encontrar su punto débil y amenazarlo con eso.
— ¿Por qué quieres hacer todo como si fueras un maleante?— dijo Connor.
— Porque esa es la manera más efectiva de hacer las cosas— respondí.
— Espero que no te vuelvas presidente nunca.

Yo estaba por reclamarle cuando el tal Chad apareció. Era alto, de complexión atlética y semblante serio. Apenas nos miró.

— Esta será una tarea difícil— dije.
— Tal vez deberíamos hacer que alguien más hable por ti— le dijo Connor a Lizzy—. Desde luego que Andrew no lo hará.
— ¿Por qué? ¡Yo podría convencerlo!— dije.
— Lo dudo— dijo Lizzy.

Me di por vencido.

— Además, no me gusta la idea de que alguien interfiera— dijo Lizzy—. Además, no sabría cómo hablarle luego de eso.
— Entonces deberías ser directa— dijo Connor—. Es lo mejor.
— ¿Qué debería decirle?— preguntó ella.
— Primero deberías saludarlo. Y charlar con él. Que parezca natural. Trata de que el tema se desvié a tu objetivo, así podrías proponerle salir sin que parezca que ese era tu propósito, además de que él no sentirá ninguna presión o sospechará de ti.
— Eso tiene sentido— dijo ella—, es mucho mejor que la idea de amenazar de Andrew.
— Sigo creyendo que usar la fuerza es lo mejor— dije.
— Bien— dijo Connor—, inténtalo. Nosotros te esperamos afuera.
— Y si no funciona— dije—, yo traigo el cloroformo.
— No vamos a secuestra a nadie— me dijo Connor—, ven, hay que salir.
— Pero...

No pude hacer nada. Yo quería ayudar pero al parecer el tal Chad era como una princesa y no iba a soportar un poco de brutalidad justificada.

— El día de hoy está lindo— dijo Connor.
— ¿En serio quieres hablar del clima?— respondí.
— No. Sólo quería cambiar de tema para que dejaras de lucir tan preocupado.
— ¡No puedo evitarlo!— dije, afligido—, ¿Y si él quiere aprovecharse de la situación y de ella? ¡Sólo míralo, parace el típico patán de las películas para adolescentes!
— Todo saldrá bien— dijo él.
— De acuerdo. Y si no, aún tenemos el cloroformo.
— Sí. Supongo que sí— me sonrió.

¿Siempre fue tan lindo? ¿Por qué últimamente parecía más perfecto? ¿Era eso o yo me estaba empezando a volver loco?

— ¿Te pasa algo?— me dijo, debió notar que lo veía como idiota.
— No, nada— mentí.
— ¿De verdad? Por que si pasa algo, tienes que decirme. Me sentiría mal si no confiaras en mí.
— Confío en ti. Pensé que lo sabías- dije.
— Entonces dime.
— No, es vergonzoso. Y raro. No quiero que pienses que soy raro.
— Ya pienso que eres raro— sonrió—, demasiado tarde.
— Yo quería parecer normal. Es una lástima.
— Lo normal es aburrido. Y tú no eres aburrido.

Lo observé atentamente. Me sentí repentinamente feliz. Últimamente me sentía así cuando estaba con él. Como si ya hubiera pasado por toda una vida y ya nada pudiera pasar. Como si de alguna forma todo fuera perfecto.

Nos pusimos a hablar de otras cosas. Él me comentaba sobre su escuela. En algún punto dejé de ponerle atención y me dediqué a observarlo. Descubrí que todo de él me gustaba. Desde su sonrisa, su cabello, la manera en que movía sus manos cuando hablaba, el color oscuro de sus ojos, el sonido de su voz...

— Mira, ahí viene Lizzy— me dijo, dejé de verlo y me giré. Ella parecía feliz.
— ¡Funcionó!— dijo ella—, ¡Él incluso fue el que me invitó! ¡Es grandioso!
— Dije que funcionaría— dijo Connor.
— ¡Gracias, gracias!— dijo ella y lo abrazó.

Fue como en cámara lenta. Ella se abalanzó sobre él y sus enormes senos se restregaron en el pecho de Connor. Yo sólo lo vi todo con la boca abierta. Entonces ella le dio un beso en la mejilla.

— ¡Oye, tranquila!— le dije—, ¡Controla tu felicidad!
— ¡No puedo evitarlo!— dijo ella, muy contenta, se alejó de él.
— Me alegra que todo haya salido bien— dijo Connor, sonriendo.

Desde luego que le alegra, con semejante agradecimiento cualquiera estaría contento.

— Aún no puedo creer que me hayan invitado a salir— dijo ella.
— Yo lo creo— dije—, cualquiera te amaría.
— Tú siempre dices eso— me dijo.
— Claro que sí. Tienes dos poderosas razones para rectificar mis palabras.
— ¿De verdad? ¿Cuáles?
— Que te diga Connor— dije—, él sabe de eso.

Luego, me retiré lentamente.

— Espera, Andrew— dijo Connor—, ¿Ya te vas?
—  Mi trabajo aquí está hecho— dije.
— Pero si no hiciste nada— dijo Lizzy.
— Por eso debo de irme. Así que si me disculpan, me voy.
— No puedes hacer eso, por si no lo recuerdas yo te traje aquí— dijo Connor, mientras me alcanzaba.
— Ya me voy— le dije a Lizzy.

Ella me observó extrañada. Connor se adelantó no sin antes despedirse de Lizzy. Me ayudó a subir. Una vez que estuve adentro, se quedó mirando mi cara.

— ¿Qué?— le dije—, ¿Tengo algo entre los dientes?
— Además de malas palabras, nada más— me dijo.
— ¿Entonces?
— ¿Te pasa algo? Porque puedo jurar que estás molesto.
— No estoy molesto.
— De acuerdo, ¿Qué te pasa? Porque te pasa algo.
— Claro que no.
— Vamos, dime.

Lo observé. ¿Qué fue eso? ¿Por qué sentí que quería matar a Lizzy por un momento? ¿Por qué me sentía así con respecto a todos los que estaban cerca de Connor?

Entonces, la verdad me cayó de golpe. Sabía lo que me estaba pasando. Yo, el increíble y maravilloso Andrew, estaba celoso.

Todo lo que séDonde viven las historias. Descúbrelo ahora