— Le dije que la única razón por la que empecé a hablar con ella era porque tú me lo pediste. Estaba molesto. Pensé que por su culpa tú te fuiste y no controlé mis emociones. También le dije que ella sería la última chica que me gustaría en el universo. Lo siento de verdad. Pero estaba muy confundido— dijo Connor, decepcionado de sí mismo.
— No es tu culpa— le dijo papá—, ella dijo cosas muy horribles. Hasta yo me sentí molesto.
— Ella no ha salido desde entonces— dijo mamá.Me quedé pensando. Todo se había salido de control. Pero yo quería arreglarlo. Debía.
Mamá me trajo a mí y a Connor una toalla. Me dijo que debería tomar un baño para no enfermarme pero no quise. Deseaba solucionar todo eso.
— Necesito decirles algo— dije.
Los tres se sentaron.
— Lamento haberme ido— dije—. No quería salir huyendo. Sólo quería alejarme para pensar. Olvidé mi teléfono y por eso no pude avisarles. Pero no quería que se preocuparan. Me sentía mal, pero no tanto como para hacer algo imprudente.
— Sólo como para nadar en un lago en medio de la nada por la noche— dijo papá, con una sonrisa.
— Eso no es tan imprudente— dije—. Bien pude irme del país o meterme en una secta.
— Andrew— dijo mamá—, no hagas eso. Es una órden. Decidí que voy a volverme más estricta. Pero recuerda que te sigo queriendo— me sonrió.
— Cariño— le dijo papá a ella—, no te queda ser estricta. Además, quien necesita que seas así es Victoria, no Andrew.
— De eso también quiero hablar— dije. Me miraron atentos todos—. Creo que no es culpa de Victoria. Ella sólo dijo lo que pensaba.
— Pero dijo cosas horribles— dijo mamá—, muy malas. Dijo que te odiaba.
— Yo sé lo que dijo, la escuché bien— admití—, pero no creo que haya querido hacerlo. Lo que pasó es que ella estaba perturbada por lo que descubrió además de suceptible y triste. Sólo dejó salir muchos años de amargura. Sólo dijo lo que en verdad pensaba.
— Pues no tenía pensamientos bonitos— dijo Connor.
— Porque hay muchas cosas que no entiende bien— dije—, pero creo que puedo explicarle.
— ¿Y si te dice más cosas?— dijo mamá, angustiada.
— No importa— dije con determinación—, sé que no es así. Sé que ustedes me aman. Por eso estoy aquí. Porque las cosas pueden ser crueles pero no por eso voy a dejarlas. Pase lo que pase, quiero hablar con Victoria.Me miraron.
— Entonces hazlo— dijo Connor—. Confío en que sabrás qué hacer.
— Te apoyamos— dijo papá—. Absolutamente en todo. Sea lo que sea que hagas que pienses que va a mejorar las cosas.
— Gracias— les dije—. En verdad, yo... un momento papá, ¿Sabes lo de Connor y yo?
— Terminé enterándome por Victoria— dijo él—. Me tomó por sorpresa. Casi me da un ataque.
— ¿Crees que está bien?— le pregunté—, ¿Tú estás de acuerdo?
— Acepto que me duele que ya no seas mi bebé— dijo—, pero al mismo tiempo me siento aliviado de que hayas conocido a alguien que pueda quedarse contigo despierto toda la noche en un hospital cuidándote y que pueda lanzarse a un lago a salvarte sin dudarlo— miró a Connor—, aunque quede todo mojado. No podría dejarte ir con nadie más.
— Gracias papá— dije.
— Le prometo que nunca dejaré que nada le pase a Andrew— le dijo Connor a mi papá.
— Sé que estarán bien— dijo papá—, sólo no lo lleves a nadar tan seguido.
— Trataré de hacer eso— dijo Connor.Miré mi alrededor. Las cosas salían bien. Jace tenía razón. La tristeza siempre trae consigo felicidad.
— Iré a hablar con Victoria— les dije—. ¿Podrían quedarse aquí, pase lo que pase?
— ¿No quieres que te acompañemos?— dijo mamá.
— Creo que es mejor que yo hable con ella solo.
— De acuerdo— dijo papá—. Pero estaremos aquí para cualquier cosa.Me dirigí al pasillo. Me detuve en la puerta de su habitación.
La golpeé un par de veces. Sentí miedo. Porque eso era lo que había hecho antes de que me dijera todo aquello. Pero debía ser valiente.— ¡Váyanse de aquí!— gritó ella.
— Victoria— dije—. Soy yo, Andrew. Quiero hablar contigo.Se escuchó un ruido adentro. La puerta se abrió de golpe. Ella estaba ahí, mirándome, se veía que había llorado mucho y que tenía el maquillaje hecho un desastre.
— ¿Regresaste?— dijo—, ¿En dónde estabas?
— Eso no importa— dije—. Tenemos que hablar. Yo tengo algo que decir.
— ¿Vas a gritarme?— dijo.
— No— dije—. Sólo quiero decirte que estás equivocada.
— ¿Equivocada? ¿En qué?
— En todo— dije, intenté organizar mis pensamientos—. Siempre lo has estado. Pero no es tu culpa. Nadie te dijo cómo debían ser las cosas. Nadie te dijo que la vida era diferente cuando tenías un hermano como yo. Lamento que pasaras muchos momentos sola. Lamento los eventos en los que mis padres no estuvieron ahí. Y las graduaciones. Todos esos acontecimientos importantes. Sí, ellos estaban conmigo, pero te juro que si hubiera dependido de ellos, habrían preferido mil veces estar contigo que conmigo. A mí también me hubiera gustado estar ahí. Porque tú eres una alumna modelo. Y siempre me sentí orgulloso de eso.
Lamentablemente nací así, como me ves ahora. Me gustaría ser normal pero no puedo. No fue mi decisión ser así.
— Yo sé eso— dijo ella mientras le bajaban unas lágrimas—, lo sé pero...
— Escucha— le dije—. Aún tengo mucho por decir. Si me odias por eso, hazlo. No me importa. Porque mis padres me aman. Ellos no se arrepienten de tenerme como hijo. Lamento que tú no puedas ver lo genial que es sentir amor a sentir odio. Sí, tal vez todo sería mejor si yo hubiera muerto. Pero no lo hice. Estoy aquí. Estoy vivo. Ese era mi destino. Mis padres me aceptaron. Y no voy a irme nunca porque soy muy feliz y ellos también.
— No quería decirte que debías morir, es sólo que...— ella parecía avergonzada.
— Guardabas mucho rencor— dije—. Y estabas herida. Entiendo eso. Querías lastimarme. Pero no funcionó. Porque estás equivocada. Tal vez yo le de lástima a muchas personas, incluso a ti. Tal vez no soy un alumno ejemplar, ni soy un angelito, tal vez nunca deje esta silla. Pero hay una persona a la que nunca le he causado lástima además de mis padres. Ese es Connor. Él no es como otras personas. Seguramente te diste cuenta. Me enamoré de él y sé que también me ama. El destino nos llevó a estar juntos. Te equivocas si pensabas que si yo no hubiera estado él te amaría. Si algo he aprendido últimamente es que a las personas hay que ganarlas. Hay que merecer su amor. Tal vez el destino nos pone a la persona perfecta en el camino, pero si no hacemos nada para que nos ame, no pasará.
Así es la vida. Te equivocas si piensas que yo soy la causa de tu infelicidad. Lo eres tú misma. Te condenaste a ser infeliz en el momento en el que me volviste el objeto de tu odio. Pero yo no te odio. Eres mi hermana. Mi familia. Quizá causé muchas cosas malas, pero no es mi culpa. Ni de nadie. Nos pasan muchas situaciones en la vida y nosotros somos los que elegimos volverlas buenas o malas. Hasta una situación triste puede volverse buena. Así que deseo que ojalá un día tú puedas volver las situaciones felices. Y que seas feliz. Es lo mejor que puedo desearte.
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Todo lo que sé
NouvellesUn chico muy inteligente. Un chico en silla de ruedas. Una cafetería. Una mesa. Una conversación. Una conexión especial. Todo lo que sé es que no sé por qué no imaginé que todas esas cosas juntas no eran sólo una simple coincidencia.