17 Mentir

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Trish.

Déjenme decirles algo, en la ciudad las computadoras son un bien muy preciado, no porque sea difícil hacerlas, aquí los circuitos súper lumínicos sobran, pero la información es poder, tener una computadora implicaba tener acceso a la red invisible de información que corre por la ciudad, información que está muy regulada, tanto que incluso los miembros de más alto rango político tienen dificultades al conseguir una, ese por suerte no es mi caso, como siempre me tienen muy consentida una computadora no era nada comparada con mis otros caprichos, como el pedir que se soltase polvo de diamante por toda la ciudad en mi cumpleaños, gracias a eso no fue sospechoso el que me diesen una computadora, todos lo veían como un simple capricho, sim embargo, esta vez no era un simple gusto que quería. En mi vida solamente he pedido dos piezas de tecnología de punta, una era la tableta holográfica que Mérida utilizaba para coordinarse con las autoridades y evitar que el pueblo me arrancase cada pluma y pelo del cuerpo y la última era la laptop que ordené traer para ver las cintas de video de las cámaras de seguridad.

Mérida y yo estábamos sentadas en la cama con la computadora en mis piernas, era sencilla, solamente era un cilindro plateado del que salían una pantalla y un teclado holográficos. En Alfa la información se guarda en cristales, estos cristales contienen pequeños microfilamentos que conducen la información a una velocidad casi superior a la de la luz, aparte son capaces de guardar miles de terabytes en un cristal de un centímetro cúbico, por lo que los cristales que contenían las grabaciones eran poco más grandes que la uña de mi pulgar, los puse sobre la computadora y esta inmediatamente me mostró una carpeta con archivos que databan desde mis cinco años, abrí el archivo de video más reciente, todo era normal, mostraba un video mío durmiendo con Mérida, avancé el video un poco y las cosas raras sucedieron, las puertas del ascensor se abrieron y entraron tres hombres vestidos de blanco, sus gabardinas blancas tenía una cruz dorada bordada en la espalda, uno de ellos tenía un maletín, los dos que no tenían nada visible se pusieron cada uno al lado de nuestras yo del pasado y sacaron un par de jeringuillas, nos inyectaron a ambas el líquido en los antebrazos y el de en medio se aproximó a mi yo dormida, abrió el maletín y sacó una jeringa junto con un bote de cristal y una banda, me puso la banda en el brazo, la apretó y puso la jeringuilla en mi vena, la jeringuilla se quedó ahí hasta que el bote de cristal estuvo lleno de mi sangre, removió todo, me puso un líquido en la herida y se fueron, no sin antes cortarme un par de mechones de pelo y recoger mis plumas, sucedía lo mismo todas las noches, miramos el resto de las grabaciones, había cámaras por doquier, incluso en el baño (eso debía valer mucho en el mercado negro).

-Mérida, ¿Sabes lo que significa esto? -la miré, ella tenía una cara de repulsión que lo decía todo.

-Que han estado utilizando tu cuerpo para dios sabe qué cosas -contestó, no parecía muy afectada, después de todo a ella no le habían hecho nada, yo, en cambio me sentía sucia.

-No pareces muy afectada -ella se encogió de hombros.

-Solamente te han estado sacando sangre y grabándote mientras te duchas, no han pasado de ahí, tal vez lo de la sangre lo hacen con fines médicos -explicó- lo de ti duchándote, ambas sabemos que en algún momento sucedería, después de todo tus plumas valen un millón de monedas de oro.

-No puedo creer que te resignes tan fácil -me sentía herida, era mi hermana.

-Trish, toda mi vida me he tenido que resignar, soy un clon, el clon de un ángel, ambas sabemos lo que se piensa de mí y lo que me harían si no estuvieses -se levantó y miró por la ventana- para mí lo ideal sería morir antes que tú, porque cuando lo hagas no va a haber nada que evite que me echen a la calle como un trozo de basura, ya viste como se pusieron en año nuevo por el hecho de que íbamos vestidas igual.

-Yo... -no tenía palabras, tenía razón, después de que pasara el estupor por Carter los medio empezaron a atacar a Mérida sin descanso, creían que solamente por ser "anti-natural" no tenía derecho a ser tratada como yo, como una persona de la realeza.

-Una vez salí si ti del palacio, las personas al reconocerme me empezaron a lanzar basura y a gritarme insultos, ni siquiera los guardias que estaban ahí intentaron socorrerme -continuó- tú eres venerada como una deidad, todos se inclinan a tu paso, estás comprometida con uno de los chicos más cotizados del continente, yo, yo soy considerada desechable, algún día van a venir los guardias a sacarme a patadas del palacio.

-Eso no es cierto, tendrán que pasar sobre de mí para lograrlo -le prometí.

- ¿Y cuándo ya no estés aquí? -sonaba desesperada.

-Mira, ya no pienses en eso, a ambas nos queda mucho por delante, ahora vamos a solucionar lo de estos tipos que creen poder llegar y quitarme las cosas -puse mi mano sobre su hombro para clamarla, en el fondo sabía que ella tenía la razón, yo era lo único que la protegía, pero cómo iba a protegerla si ni siquiera podía protegerme a mí misma- tengo un plan.

Llegó la noche, Mérida y yo habíamos continuado con nuestra rutina habitual sin levantar sospechas, el plan era simple, tan simple que daba risa.

-Que descanses, Meri -le dije a la chica, nos metimos en la cama y cerré los ojos, ignorando el sueño.

Pasaron las horas, yo seguía fingiendo que dormía, hasta que escuché el ascensor, me quedé quieta, respirando de forma regular, escuché como se acercaban lentamente los pasos hasta que sentí una presencia a mi lado, abrí los ojos y miré fijamente al hombre que estaba a mi lado, era pálido, de cabello negro y ojos cafés, una mueca de susto apareció en su boca, sonreí y grité aquello que llevaba todo el día queriendo gritar.

- ¡GUARDIAS! -el efecto fue inmediato, los hombres salieron en tromba hacia el ascensor, pero este estaba bloqueado. Un par de hombres vestidos de negro aparecieron en el balcón y le apuntaron con sus armas a los tres tipos, me acerqué al que me iba a inyectar y le lancé la cámara a los pies- antes de que te lleven a la cárcel y te juzguen por hereje te ordeno que me digas la razón de profanar mis aposentos y tocarme con tus pecadoras manos. ¿Querías dinero? ¿Querías que tus hijos se pareciesen a mí? ¿O sólo eres otro de los degenerados que roban mis plumas para excitarse con ellas?

-No, se equivoca, quería obtener la verdad -respondió mirándome a los ojos- quería saber si en verdad era un ángel, quería estar cien por ciento seguro de que los rumores eran falsos.

- ¿Cuáles rumores? -eso había golpeado mi curiosidad.

-Los que dicen que usted es solo un humano con alas -se acercó a uno de los guardias y lo golpeó, éste le devolvió el favor dejándolo inconsciente.

Se llevaron a los intrusos, limpiaron la habitación y cuando Mérida y yo nos íbamos a dormir encontré un cristal informático en el suelo debajo de mi cama, tenía una nota:

"Mentir sobre tu naturaleza es pecado".

Diario de un superviviente.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora