6 Me aterraste

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Carter.

Me encontraba flotando en la inmensidad del espacio, mi cuerpo flotaba inerte en aquel vasto mar de desesperanza de repente sentí que algo tiraba de mí y todo se volvió negro.

Me desperté con la respiración agitada y el corazón a mil por hora, miré a mi alrededor y recordé dónde estaba. Al parecer el viaje al bunker abandonado había tardado más de los que esperábamos, por lo que Cat y yo decidimos acampar al lado de un lago en la zona rural del círculo interior de la Atlántida, los restos de muestra pequeña hoguera descansaban a nuestro lado dándonos una leve iluminación con los restos de sus ascuas, miré a mi derecha y contemplé el rostro de Cat, su cabello era un alboroto total, tenía la boca semi-abierta, por lo que podía ver el leve destello blanco de sus dientes, los parpados se movían muy rápido, probablemente estaba teniendo un sueño muy agitado, me incorporé y le agité levemente el hombro.

-Cat, despierta –le dije suavemente, ella abrió los ojos y se levantó con una daga en la mano y la mirada asustada- tranquila, parecía que tenías una pesadilla.

-Oh, yo... gracias –murmuró guardando apenada el arma- no era una pesadilla, estaba recordando... ese día.

-Sí, yo tampoco me lo quito de la mente –respondí, mirando el cielo, luego miré a mi compañera y le dediqué una sonrisa, saqué de mi bolsillo un pequeño pañuelo negro y se lo di- límpiate esas lágrimas, sabes que odio verte llorar.

-Gracias –tomo el pañuelo y empezó a quitarse las lágrimas- ¿Sabes? Sigo sin entender como lo lograste.

- ¿El qué? –miré de nuevo al cielo intentando esquivar la mirada de la chica, suspiré- yo tampoco lo sé, simplemente pasó, pero desearía que no volviese a suceder.

-Y ¿Crees que lo del búnker ese sea cierto? –se acercó a mi mochila y sacó el mapa- unas instalaciones subterráneas de una hectárea cuadrada de envergadura, impulsadas por energía termo-eléctrica capaces de funcionar autónomamente por más de cincuenta años en caso de una catástrofe global, suena demasiado bueno para ser verdad, aunque qué vamos a hacer tu y yo con tantas cosas –leyó las especificaciones del plano en voz alta- con todo esto sería más que suficiente para vivir como de la realeza hasta que tengamos bisnietos –me miró fijamente- ¿Merece la pena arriesgar esto por tus planes?

-Ya viste lo que sucedió ese día, lo que van a hacer, lo que nos hicieron –tomé los planos- yo creo que vale la pena, si tú quieres sentarte ahí y dejar que yo marche solo lo entenderé.

-Siempre has sabido cómo convencer a una chica –me dio un pequeño puñetazo en el hombro. Pero en ese momento mi mente estaba otra vez en lo más profundo de mis recuerdos, en ese día.

Había pasado medio año desde que me había encontrado a Cat, habíamos estado viviendo del bosque y robando en las fincas cercanas, resulta que Cat era la sirvienta del hijo de un importante empresario de la ciudad que estaba de visita en una de las fincas familiares, Cat, al ver la oportunidad, se había escapado y por eso estaba siendo perseguida por todas las tierras baldías por los matones del chico. Al parecer le había agarrado cariño.

Nos encontrábamos en la parte externa del muro de una de las enormes fincas que había por la zona, habíamos vigilado el sitio durante un par de días y descubrimos que tenían un silo lleno de comida y oro, una presa fácil con grandes beneficios.

- ¿A quién habías dicho que le pertenecía esta finca? –le pregunté a Cat mientras le ayudaba a escalar el muro que delimitaba la propiedad.

-A mí antiguo jefe (la palabra amo le causaba nauseas), es hijo del padrino de bodas del rey, su mejor amigo –explicó mientras nos ocultábamos en unos setos que estaban en el interior del muro- estamos en Julio, debería estar en Alfa en uno de esos colegios de chicos ricos que hay por toda la ciudad –dirigió una rápida mirada al sur, donde se podía intuir La Muralla del Profeta- recuerdo que una vez tuve que acompañarlo a su escuela... -sacudió la cabeza y volvió a mirar enfrente- conozco a una de las sirvientas que hay aquí, hablé con ella hace dos noches, me prometió que intentaría poner bayas somníferas en sus cervezas, pero que no promete nada.

-Quién lo diría, no soy tu único amigo, ¿Debería estar celoso? –tomé un pequeño guijarro del suelo y lo lancé al impecable y pulcro césped que estaba más allá de nuestro escondite, hubo un destello rojo y desapareció el guijarro- ¿Trampas láser? Cat, porque no me dijiste que el sitió tenía estas cosas, todavía no me recupero de la última vez y tú quieres que vuelva a tener que buscar mi pie, estas de broma –las trampa láser eran lo último en tecnología de seguridad, una capa invisible de rayos detectores de movimiento estaba puesta a un metro del suelo, cuando detectaban un movimiento que no fuese el de un bicho activaban una red de rayos láser que inmovilizaba/mutilaba al intruso hasta que alguien escuchase los gemidos de dolor o el olor a carne pútrida y quemada, lo que sucediese primero.

-Fue un accidente –se disculpó sin disimular una sonrisa en su rostro.

-Perdí mis pies... dos veces –le reproché, hacia cosa de un mes estábamos robando un almacén con el mismo sistema de seguridad, Cat lo activó por error y me cortaron los pies, por suerte fui lo bastante afortunado de ser delgado y cuando me desmayé por el dolor mi cuerpo quedó en el metro del suelo que no está protegido, aunque creo que perdí un par de milímetros de nariz, pero lo bueno es que me sobra- pero dejando de lado los muchos traumas que me has causado ¿Por qué un lugar como este tiene tanta seguridad?

-Creo que lo que no quieren es que las personas salgan, al menos no como yo lo hice –murmuró.

- ¿Este es tu antiguo hogar? –la miré fijamente, ella nunca me ha hablado de su vida de esclava, siempre fue un tema tabú.

-Prisión –me corrigió- solo encontremos el modo de entrar, por favor.

-Las cosas que me fuerzas a hacer –suspiré y saqué un par de espejos de mi mochila, me los até a las piernas a la altura de los láseres y corrí hacia la red, al inicio todo salió bien y logré reflejar los láseres, pero el plan se fue al escusado cuando escuché el ruido del espejo al romperse, al parecer uno de los láseres había cortado una de las cuerdas que lo mantenían sujetos a mí y el espejo había salido despedido mientras corría, olí el hedor de la carne quemada y bajé la vista para ver que tenía un pequeño corte en la pierna, por suerte ya había logrado pasar las defensas láser y me permití el tirarme sobre el pulcro césped y esperar a que sanara- ¡Estoy bien!- le informé a Cat mientras me levantaba, caminé un poco hasta que vi una pequeña caseta de ladrillos rojos, abrí la puerta y encontré un pequeño puesto de vigilancia, las paredes estaban cubiertas por pantallas de diversos tamaños y un guardia de seguridad estaba sentado frente a la consola de mando con una botella de whisky en la mano, me acerqué lentamente y me percaté de que estaba dormido, al parecer la amiga de Cat había cumplido, me acerqué a la consola y desactivé los sistemas de seguridad de todo el lugar, salí de la caseta y volví al muro, me paré en medio de la red laser y no sucedió nada- es seguro salir –le informé a mi amiga, salió de su escondite con una sonrisa en el rostro- vamos, tomemos lo que queremos y liberemos a los que podamos.

- ¿Lo sabías? –me preguntó sorprendida.

- ¿Por qué otra cosa habrías vuelto al sitio que más odias si no es para liberar a unos cuantos esclavos? –le respondí con una sonrisa- yo voy por el oro y las provisiones, tu ve e informales que son hombres libres.

Tomé su mochila y saqué de mi bolsillo el mapa de la finca, ya estaba dispuesto a marcharme cuando ella me abrazó, le devolví el gesto y tome camino... no recuerdo mucho más de lo que sucedió después... salvo.

Estaba de pie, en mis manos estaban un par de espadas extrañas que no pude reconocer, su hoja plateada estaba manchada de sangre fresca que brillaba con las llamas de la finca que se alzaba frente a mí, el olor a carne quemada, sangre y ozono flotaba en el aire, los ojos me escocían y estaba cubierto de pies a cabeza con sangre, detrás de mí había varios cuerpos mutilados, manos, cabezas, vísceras y demás miembros conformaban el grotesco escenario de la masacre, los oídos me pitaban y la piel me quemaba, miré hacia abajo, ahí estaba Cat, temblorosa, cubierta de sangre y con una mirada aterrada en el rostro, caí de rodillas y perdí el conocimiento.

Me desperté y era de noche, estaba recostado en el frio pasto del bosque, a mi lado había una hoguera crepitante a causa del fuego, Cat estaba atizando las llamas con un palo y tenía una manta sobre ella, se había limpiado la sangre, pero seguía temblorosa.

-Cat –intenté decir con voz débil, pero me dolía la garganta de una forma atroz, ella me miró y la sombra del miedo apareció en sus ojos.

- ¿Carter? –dijo con voz temblorosa, como si me viera por primera vez en siglos- ¿eres tú? - no pude hacer otra cosa más que asentir, debió percatarse de mi confusión ante su reacción porque dijo- ¿No recuerdas lo que sucedió ahí dentro? –volví a negar y le pregunté con la mirada- me aterraste.

Diario de un superviviente.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora