Trish.
Había pasado una semana desde mi llegada a la ciudad y ya iba a la escuela, me habían metido en El Instituto de Nuestro Señor de la Misericordia, a las afueras de la ciudad, había tenido una acogida muy cálida en el grupo D de tercer grado, por lo que me llevaba bien con todos y ya hasta había recibido insinuaciones de tres chicos, pero por desgracia para ellos soy una rompe corazones.
Era una cálida mañana de agosto, estaba entrando a mi salón en el último piso del edificio de Secundaria cuando a mi lado me percaté de una presencia, era un chico, uno que no había visto jamás, pasó a mi lado sin decir nada y se dirigió a su butaca, butaca que estaba justo detrás de la mía, me dirigí a mi sitio y dejé mis cosas, hablé con la chica que estaba frente a mí, su nombre era Elizabeth, tenía la misma edad que yo, era alta, cabello castaño claro, ojos color almendra y tez blanca.
-Eli, ¿Quién es el nuevo? –le susurré señalando al chico.
- ¿Nuevo? ¿Él? –dijo con una carcajada- veo que apenas lo vas viendo, no te preocupes, el año pasado hubo un par que no se percataron de su presencia hasta septiembre. Se llama Carter, lleva aquí desde primer grado, que no te engañe su actitud, el chico fue novio de Bet –señaló con la barbilla a una chica rubia muy atractiva.
- ¿Ellos dos? –le di un breve vistazo al chico, estaba leyendo un libro, parecía el típico chico que uno podía encontrar en la calle un día cualquiera, luego me vino a la mente algo que me dijo mi abuela hacia unos días –creo que es mi vecino.
-Bueno, lo anotaré en la lista de cosas que sabemos de él –se levantó y se dirigió al pizarrón, sacó una hoja de papel y se la llevó a su lugar, el título decía: "Cosas que sabemos del espectro".
- ¿Espectro? –leí, luego miré el contenido de la hoja:
· Le gustan los libros.
· Se llama Carter.
· Es vecino de Trish.
-Es todo lo que sabemos de él –mencionó después de devolver la hoja a su lugar, la miré incrédula y simplemente se encogió de hombros –el chico es un misterio, viene, toma las clases y desaparece en el recreo, vuelve, toma las clases y se va a casa, no le hemos visto comer fuera de los convivios del salón, no sabemos a dónde va durante los recesos, tampoco sabemos de su vida fuera de la escuela, la única persona que le ha visto hacer cosas de ser humano es Bet, ella es la que sabe más de él, pero es muy territorial, por lo que no dice nada de él que ya sepamos, tampoco sabemos mucho del año que estuvieron de novios, salvo que algo sucedió que hace que él y ella no hablan mucho el uno con el otro y cuando lo hacen él es como el hielo.
-Vaya personaje –murmuré.
-Pero como se te ocurra acercártele te mato –dijo una voz, era la rubia, Bet- ¿Verdad, cariño?
Pero Carter ya había desaparecido.
-Un espectro –confirmó Elizabeth.
Los días pasaron y no vi a Carter por ningún lado, no aparecía (o se dejaba ver) en clase, aunque revisando bien la lista de asistencia el chico nunca había faltado a ninguna clase, lo vi un par de veces por los pasillos del colegio, pero parecía desmaterializarse en el aire al dar la vuelta a una esquina o se perdía entre la multitud de alumnos que siempre corren apurados por los pasillos rumbo a la cafetería, era estresante y cuando le intentaba hablar por la ventana él no contestaba.
-No lo vas a encontrar a menos que él quiera –dijo Bet cuando se percató de mis intentos de contactar con él- a mí me costó cerca de un mes descubrir que almorzaba.
-Pero quiero entender por qué siempre está solo –le expliqué.
-Una vez me dijo que las personas quieren aquello que no pueden obtener –mencionó pensativa- pero es mentira, yo siempre obtengo lo que quiero, de todos modos, dudo que lo logres, todos aquí llevamos intentando descubrir algo de Carter por más de un año.
-Pues yo lo descubriré –le aseguré.
-Sigue soñando –dijo la voz de alguien, miré a la puerta y pude observar como la punta de la mochila del chico desaparecía, salí en su persecución, pero el pasillo estaba desierto- hoy me encuentro de buen humor, así que te daré un consejo: deja de hacer ruido al caminar, suenas como un destacamento del ejército –di una vuelta de ciento ochenta grados y ahí estaba, justo en mi espalda, al lado contrario del que había salido.
- ¿Cómo lo haces? –pregunté ligeramente intimidada.
-Con práctica –contestó, pero ya había desaparecido... otra vez.
-Con que está de buen humor –murmuró Bet- tuviste suerte, esto sucede muy de vez en cuando, tal vez pueda abordarlo –se iba marchando, pero se detuvo en seco y me miró- por cierto, creo que te dejó una nota en la mochila.
Me dirigí a mi mochila y me percaté de que el chico estaba cómodamente leyendo un libro en su butaca.
-Ya se fue ¿Verdad? –me preguntó sin quitar la mirada de su libro, asentí –bueno, debo retirarme.
Se levantó y se marchó sin hacer ni el más mínimo ruido, como un espectro, miré mi mochila y en efecto, ahí había una nota, decía: "Deja de seguirme".
Los días siguieron y siguieron, hasta que un día mientras vagaba por el campus me encontré a Carter, estaba sentado a la sombra de un manzano, el árbol era delgado, pero lo suficiente como para ocultar todo su cuerpo, miré el edificio de secundaria y me percaté que el manzano era completamente visible desde ahí, pero el sitio en el que estaba Carter estaba oculto por el follaje y el tronco, era un punto ciego.
-Escondido a plena vista –murmuré poniéndome frente a él- Conque aquí te escondes.
-Solo en verano, ni en el infierno se están asando tanto como aquí –se quejó- felicidades.
-Gracias, ¿Ahora qué vas a hacer? –me senté frente a él.
-Esperar a que suene la campana y volver a desaparecer –se levantó, arrancó dos manzanas del árbol y me ofreció una, yo la tomé y nuestros dedos tuvieron un ligero roce, una especie de chispazo eléctrico recorrió mi cuerpo. La campana sonó- creo que no podrás disfrutar mucho de tu triunfo –se mofó mientras volvía al edificio.
No se dejó ver el resto del día. Cuando me iba encontré un papel en mi mochila, era una nota que había deslizado en su bolsillo cuando él se había levantado a cortar la manzana, en ella estaba mi número de teléfono, partí la nota y la tiré a la basura.
Imaginen mi sorpresa cuando dos noches después recibí un mensaje, unas simples palabras bastaron para hacerme sonreír: "¿Quieres otra manzana?".
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Diario de un superviviente.
Novela JuvenilÉl es un chico solitario y misterioso con tendencias a desaparecer en un parpadeo que guarda un secreto de importancia global, ella es una vivaz chica que busca arreglar el extraño corazón de él. Por otro lado tenemos a un chico sin pasado e inmorta...