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Carter.

Era la noche del día en que Elizabeth me había dado el libro, estaba en mi cama intentando descifrar lo que decía, mis básicos conocimientos me decían que era latín, sin embargo, hasta ahí llegaban, podía descifrar por lógica algunas palabras, pero todo era un misterio, pasé las hojas hasta que se cayó una pequeña página escrita en español con una muy estilizada y pulcra caligrafía, era una nota que decía que el libro estaba sobre escrito con tinta invisible, estaba firmada a nombre de L. fui a mi escritorio y saqué una pequeña lámpara de luz ultravioleta, apagué las luces y empecé a leer, el libro estaba escrito con la misma letra que la nota, fuese quien fuese L, tenía muy buena idea de lo que hacía. Empecé a leer las primeras páginas.

"Este libro está hecho para uso exclusivo de La Sociedad de Las Sombras. El contenido de este libro está prohibido bajo pena de muerte por la Santa Inquisición de Inglaterra, léalo bajo su propio riesgo. El contenido de este libro está hecho para la protección del prójimo, el uso indebido de estos conocimientos será castigado severamente. Si empieza a leer su mundo dejará de ser el mismo, usted está advertido, Dimitte oculis vestris".

Un escalofrió recorrió mi cuerpo, me sentí mareado, por lo que me senté en mi cama, mis ojos me dolían, como si intentase ver directamente al sol, volví a mirar e libro y noté que lo entendía a la perfección, las palabras en latín se convirtieron en otro idioma que sabía que podía entender pero no sabía cuál era, algunos garabatos que estaban dibujados se convirtieron en dibujos de lo más estilizados, cada una de las palabras tenía un significado profundo, cuando las murmuraba sentía como una corriente eléctrica recorría mi cuerpo y me hacía cosquillas.

- ¿Qué es esto? -murmuré impresionado ante la sensación de poder que me recorría.

-Maná, la energía del mundo, has removido el candado que la mantenía contenida, ahora puedes controlar tu energía vital y transformarla en lo que quieras -dijo una voz a mis espaldas, era Elizabeth, me giré y la encontré mirando con tristeza el libro- ten cuidado con lo que haces, el maná es una fuente de energía infinita, pero tiene que regenerarse, si utilizas de más, te consumirás.

- ¿Por qué me das esto? -le pregunté extasiado por las mil y una probabilidades que se me pasaban por la cabeza.

-Como dije, perdí una apuesta -respondió, sacó de la nada una túnica negra y cuando se la puso desapareció en las sombras. Sin tan siquiera decirme cómo entró en mi habitación.

Me tiré en mi cama y empecé a leer, absorbiendo el conocimiento que este me daba, memorizando cada detalle durante horas.

Ya era de día cuando sentí el cansancio, me levanté y apunté con la palma abierta a mi puerta, murmuré uno de los encantamientos y una pequeña llama blanca brotó de mi mano, pero inmediatamente se consumió, sentí mi cuerpo pesado, como si hubiese corrido por horas, me senté en la cama y suspiré.

-Creo que sí es todo lo que puedo dar de mí soy un fracaso -me recosté y dormí durante varias horas hasta que me levanté por la tarde, por suerte era sábado.

-No eres un fracaso, cuando yo inicié no podía ni crear una chispa -dijo una voz a mi lado, no era la de Elizabeth, era diferente, miré a mi alrededor, pero no había nadie.

- ¿Quién eres? -tomé un bolígrafo de mi escritorio, dispuesto a apuñalar a alguien con él.

-Un bolígrafo, ¿De verdad? -se escuchó una leve risa- al menos intentas protegerte, está será la única vez que me sabrás de mí, soy la que ganó la apuesta -algo me rozó el hombro y clavé el bolígrafo en eso, pero no le di a nada- inténtalo otra vez y te convertiré en calabaza, vine a darte un consejo...

- ¿Acaso hoy es el día de "Vengo a irrumpir en tu casa para darte un consejo"? -era exagerado.

-Si quieres verlo así no hay problema -mi cama se abultó, algo se había sentado en ella, le lancé el bolígrafo, se detuvo en el aire, como si una fuerza invisible le hubiese atrapado, o una mano- buena, puntería, en fin, solamente quería decirte que revisaras la página veintisiete, que te diviertas.

Se escuchó un ¡puf! y el bolígrafo cayó al suelo, me acerqué a mi cama y encontré un fino y largo cabello, lo raro era que estaba tintado de color azul eléctrico.

Me acerqué al libro y busqué la página veintiuno, decía:

"Como hacerse invisible. Por Lucía".

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Diario de un superviviente.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora