44 . El rescate.

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Carter.

Ya no sabía cuánto tiempo llevaba en Suma Caridad, ese día/noche me encontraba jugando con un papel en mi celda, el día anterior Elizabeth me había dicho que tenía que hacer unas cosas en otro lado por lo que no me podría hacer compañía y me aburría mucho, el papel era una nota decía: "Soy el padre de Luna, ellas vienen", imaginen mi sorpresa cuando el hombre que me había escoltado a Suma Caridad abrió la puerta de mi celda, vestía sus mejores galas y sudaba a mares, me indicó que me levantara y lo siguiera, caminamos por los pasillos hasta llegar a la puerta negra de la sala de "interrogatorios" que era donde me torturaban.

-Pensé que ya habíamos terminado por hoy, ¿Abraham tiene insomnio? -había veces en las que el chico no podía dormir y me mandaba ahí para platicar conmigo mientras me metían petróleo en las venas.

-No, Lord Abraham no está en Suma Caridad, tienes una visita -explicó mientras abría la puerta.

-Hola, Carter -dijo Trish cuando entré en la habitación, la habían limpiado y la silla de operaciones se había remplazado por una sencilla mesa de acero con dos sillas, en una estaba sentada Trish con sus ricos ropajes y la otra estaba vacía, ella me indicó que me sentara, cuando lo hice sentí un leve pulso, el aire adquirió un olor a circuito quemado- bueno, esta cabina está insonorizada ahora, puedes hablar con libertad -dijo ella mientras ponía sobre la mesa una esfera plateada, el generador PEM que le había regalado- tus juguetes son muy útiles para Cat y para mí.

- ¿Cat? -dije extrañado, no es que la hubiese olvidado, solo que no esperaba que Trish la mencionase como compañera- ¿Está ella aquí?

-Está en la superficie junto con Lucía, yo vine con Ana -dejó caer en el suelo un pequeño romboide tridimensional que se quedó flotando en el aire, el aire se movió sobre de él y Ana apareció, lucía igual que siempre, solo que más sólida- lamento que tardáramos tanto en llegar por ti, espero que no te veas en un espejo, luces del asco.

-Llevo aquí mucho tiempo, querida.

-Llevas un mes y tres días -informó Ana mientras recorría toda la habitación con las manos, y luego se las miraba- tocar es muy interesante, ¿Cómo es que ustedes no tocan todo?

-Porque nosotros llevamos toda nuestra vida haciéndolo -respondió Trish levantándose y sacando de debajo de la mesa una túnica negra, mi túnica- Cat lleva guardando esto para ti, no entiendo cómo aguantas estar del otro lado, pero sugiero que nos larguemos, Ana...

-Ya nos delataron, tenemos cincuenta y un segundos para salir de aquí hasta que lleguen las fuerzas especiales, Alan dice que ya está en la cueva -tocó el proyector y su imagen desapareció, Trish recogió el proyector y se lo guardó en el bolsillo.

-Ya me dirás cómo es que tú y Cat están en el mismo equipo -le pedí mientras me ponía la túnica y ambos entrábamos en las sombras.

Recorrimos los pasillos de Suma Caridad guiados por Ana alternando los mundos cada que los grupos de guardias pasaban cerca nuestro, tardamos lo que parecían horas, pero finalmente logramos llegar a la recepción, Trish estaba pálida y cansada por el viaje entre mundos, sin embargo, lucía capaz de seguir. La recepción estaba vacía, unas pesadas planchas de acero cubrían las puertas para evitar que escapáramos, debían ser capaces de resistir cualquier cosa, aunque no eran inmunes al fuego de Trish, la chica cerró los ojos y extendió las manos en dirección a las puertas, una enorme bola de fuego blanco le dio de lleno a las planchas que se fueron derritiendo ante el calor.

-Debes enseñarme a hacer eso -dije mientras pasaba por el agujero que despedía un calor casi insoportable.

-Cuando tú me enseñes a ser inmortal -respondió cuando salió al exterior de la prisión. El exterior era el mismo que cuando llegué, era una enorme cueva de varios metros de altura en la que solo había un pequeño lago que se conectaba con el mar del exterior- Cat está esperando en una cueva cerca de aquí, sígueme, todos los guardias están en la prisión, Ana desactivó las alarmas que avisan sobre el estado de las puertas, por lo que tenemos un par de minutos para huir.

Diario de un superviviente.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora