24 . Exorcismo

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Carter.

Me levante del suelo y guardé la manta, saqué del escondite entre las baldosas un gis y el libro de lo oscuro, saqué de mi mochila el cuchillo ceremonial y me pinché el dedo, una pequeña gota de mi sangre cayó en el gis y adoptó un color rosáceo, tomé delicadamente la mano de Trish y le pinché el dedo, solté una gota de su sangre sobre el mismo gis y adoptó un color rojo carmín, dibujé un círculo en el suelo, empecé a copiar los símbolos del libro en el suelo hasta que estuvo listo, metí a Trish dentro del círculo.

-Esto es un círculo de contención, mantendrá al demonio inmovilizado hasta que pueda deshacerme de él, toma -le di la esfera con los polvos blancos- lo que voy a hacer es invocar a la criatura utilizándote, una parte de él está en ti, cuando te de la señal tienes que romper la esfera, eso aturdirá a la criatura lo suficiente para que salgas del círculo y no te quedes encerrada con él.

-Suena bien, vamos -Trish lucia nerviosa, era de esperar.

Extendí mis brazos a los lados y el muro de hojas empezó a deshacerse, cuando terminó no quedó más que un circulo de hojas en el borde del claro, y ahí estaba el demonio, nos miraba fijamente con su mirada carmesí, miró el círculo y comprendió lo que sucedería, dio la media vuelta y desapareció. Cerré mis ojos y empecé a recitar el encantamiento, el círculo empezó a emitir un tenue brillo que fue creciendo lentamente, Trish se removió incómoda en la estrecha área de círculo, miré el cielo, estaba nublado, hasta que una corriente de aire movió a las perezosas nubes y rebelaron la luna, despedía un leve tono rojizo, era grande y lucia serena, no parecía el tipo de luna que uno utilizaría para invocar un demonio...

-Esto, Carter -Trish me sacó de mis reflexiones, miré su sombra, ésta se empezaba a remover, como si tuviese vida propia, negué con la cabeza para que se calmara, levanté los cinco dedos de mi mano y los fui bajando, uno a uno. Cinco, cuatro, tres, dos...

- Pero qué demonios... -error, todo se cayó en pedazos, busqué la proveniencia de la voz, era Bet, estaba en el borde del claro, todavía vestía el uniforme de la escuela y nos miraba estupefacta.

-No, demonio -una voz grave me heló la sangre, era cavernosa, profunda, como si el vacío tuviese voz propia, miré el círculo, era Trish, parecía la de siempre, pero tenía los ojos en blanco, una sonrisa macabra apareció en su boca, una sonrisa inhumana- ahora, pequeño mago, dame la túnica y el libro o mato lenta y dolorosamente a tu novia y tu amante.

-Ex novia -por una vez en mi vida quise matar a Bet.

-Ya veo, mil disculpas, novia y ex novia, de todos modos, ambas sufrirán la misma muerte -el demonio sonrió y señaló con su dedo índice a Bet, la chica se tocó la garganta, empezó a boquear, la estaba estrangulando- decide, muerte lenta o rápida, le haces un favor al mundo, créeme, no quieres los regalos de la muerte.

-Déjalas en paz -estaba enojado, primero viene Bet intenta hacer que me expulsen, luego arruina mi exorcismo y ahora un demonio posee a Trish y me chantajea para que le entregue mi posesión más preciada. La ira se acumulaba en mi pecho, pero no era la suficiente como para callar al miedo que crecía en mi ser, no podía destruir al demonio sin matar a Trish, y todavía tenía a Bet de rehén.

-O qué, ¿me vas a destruir?, no puedes herirme sin herir a tu amiga pelirroja, de todos modos, no tienes mucho tiempo, tu amiga rubia se queda sin aire -miré a Bet, tenía razón, la pobre seguía asfixiándose.

-Yo... -la decisión era difícil, si mataba al demonio tenía que matar a Trish, si buscaba un modo alternativo Bet se quedaría sin aire, estaba entre la espada y la pared, estaba desesperado, lo único que quería era tirarme al suelo y llorar... la solución me llegó como de milagro, caminé lentamente al escondite del libro y escuché como Bet tosía, el demonio la había dejado respirar, quité la loza de su lugar y saqué el libro de lo oscuro, caminé lentamente hacia él y cuando estuve a un metro se lo lancé a la cara. Normalmente eso solo lo enfadaría, pero el libro estaba abierto en una página en específico; una semana después de haber recibido el libro encontré que una de sus páginas contenía un símbolo que expulsaba a los demonios, ese símbolo les hace tanto daño que los fuerza a volver a su estado espiritual, el símbolo era simple, era una estrella de David. Una especie de humo negro salió por la espalda de Trish, como si sus poros lo transpiraran, corrí hacia mi amiga y la saqué del circulo y pronuncié las últimas palabras del hechizo- ahora yo te encierro en este círculo sagrado -el humo negro en el que se había convertido tomó la forma de un perro negro de lustroso pelaje, fauces magistrales y ojos rojos como un rubí, había tomado su verdadera forma- tantas molestias por un perro del infierno, creo que me queda mucho por aprender.

-Tuviste suerte, mortal, yo... -hice un ademán para que se callara y el perro dejó de producir sonido alguno.

-Tengo asuntos más importantes que atender, Firulais -me acerqué al cuerpo de Trish, puse mi oído cerca de su boca y escuché su suave aliento, seguía viva, por suerte, después me dirigí con Bet, todavía seguía aspirando como loca, le puse mi mano en la espalda y ella se estremeció, luego vio que era yo y se relajó, me miró y abrió la boca, pero yo negué con la cabeza- tienes que recuperar el aliento, acabas de pasar por algo muy duro, no hables -por una vez en su vida me hizo caso y mantuvo la boca cerrada, recogí el libro de lo oscuro del suelo junto con la daga y me acerqué al perro- no me gusta dañar animales, pero... tampoco me gustan los perros, soy más de gatos -miré el texto del libro y empecé a recitar- espíritu que vagas por el vacío, vuelve a tu infierno, espíritu que camina por las noches, vuelve a tu sitio, yo, Carter, en nombre de mi fuerza te expulso de este mundo, bestia del caos y la noche, has encontrado a alguien cuyo poder oscuro es superior por lo que sométete y desaparece de mi vista -el perro se fue encogiendo lentamente hasta que dejó de existir, el circulo dejó de brillar y solamente nos quedamos alumbrados por la luz de la luna y las estrellas- Bet, supongo que tu chofer sigue en el campus.

-Sí, ¿Quieres que los lleve? -ella se puso a mi lado y miró el sitio donde antes estaba el perro- debo agradecerte por lo que has hecho, lamento todo lo que dije y lo que estuve por hacer, espero que me perdones -sus palabras eran reales, frente a mí no estaba la chica posesiva y controladora que me estresaba, veía a la Beatriz amable y humilde que conocí el primer día que entré en el colegio.

-Sabes que nos soy de los que olvidan... pero haré una excepción por ti, por los viejos tiempos -mi premio, un beso en la mejilla- ahora vamos, tengo que llevar a Trish a su casa y cuidar que nada malo le haya hecho esa cosa.

Tomé a mi compañera en brazos y caminé junto a Bet fuera del bosque.

Ya era la media noche cuando el chofer de Bet nos dejó frente a mi casa, saqué las llaves de Trish de su mochila y abrí la puerta.

-Carter, yo... simplemente quería agradecerte de nuevo -me tomó del brazo cuando salía de coche, me acerqué a ella y la abrasé- que pases buenas noches... y cuida de ella.

-Lo haré -cerré la puerta y entré a la casa de Trish, la subí en brazos hasta su habitación y la deposité en su cama- bueno, es hora de ver que te sucedió.

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Diario de un superviviente.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora