22 Eso

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Carter.

-Pudiste haber matado a alguien en la demolición -me encontraba en la isla flotante frente a la chica de pelo azul, Lucía, después del tiroteo en el convento se me había estado apareciendo en los sueños, en este momento estaba enojada.

-No maté a nadie, yo no mato -ella suspiró.

-Sé que me ocultas algo, dímelo, no quiero obligarte a nada -era una petición en toda regla.

-No eres real, eres solo una ilusión creada por mi mente -le espeté.

-Soy tan real como tú, pregúntaselo al ángel, ella me conoce -se dio la vuelta y desperté.

-Tienes sueños muy agitados -dijo Cat mientras entraba en la sala de estar, estaba acostada en un sillón leyendo un libro.

-Lamento si te desperté, ¿Qué hora es? -en respuesta una imagen holográfica de un reloj apareció frente a mí, eran las cinco de la mañana.

-Carter, ya están listos los documentos que me pediste, están en la biblioteca -dijo Ana, estaba sentada en uno de los sofás de cara a la puerta, tenía en sus manos un café holográfico y tenía una bata blanca cubriéndola.

-Gracias, Ana -me levanté y sentí la mirada inquisitiva de Cat en mi nuca- no es nada de lo que debas preocuparte.

- ¿Aun? -me di la vuelta y le asentí- Carter, hay veces que no sé si te conozco.

-Eso es porque no yo me conozco -di la vuelta en un pasillo y me dirigí a la biblioteca.

Aunque el bunker era enorme solamente utilizábamos la parte más cercana a la superficie, en ella se encontraban las habitaciones, el comedor, la sala de estar, la cocina y la biblioteca, la cual también fungía como almacén de objetos importantes, como armas...

Entré en la estancia, era un sitio grande, los tres metros de altura de los muros estaban llenos de libros, las mesas tenían computadoras para aburrir y todas ellas estaban conectadas a los servidores de Ana, en ellos había una infinidad de conocimientos, pero por desgracia no los que necesitaba, crucé la biblioteca no sin antes descargar en una tableta unos planos, para ser más precisos los planos de la finca del borde exterior del director general del departamento real de minería, abrí la puerta en la que se encontraba un enorme baúl de roble, lo abrí y saqué mis pistolas, las catanas y la túnica de la chica del bosque, puse ambas en su sitio y me coloqué la túnica, me adentré en el mundo de las sombras, y salí por una de las tomas de aire del bunker.

Me encontraba pegado a la parte del muro que daba a las tierras baldías, caminé durante horas por el bosque hasta que logré ver una pequeña carretera, en ella varios furgones pasaban cargando mercancía de ciudad Alfa para abastecer a las fincas, mansiones y campos que llenaban el borde exterior, me volví a colocar la túnica y subí al compartimiento de carga de uno de los furgones, imaginen mi sorpresa cuando encontré que era uno lleno de esclavos, todos estaban encerrados en jaulas de acero con el piso de paja, tenían ropajes andrajosos y la piel sucia, algunos me miraron asustados, otros indiferentes, pero la mayoría expectantes.

- ¿Cómo demonios subiste aquí? -dijo su guardia, levantó su porra, pero de nada le sirvió, primero necesitaría su cabeza en el sitio correcto.

-Es su día de suerte, son libres -dije mientras abría las jaulas y la puerta del furgón- ¿Dónde hay más?

-En los tres de adelante -dijo un chico de mi edad mientras miraba el exterior, como éramos el último furgón no tuvieron problemas en saltar y huir al bosque, el chico antes de saltar me miró- que Dios te bendiga y te guarde, los superiores se equivocaban, eres bueno.

Diario de un superviviente.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora