32. La cita apocalíptica

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Carter.

Lo admito, nunca había salido con una chica, cuando era novio de Bet solo nos veíamos en la escuela, en parte porque no le agradaba a mi familia, en parte porque la chica no tenía tiempo libre, por lo que la cita con Trish era algo que nunca había experimentado, creo que se reflejaba mucho en la vestimenta que llevaba, parecía un chico normal, común y corriente, cosa que era nueva en mí, dado mi tendencia a parecer un zombi o un vampiro recién salido del ataúd, aunque algo en mi interior me decía que llevaba la ropa equivocada, cuando me decidí ya era casi la hora de irnos, así que me puse una camisa de vestir y unos pantalones de mezclilla, siempre podía intentar el hechizo de detener el tiempo, porque lo único más malo que alterar la continuidad del tiempo es lucir como un idiota frente a una chica bonita.

-Vaya -esas cuatro palabras fueron lo único que salió de mi boca al ver a Trish, llevaba un sencillo vestido negro hasta las rodillas, las cuales estaban cubiertas por unas mallas negras, tenía zapatos de piso azul oscuros; el cabello le caía como una cascada de sangre hasta la base de la espalda y se había maquillado la cara, cosa que resaltaba sus ojos. Supongo que no era demasiado, después de todo, solo iríamos a ver una película.

-Miren lo que me encontré, un humano, pensé que iba a salir con un muerto viviente -la fingida sorpresa había roto el hechizo que me mantenía inmóvil- bueno, Carter, ¿Qué esperas?, se supone que el príncipe besa a la chica para despertarla, no al revés.

-Yo...lo siento, es solo que... -la volví a mirar, creí por un segundo ver en su espalda un destello rubio, una cabellera, Bet- veo que Bet y tú tuvieron una noche de chicas.

- ¿Es tan obvio? -Trish caminó con dificultad hacia mí, al parecer no estaba acostumbrada a usar ese tipo de zapatos porque casi se cae, por suerte la detuve, nos quedamos inmóviles, cara a cara, el olor de su perfume me hacía cosquillas en la nariz y tuve que luchar con todo mi ser contra el impulso de acariciar su sedosa cabellera. Alguien tosió de trasfondo y Trish parpadeó atónita, nos apartamos lentamente y nos miramos incómodos- como decía, ¿Nos vamos?

Como es natural en un par de adolescentes teníamos la idea de pedir un taxi, pero recibí un mensaje de Bet la noche pasada.

"Ya me agradó la chica, esperen mi regalo en la puerta de tu casa a las tres de la tarde"

Atte. Beatriz, la exnovia posesiva y controladora.

Por lo que, puntualmente a las tres de la tarde vimos un Mercedes negro dar la vuelta en la esquina y dirigirse a nosotros, se detuvo frente a mi puerta con tal precisión milimétrica que la puerta quedó justo frente a la mía.

-Generalmente no confío en muestras de buena voluntad de parte de ex novias, pero debo de admitir que me parece asombroso -me acerqué a la puerta del auto y la abrí para que Trish pudiese pasar sin problemas- señorita...

-Yo también pienso que esto tiene truco, pero démosle el beneficio de la duda -sugirió mientas entraba y se acomodaba en los asientos de cuero, yo la seguí y la encontré mirando disgustada una nota- al parecer solo estás conmigo en calidad de préstamo, según cierta rubia estereotípica -miró fijamente la puerta de su casa, la cual se cerraba lentamente y movió los labios sin emitir sonido alguno.

-Al menos ya no te odia -me removí incómodo en mi asiento, Trish se había quedado mirando a la nada, seguramente pensaba en cómo estrangularía a Bet cuando la viera- entonces... ¿Qué tal te fue en tu odisea de belleza y ropa con Bet?

-Pues fue un poco incómodo al inicio, en especial porque Bet quería vestirme como si fuese a ver a la Reina de Inglaterra, ¿Por qué lo preguntas? ¿No te gusta? -una sombra de inseguridad atravesó los ojos de Trish.

Diario de un superviviente.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora