Carter.
Cinco minutos después de abandonar a las chicas me encontraba en mi habitación, mirando el techo, se suponía que cuando uno mata a alguien siente remordimiento o algo por el estilo, se siente culpable por haber privado a un ser de un privilegio, la vida, bueno, yo no pensaba eso, la vida para mí no era un milagro, era algo como el dinero, tienes una cantidad limitada que puedes perder en cualquier momento, no importa cuál, por eso no me sentía mal, no le había privado de nada a nadie, solo había cobrado la deuda que le tenía el otro al mundo, supongo que esos pensamientos lo llevan a uno a un psiquiátrico, pero a mí no me importaba eso, eran mis pensamientos, era algo personal y privado.
- ¿Carter? -dijo una voz en la puerta, era Bet, ella entró en la habitación y se sentó en el borde de la cama- veo que no has cambiado nada, sigues siendo más frio que un polo.
-Es una de mis múltiples cualidades, cariño -le respondí sin mirarla- ¿Todavía las tienes?
-Cada vez que cierro los ojos me encuentro mirando a ese demonio -confesó- ¿Aceptas a otra somnolienta e inocente chica en tu lecho?
-Soy muy frio para ti -repliqué.
-Qué suerte que me siento enferma y con fiebre -abrió las cobijas y se acostó a mi lado- ya veo porqué a Trish le gusta tanto dormir contigo, eres muy cómodo.
-Debería empezar a cobrar por ello -aseguré- ¿Qué te parece?
-Me gusta más como un favor especial a tu ex -se dio la vuelta y me miró fijamente con esos ojos azules suyos que me habían enamorado en otro tiempo y había matado por ellos- dime algo, ¿Recuerdas el castigo?
-Sí -ella se acercó a mí para darme un abrazo y dejar que escondiese mi cara en ella, solté un leve sollozo- lo lamento.
-Recuerdo el día en que me contaste porqué siempre luces triste -puso sus cálidas manos en mi mejilla- te sentías como...
-Una serpiente en una ratonera -terminé.
-Lo sé, también sé que sabes algo, pero, qué, dime, cuánto nos queda? -ella lucía triste, intuía lo mismo que yo, lo mismo que el resto, que no habría un día después de mañana, que no vería a sus padres otra vez.
-No lo sé, días, horas, minutos, tal vez segundos -ella sonrió tristemente.
-Nunca fui muy dada a rezar, pero al menos rezo para que Dios me deje pasar una última noche contigo, que me deje llevarme algo conmigo, algo que solo tú me puedes dar -se acercó lentamente a mí, todavía recuerdo el primer beso que le di a una chica, fue a Bet, estábamos comiendo un helado en su casa, me sentía inmortal en ese momento, por lo que en cuanto apartó la boca de su helado de limón me dio el impulso de saber a qué sabia en sus labios, ese sabía a limón, el segundo, bueno, sabía a despedida- quédate conmigo una última noche, siento que ella va a tener el resto para sí misma, déjame dormir una noche sin pesadillas, déjame sentir qué pudo ser y qué nunca será mi vida contigo.
-Un último favor a mi exnovia posesiva y controladora -repetí mientras nos acomodábamos el uno con el otro, fundidos en un último abrazo, en una última experiencia juntos, en un adiós.
-Sé que algo va a pasar, hazme un favor, cuando pase, llévatela contigo, vivan, hazla feliz, nunca la olvides y prométeme algo -su voz estaba cortada por la tristeza de un condenado a muerte- déjame que enfrente a mi destino sola, con dignidad, piensa en mí cuando mires a las estrellas y escribe mis palabras en un diario, un Diario del Superviviente. Hay una gran historia para ti, Carter, tal vez sea solo un personaje secundario en ella, pero al menos quiero que sea contada la historia en la que aparecí.
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Diario de un superviviente.
أدب المراهقينÉl es un chico solitario y misterioso con tendencias a desaparecer en un parpadeo que guarda un secreto de importancia global, ella es una vivaz chica que busca arreglar el extraño corazón de él. Por otro lado tenemos a un chico sin pasado e inmorta...