Diario de un superviviente.

35. ¿Está vivo?

¿Qué es lo más divertido del fin del mundo?, bueno eso es obvio, es que es cuando todo se vuelve más real, es cuando toda una raza coincide en algo: Que no se arrepiente de nada; o al menos ese es mi caso, una parte de mí me decía que todo se acabaría en breve, que no sufriría más, me encontraba en paz conmigo misma y se me notaba mucho, Carter también y Bet, bueno, ella seguía con las pesadillas de la posesión, después de todo algunos tienen menos suerte que otros.

Ese día en particular era el cuarto después del terremoto, las réplicas habían cesado, los efectivos de la ONU habían llegado a la capital a atender a los heridos y se informó que en las siguientes semanas llegarían al resto del país miembros de organizaciones internacionales, Carter, Bet y yo estábamos en el patio trasero de la casa de la chica disfrutando del sol al lado de la piscina, yo todavía seguía con la tristeza y el trauma de ver a mi ciudad destruida, pero el día anterior Carter me había visitado en la noche, bueno, más bien yo había hecho que Carter me visitase, me había levantado una pesadilla; era la cara de mi abuela, sin ojos y desfigurada llamándome desde una pila de escombros, le faltaba un brazo y se le veía el cerebro en su roto cráneo.

- ¿Por qué me abandonaste, hija?, ¿Acaso nunca me quisiste?, ya verás lo que es bueno cuando salga de aquí y vaya a por ti -me decía el cadáver, se levantaba de la pila de escombros y caminaba lentamente hacia mí- ya verás lo que se siente cuando vaya a por ti, cuando me encuentres mirándote por detrás del espejo, cuando mi sombra tape la tuya, ya verás lo que es bueno cuando abras el armario y me encuentres ahí, cuando mis manos salgan de por debajo de tu cama y jalen tus pies a la oscuridad, ya verás lo que es bueno cuando mi cara aparezca en esos sitios oscuros que habitan cada recoveco del mundo, ya verás lo que es bueno, ya lo verás, de hecho lo verás en cuanto abras los ojos porque ya estoy sobre de ti -sentí algo en el pecho, me levanté gritando por ayuda en medio de la oscuridad.

- ¿Qué sucede? -dijo Carter mientras entraba bruscamente en la habitación empuñando un cuchillo tan largo como mi mano, miró alrededor y no vio nada, se acercó a mí y dejó el arma en le mesa de noche del cuarto de invitados en el que estaba. Me miró fijamente- ¿Una pesadilla?

-Mi abuela, ella venía por mí -tartamudee- ¿Puedes?

-Claro -una sombra apareció en el umbral de la puerta, ahogué un grito y me escondí en las cobijas- es solo Bet, Trish, sal de ahí -Carter apartó suavemente las cobijas de mí y me mostro lo evidente, Bet estaba en la puerta mirándome enojada.

-Haces mucho ruido, supongo que dormirán juntos otra vez, procuren usar condón y recuerden que mi habitación es la de al lado, por lo que no giman tanto -desapareció de la vista antes de que le lanzase algo.

Carter cerró la puerta y yo me hice a un lado para dejarle espacio, él se acomodó a mi lado sin decir nada y yo me acerqué un poco a él para que su calor me reconfortara, en cuestión de minutos me quedé dormida, esa noche no tuve pesadillas, lo tenía a él conmigo.

-Hey, Trish, piensa rápido -Bet estaba en la alberca con su muy revelador bikini y me lanzó una pelota a la cara, yo, obviamente no la alcancé- lenta -se burló.

-Chicas, no peleen -pidió Carter, él estaba sentado en una de las sillas plegables, vestía un traje de baño negro largo hasta las rodillas y tenía una camisa gris sin mangas, estaba leyendo un libro.

-Lo dice el señor aburrido, vamos Carter, estás solo con dos hermosas chicas, una fue tu novia y con la otra literalmente duermes y ¿Tu lees un libro? -le reprendió Bet- ¿Acaso no eres hombre?

-Según el profesor de biología hay algo que me hace hombre y no es el ser un aprovechado, a parte, estamos en una novela juvenil, con personajes menores de edad, escrita por un adolescente cascarrabias y amargado, es obvio que no le va a dar al lector lo que quiere por simple malicia y eso que tu insinúas es parte de lo que quiere el lector -explicó.