Trish.
Oscuridad, eso era mi mente, me encontraba de pie sobre algo, no sabía que era ese algo, pero se sentía como pasto en mis descalzos pies, intenté dar un paso, pero el suelo había desaparecido frente a mí, por lo que decidí quedarme en la seguridad de mi pequeño trozo de tierra firme, miré a mi alrededor, pero no pude distinguir nada, todo estaba tan oscuro que ni siquiera podía verme las manos.
-Yo que tú me alejaría del borde -dijo una voz a mis espaldas, era mi voz. Miré a mi alrededor asustada y ella se rio- lo sé muy loco ¿No? Literalmente estás hablando contigo misma.
-Yo...no puedo ver -respondí en dirección a la voz.
-Lo hubieras dicho antes, eso es fácil de arreglar -sentí como unas cálidas manos tocaban mi cara y pronto pude ver las cosas más claras.
Me encontraba en una isla, el lugar era un trozo de tierra de unos diez metros de diámetro en cuyo centro había un enorme roble, en uno de los lados del roble se podía ver un pequeño montículo de tierra apelmazada con unas cuantas flores encima, era una tumba...la tumba de alguien que conocía y el otro había un mantel de cuadros con una cesta de picnic sobre de él, lucía como un lindo sitio para pasar el rato, salvo por el hecho de que esa isla estaba flotando en el espacio exterior, a nuestro alrededor flotaban escombros de edificios, trozos de hielo y otras formas que podrían ser personas, no podía ver a la chica, hasta que parpadeé un par de veces y se materializó de la nada en el mantel de picnic. Era exactamente igual a mí, salvo que tenía los ojos azules y vestía con ropa distinta, ropa que no tenía agujeros en la espalda para las alas.
- ¿Tu eres yo? -le pregunté poniéndome de pie, me encontraba a un par de centímetros del borde de la isla.
-Técnicamente tu eres yo, pero te sugiero que no pienses demasiado en ello, da dolores de cabeza tamaño mamut -sugirió al mismo tiempo que sacaba de la cesta de picnic un pastel de chocolate con fresas encima, era imposible que eso cupiera en la cesta, pero a ella no le pareció de importancia y empezó a partirlo y ponerlo en un plato para ella y para mí- tiene relleno de chocolate, justo como te gusta.
- ¿Cómo lo supiste? -le pregunté mientras tomaba el pastel.
-Soy tú...o al menos una parte considerablemente grande, sé te conozco tan bien como es posible que lo hagas -respondió entregándome una cuchara- aunque dudo que hayas venido a visitarme después de casi quince años solo para compartir un trozo de pastel.
-Yo...bueno -ella levantó la mano para que me callase.
-Sé a qué viniste, quieres tener de regreso tus recuerdos, no te preocupes, solo te pido que pases un rato conmigo y con Bet antes de que regresen a ti y este sitio desaparezca -ella miró el montículo de tierra- Beatriz, siento tu mirada, vamos, sal de esa cosa y come un poco de pastel conmigo.
-Deja de hacer bromas con respecto a tu doble presencia -se quejó una voz distinta a la mía y una chica de piel blanca, larga y hermosa cabellera rubia se empezó a formar sobre el montículo de tierra, sonrió al vernos y se sentó al lado de mi otra yo- veo que te cambiaste los ojos, te quedan bien.
-Gracias, supongo -Bet tomó un trozo de pastel y empezó a comérselo con la gracia de una princesa.
-Veo que tu otra tu no es muy carismática que digamos, no me imagino cómo será cuando ustedes dos se fusionen -mencionó Bet señalándome con su cuchara.
-Posiblemente solo está sorprendida por verse a sí misma y a una chica que sabe que conoce y está muerta -aseguró Trish- pero dime, Trish (suena muy raro decir tu nombre), ¿Qué te trae por aquí?
-Carter.
- ¿Ahora qué hizo el idiota? -preguntó Bet poniendo su mano en su cara.
-Bueno...se volvió loco -les empecé a explicar lo sucedido entre Carter, Cat y el resto.
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Diario de un superviviente.
Novela JuvenilÉl es un chico solitario y misterioso con tendencias a desaparecer en un parpadeo que guarda un secreto de importancia global, ella es una vivaz chica que busca arreglar el extraño corazón de él. Por otro lado tenemos a un chico sin pasado e inmorta...