25 Despedida

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Trish.

¿Alguna vez han sentido que tienen tantas preguntas que no saben por cuál empezar?, pues eso era lo que yo sentía mientras estaba sentada frente a Lucía, tenía mucho que preguntar, pero no sabía por dónde empezar, hasta que...

- ¿Dónde has estado? -al fin la pregunta decidió salir de mi boca.

-Eso es complicado de explicar, he estado en muchos sitios, cuatro años tuyos son como un millón para mí -suspiró, miró la ventana y se quedó callada, parecía que contemplaba algo más halla, un universo aparte- he estado en un sitio al que espero que jamás vayas. Siguiente pregunta.

-Cuando nos vimos por primera vez mencionaste algo sobre un chico, una promesa, un sueño, un mundo aparte, ese chico es Carter, ¿Verdad? -ella volvió a suspirar.

-Sí, es Carter, de hecho, por eso vengo a verte -ella se levantó y salió flotando por la ventana, salí por la ventana y volé junto a ella- conozco a Carter desde hace tiempo, más del que te imaginas, pero hay algo malo en él, no es el mismo chico que yo recuerdo, es... diferente, por eso vine, quiero que le ayudes.

- ¿Yo? ¿Ayudarle? -eso sonaba impensable- él es un psicópata, un terrorista y un posible asesino.

-Y puede ser mucho peor, te lo juro -me miró fijamente- sé que lo que te pido es difícil, pero créeme, él es un buen chico, simplemente ha sufrido demasiado.

- ¿Te refieres a lo de La Ira de Dios? -eso la sorprendió.

-Con que fue eso, maldito mentiroso, ya verá cuando le ponga las manos encima -murmuró, miró a lo lejos, una leve columna de humo negro- gracias por decirme eso, sé que tienes más preguntas, pero debo romperle las piernas a Carter un par de veces, adiós, sabrás más de mí.

Lucía salió volando en dirección a Alfa antes de que pudiese decir nada y se perdió en la lejanía en cuestión de segundos. Volví al palacio lentamente, sopesando las pocas palabras de Lucía, ella conocía a Carter desde hace mucho, le tiene mucho precio al psicópata y La Ira de Dios no ha sido la única penuria del chico, ¿Qué otra cosa le había sucedido?

-Luces alicaída –dijo Mérida mientras esquivaba una de mis alas en nuestra nueva alcoba en la punta de la torre oeste del palacio, el sitio no era muy distinto a nuestra otra habitación en el antiguo palacio, salvo los muros morados, el resto era idéntico.

- ¿Recuerdas el día en el que te apuñalaron? -me levanté de la cama y guardé mis alas.

- ¿Cómo olvidarlo?, te fuiste a volar por la ciudad persiguiendo a una chica mientras yo estaba en peligro de muerte -se tocó el sitio en el que la habían apuñalado hace varios años- todavía siento el malestar cuando lo mencionas.

-Bueno, acabo de ver de nuevo a la chica, se llama Lucía -abrí las puertas de cristal que daban al balcón que miraba al mar y la suave brisa marina inundó la habitación, me recargué en la barandilla y contemplé el oscuro océano.

-Lucía... ¿cómo la que mencionó Cat? -mi silencio fue mi afirmación- ¿Y qué sucedió?

-Dice que conoce a Carter desde hace mucho y quiere que le ayude con él -miré el punto en el que había desaparecido Lucía, con la esperanza de que volviese a aparecer.

-Ayudarle en qué sentido -Mérida se acercó con una manta y me la puso en la espalda, todavía conservaba el calor del ejercicio, por lo que debía de estar haciendo frío.

-Carter tiene un problema, algo malo, algo que le preocupa que le suceda al chico -el frio empezó a recorrer mi cuerpo lentamente, por lo que me arropé mejor- no quiso decirme el qué, pero también mencionó que Carter le oculta algo.

Diario de un superviviente.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora