capitulo 10

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Halcón dorado.

El halcón contrajo sus alas y giró, Carolina lo miraba con una gran sonrisa, estaba maquillada de una manera que su piel se veía más oscura, sus ropas eran bastante deterioradas y tenía una funda de guitarra en su espalda, parecía casi una artista callejera.

-Mi señor Horus, una fiel aliada me ha enviado a buscar a los dioses de Egipto, para proponerles una negociación-

Una intensa luz cubrió al halcón por un par de segundos, Carolina cerró sus ojos, y al abrirlos vio que el ave ya no estaba, había un joven de piel morena y cabello color miel, debía tener unos veinte años, sus ropas eran oscuras.

-Yo no tengo aliados- dijo con un tono afilado como un cuchillo

-Yo vengo a ofrecer mis servicios-

-¿despues de ver a Seth?- preguntó Horus con la misma frialdad, Carolina lo miro  asombrada, el al parecer no reflejaba sus emociones.

-Mi pacto es con Egipto, no con un Dios en sí- dijo Carolina

-Ni Seth, ni yo somos Egipto, solo hemos vuelto para ver cómo una agonía, como nuestro reinado sé deterioro-

-Ustedes podrían restaurarlo- sugirió Carolina

-Ese envidioso jamás trabajará junto a mi- dijo Horus y Carolina comenzó a sentirse incómoda, al no tener emociones, no sabía cómo afrontarlo, y como provocarlo no servía de nada, probó otra teoría

-Aun hay cosas que usted ignora señor-

-No me hagas perder el tiempo-

-entre los chicos a los cuales usted vigila hay una chica que manipula la luz de la luna... Y usted sabe que consecuencias puede traer eso a esta región-

-Te escucho- dijo Horus con la misma seriedad

-En Roma los dioses fueron derrotados y sus poderes fueron absorbidos por ellos, uno de los Dioses huyó antes de que comenzará la batalla y se encuentra en otra región, mi maestra se encuentra bajo custodia y no puede moverse por el momento, aunque ya cumplió la primera parte, libero las almas de los dioses, ahora deseamos su ayuda para mejorar el mundo-

-Yo no tengo nada que ver con el mundo actual- respondió Horus

-¿Pero dejará que el trabajo de su padre y su abuelo se vayan a la basura por la tropa de idiotas que acaban de llegar a las afueras del museo?- preguntó Carolina -por unos humanos que se creen dioses y van hacia la destrucción de este mundo, usted sabe a la perfección que las emociones nos juegan en contra, emociones humanas con semejante poder, es un peligro para todos-

-Ni yo, ni a otros dioses nos corresponde interferir- respondió Horus comenzando a caminar

-Supongo que la chica del viento, es linda ¿no?,- dijo Carolina y Horus se detuvo - supongo que para un ser alado, y a un arquero como usted, le interesa alguien que manipule las tormentas de arena y el viento bajo sus alas-

-No me interesa una simple humana-

-Mejor así, así Seth no tendrá problemas para matarla, además, Seth desea el poder de la luna para poder hacerce de este mundo- dijo Carolina lentamente, saboreando sus palabras

-Que Seth haga lo que guste, yo solo busco a uno de mis sirvientes que desapareció la noche que  robaron el museo- dijo Horus liberando una gran cantidad de luz y convirtiéndose en un ave otra vez, para emprender el vuelo.

Carolina suspiró, actuar se le daba bien, a Seth le había dicho que eran tres almas, pero en realidad a Horus no era necesario decirle eso, el restante sería imposible de encontrar, solo podía confiar en que la ambición de Seth, y la justicia de Horus, los llevará al enfrentamiento que ella deseaba.

Tártaro II, La maldición del arquero (Historia Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora