capítulo 37

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Voluntad.

Memphis estaba de rodillas con sus manos apoyadas en el piso, tenía los ojos irritados por su propio sudor, y también lograba ver las gotas de su frente caían a la arena y eran absorbidas debido a la nueva postura.

-suficiente por hoy Memphis, ve a descansar- dijo Anubis a lo lejos y acercándose a Hanna, Inés se acercó a él.

-es realmente admirable el empeño que le pones a todo esto- dijo Inés extendiendole una mano para ayudarle a levantarse.

Memphis vio la mano estirada y negó con su cabeza, hizo un último esfuerzo y se dió vuelta quedando de espaldas al piso, con sus ojos mirando una nebulosa gris que se suponía era el cielo.

Inés suspiró y se sentó junto a él.

-¿Porque te esfuerzas tanto Memphis?, ¿Cuál es tu razón para pelear?-

Memphis suspiró pasados unos segundos y sintió como Inés observaba cada detalle.

- la verdad es que al principio era para proteger a mis amigas, las cuales ya perdí, después fue por vengar a mi abuelo y ya no tengo a quien perseguir por eso... Luego fue para proteger a Helena... Pero con lo ocurrido los últimos días estoy lleno de dudas, su cero empatía y su notoria falta de apoyo sumado a una serie de cuestionamientos hacia mí, me hacen dudar de esa razón... Ella sigue siendo importante, aquí el tiempo pasa y la distancia me hace mal, pero ella nisiquiera sabe que yo llevo dos meses aquí-

-no puedes tomar decisiones en una situación así- dijo Inés -entiendo que las cosas estén mal y que estás cansado y agobiado por todo, pero aún así, tu mente no está clara para tomar decisiones difíciles.-

-a veces siento que a nadie le importa... Yo solo quería ser un chico normal, que tuviera una vida normal, con una familia normal... Y desde que tengo memoria las cosas normales no han resultado, y estoy frustrado, me gustaría sentir más apoyo de vez en cuando- bufó Memphis

-¿Acaso quienes estamos aquí no te apoyamos?- preguntó Inés

- golpearme cada día es un gran apoyo- dijo Memphis evidentemente frustrado -pero a decir verdad no siento la calidez de los demás, nisiquiera de Helena, una parte de mi piensa que aunque gane está maldita guerra, todo seguirá igual, y estoy destinado a estar en esta situación tan desgastante para mí-

-¿yo si no haces nada más?- preguntó Inés

-no es una opción para mí, siento que si no lo hago yo, nadie lo hará, además si se me dió este poder fue por algo, pero eso no quita de que mi alma, mi motivación y mis ganas estén desgastada.-

-¿hay alguna manera de revivir a aquella desgastada y moribunda motivación?- preguntó Inés de manera seria

-no lo se, mi problema es que espero demasiado de los demás y nunca están a la altura de mis grandes expectativas, las cuales, en comparación al resto son una mierda... Lamentablemente el cariño o el sentir que pertenezco a un lugar no es algo que se pueda comprar...-

-si me das un euro yo te doy un abrazo- dijo Inés riéndose y Memphis sonrió.

-vez, no es tan difícil sonreír... Lo que pasa es que no todas las personas demuestran el cariño de una misma manera, algunos somos más fríos que tú, nos incómodan las demostraciones de afecto en público y mi lado tierno está guardado bajo muchas llaves y en realidad nose si sigue vivo o no dentro de ese encadenado cofre dentro de mi- explicó Memphis

-entonces ¿Cuándo encontraré mi lugar en este arruinado mundo?, ¿Cuándo podré encontrar a alguien que realmente me haga sentir como mis amigos me cuentan que se sienten, al estar con alguien?-

-sabes, no soy una experta en amor... Pero creo que sentirás más el día que dejes de cuestionar las cosas que te pasan, cuando dejes de recordar el dolor del pasado y te logres enfocar en una persona en especial que logré captar tu volátil mente y espíritu-

-¿entonces el problema soy yo?- preguntó Memphis

-si, y no me da pena restregartelo en tu cara- dijo Inés poniendose de pie

-eres igual de cruel que Ada- gruñó Memphis.

-quizás deba esforzarme más- sonrió Inés dejándolo tirado en la arena.
Memphis suspiró y cerró sus ojos cayendo dormido casi al instante.
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Hanna abrió sus ojos y se dió cuenta que estaba sentada con su espalda contra una roca. Su cabeza le dolía y daba vueltas, enfoco y sus ojos se fijaron en el único ser que estaba frente a ella, Anubis.

-¿Que tal la siesta?- preguntó Anubis y Hanna sintió un pito en sus oídos junto a la voz... Se llevó las manos a la cabeza y recordó la pelea con Memphis.

-al parecer Memphis ya te a superado en combate cuerpo a cuerpo... A ti y a todos los demás-

Hanna cambio su expresión a desagrado y dijo - lo peor es que nisiquiera usa el poder de Zeus contra nosotros-

-pues digamos que hay un problema y una propuesta para ti-

-te escucho... Pero por favor habla más bajo, mi cabeza estallara si no bajas la voz-

-el problema no es que Memphis te superará, sino que es tu sentimiento de inutilidad en general... ¿No?- preguntó Anubis.

-de verdad eres desquisiante- gruñó Hanna

-prefiero la palabra observador- rió Anubis -te ofrezco poder, el poder de manejar a los muertos... No traerlos a la vida pero si poder encontrar algunos aliados... Aunque claro, todo tiene un precio-

-¿Cuál?-

-volver a tu antiguo castigo...- sonrió Anubis. -solo si tienes la voluntad de hacer ese ritual-
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Apophis levantó su cola y no había rastro de Seth, ni de sus marionetas de arena.

-bestia maldita, él era mío- bufó Horus lanzando una bola de fuego que dió en el pecho de la bestia, haciéndola retroceder un poco.

Ada se puso de pie y le dijo a June - sígueme, que las demás vigilen si aparece Seth- dijo comenzando a correr hacia la serpiente.

Helena se dió vuelta y trató de mover la luna con sus poderes para que no ocultarse al sol por completo, pero era algo que ni Artemisa podía lograr.

-es más poderoso que yo- bufó Helena mientras Annabel vigilada el entorno de manera concentrada.

Ada invoco el poder de Apolo y June uso el viento para amplificar el fuego, sanando la misma zona que Horus había atacado recientemente.

-¿podemos colaborar?- preguntó June pero Horus nisiquiera la escuchó, y comenzó a lanzar pequeñas esferas dominado por la rabia.

-no pierdas tu tiempo- dijo Ada sacando un par de pequeñas espadas de su mochila, de las cuales sus hojas de tiñeron de rojo y las llamas salían a raudales, era hora de trabajar.

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Tártaro II, La maldición del arquero (Historia Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora