capitulo 3

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Aeropuerto.

Luego de que pasarán por un pasillo exclusivo para la policía eludiendo varios controles, se subieron al avión,  era un Jet privado, el cual habían confiscado desde las pertenencias de Alberich, estaba tapizado por dentro y tenía butacas de cuero fino, unas frente a otras  en una fila separadas por una mesa de madera. Helena,  Memphis  y June quedaron a un lado de la mesa, mientras Ada y Annabel los miraban de frente.

Una delgada y pequeña joven, de piel blanca y cabellera dorada, se acercó a ellos, su uniforme de azafata la hacia verse más grande e imponente de lo que ya era.

-por favor coloquen  sus cinturones y no se muevan de sus asientos hasta que ya hallamos despegado.-

Sintieron como el avión comenzó a moverse y Memphis suspiró,  recordó que la última vez que había viajado en avión lo había hecho junto a Rousse y Trinidad, las cuales seguían en el hospital en estado de coma.

-¿Memphis? - preguntó Helena moviéndose el brazo un poco y reaccionó,  todas lo miraban y Helena añadió -June te hablo dos veces, ¿en que planeta estas?-

-emmm no es nada, solo que la última vez que viaje en avión fue con las chicas y bueno, las cosas no terminaron bien -

-pero ahora es distinto- añadió Ada -nosotras si nos podemos cuidar solas-

-mejor cuentanos lo que nos dirías sobre la similitud entre los egipcios y los romanos- dijo June tratando de despejar su mente

-esta bien- gruño Memphis, entendiendo la intención de June – la similitud entre ambos es Apolo, el Dios arquero representante del sol, en los egipcios Horus cumple el mismo papel-

-eso no me agrada- dijo Annabel -el arco de apolo aun no es encontrado, ni por la policia italiana, ni por el interpol-

-pero la reliquia que se robaron del museo, no sabemos a que dios pertenece- dijo Helena

-ni cuantos dioses escaparon- añadió Ada

Memphis suspiró, aunque tratara de no pensar los posibles caminos, era imposible, siempre llegaba a lo mismo

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-buenas tardes señor, le traigo un presente- dijo la joven rodeada de antigüedad, los muros de ese antiguo edificio tenía una capa de polvo demaciado gruesa, sentía que cerca de ella, habían bichos y animales, a pesar de ser muy asquienta trato de mantener su dignidad, sabia que en esos lugares solo habitaban escorpiones, escarabajos y serpientes, pensar en eso solo la hizo ponerse mas nerviosa,

-tranquila mujer, soy la reencarnación de un dios que durante la historia a sido representado como cruel y despiadado, pero la verdad es que no tengo intenciones de hacerle daño a una chica tan hermosa, menos aún si me trae un regalo-

Carolina suspiró, no había negado su maldad, y era un interesado... Su armadura era bastante rudimentaria, veía artes de oro y otras las cubría una tela apolillada, que en una época debió ser una túnica casi gloriosa, cerró sus ojos y recordó el plan de Lara, sumado a sus pretensiones personales.

-Usted no me pone nerviosa señor, son los animales que habitan este lugar, ya que la mayoría son altamente venenosos-

-Si estás de mi lado, no tienes nada que temer, yo soy un Dios y su tarea es obedecer-

-Entonces pídale a sus guardias que nos dejen solos- dijo Carolina, en aquel salón, lleno de jeroglíficos antiguos habían tres soldados humanos vestidos con ropas y armas antiguas, con enchapados de oro y alabardas, el Dios les hizo un gesto y ellos salieron por la puerta que había entrado la mujer.

Tártaro II, La maldición del arquero (Historia Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora