17. ¿Que nos está pasando?.

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Cuando desperté, apenas pude moverme por el dolor que sentía en cada centímetro de mi cuerpo. Traté de estirarme, pero el intento fue en vano. Entonces, abrí los ojos de a poco, ya que la luz del sol me estaba cegando. Sentí unas manos rodearme las caderas, y cuando giré mi cabeza hacia el rostro de la persona que me tenía agarrada, me llevé una gran sorpresa. Me senté muy despacio para no despertarlo y miré a mi alrededor: estábamos en mi cama. ¿Habíamos hecho algo? Miré hacia abajo y pude ver que aún llevaba mi ropa interior puesta, por lo cuál suspiré aliviada. La cabeza me daba vueltas, seguro que era por el alcohol que había ingerído la noche anterior.

¿Que había pasado ayer? No podía recordar nada. Tampoco podía recordar como habíamos terminado él y yo en mi cama. Busqué mi móvil con la mirada, y lo encontré en el suelo. Estiré mi brazo hasta él y lo cogí. Miré la hora: 14:30. ¡Que tarde!. Tenía muchos mensajes, la mayoría era de amigos míos que me felicitaban por la gran fiesta que había hecho, y no dejaban de decir tenía que repetirlo. Cuando terminé de leerlos todos, tiré el móvil lejos de mi algo enfadada, la razón no la sabía. <Efectos del alcohol> pensé.

Volví la mirada hacia donde estaba la persona con la cuál habia dormido y escondí mi rostro entre mis manos. Después de esto, definitivamente nustra amistad se iba a arruinar de una manera increíblemente triste. Ya no volvería a mirarlo de la misma manera que siempre lo hacía. Volví a suspirar y alejé mis ojos de él.

Me incorporé de la cama, más mareada de lo que estaba y me puse una camiseta que encontré tirada en el suelo. Una vez hecho esto, fui hasta la puerta de mi habitación y la abrí muy despacio, para no hacer ruido. En el suelo, estaban durmiendo Avril, Alexby y Mangel con vasos de cerveza aún en sus manos. Y en el sofá, estaban Cheeto y Rubén. Éste último roncaba como nunca. Tenía su gorra entre sus manos, y su camisa estaba algo levantada. Me reí a lo bajito por la escena que tenía ánte mis ojos. ¿Como no hacerlo.

Volví a mi habitación y cerré la puerta. Miré el torso desnudo de Douglas y negué con la cabeza. Debo decir que en frente de mi tenía una vista bastante irresistible, pero en aquella situación no me parecía correcto quedarmelo viendo. Me senté en la cama y lo sacudí.

-Douglas, despierta.

Nada. 

-Douglas... ya. Despierta.- volví a intentar. Esta vez se movió. Puso una de sus manos en su rostro, para protegerse del sol que entraba por mi ventana. Me miró con sus ojos azules y me sonrió con su perfecta sonrisa blanca. Le devolví la sonrisa, algo insegura.

Si hace unos años atrás hubiese sabído que iba a ser amiga de un tío tan.. bueno, segúramente no me lo hubiera creído. 

-Buenos días, princesa.- Me dijo mientras se sentaba en la cama mirándome.

Me quedé unos segundos de piedra al escuchar como me había llamado. Traté de ignorarlo y lo miré fijamente a los ojos.

-¿Que pasó ayer?.- le pregunté directamente.

-Lo que tenía que pasar- me dijo mientras bostezaba- Lo que quería que pasara hace mucho tiempo.

No tuve tiempo para contestar. Se volvió a acostar brutalmente y me cogió del brazo, tirándome encima de él. Me quedé hechizada mirando sus ojos. Había algo en ellos, algo que te atrapaba, algo que hacía que el tiempo se detuviera. Esto me hacía acordar a lo que me pasó cuando conocí a Rubén... saqué esa idea de mi cabeza y seguí observando a Douglas. Bajé mis ojos hacia sus labios. Sus carnosos y tentadores labios. Sin dudarlo ni  un segundo, lo besé. El me respodió aquel beso y eso lo volvió mas eléctrico y sexy. El si sabía como volver loca a una chica. Sonreí en el beso, y él hizo lo mismo. Coloqué delicadamente mis manos en su musculoso pecho, mientras el beso se volvía mas y más intenso.

Una Nueva Vida. [El Rubius y Tú]. ♥Donde viven las historias. Descúbrelo ahora