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Agotador.

Así es el trabajo.

Horriblemente agotador.

Para ser mi primer día, me quitaron cada gramo de energía que tuve durante la mañana. Energía que ahora no existe.

Mi jefa es una... vieja.

La vieja Tsunade no hizo más que gritar y gritar todo el día, ¿Hay algo de malo en que le diga vieja? ¡Es la verdad! ¡Hay que ser sinceros en la vida!

Siempre la verdad por delante, eso dice mi mamá.

Pero al parecer, a esta señora la verdad no le gusta.

Me gané unos buenos golpes por ser honesto, ay.

—Por favor, Naruto, deja de cometer más errores mañana. No sé cuantos vasos y platos rompiste,  sin contar las veces en las que caíste de cara al suelo —La vie-- señora Tsunade me regañaba tal cual lo hacia mi madre cuando cometía muchos errores de golpe. ¿Pero qué puedo decir? ¡Soy un simple aprendiz que intenta ganarse la vida humildemente!

Suspire sin prestarle atención.

—Ni siquiera lo hice tan mal, sólo fueron un par de caídas.

—Y —Esa pequeña letra sonó de una forma tan aterradora que me obligó a mirarla con el ceño levemente fruncido, sus manos se posaron sobre el mostrador y acercó un poco su rostro dejando ver un poco de enojo en sus ojos de vieja color miel.—, vuelve a llamarme vieja, y todos los pedazos de vidrio y porcelana que rompiste hoy, te los tragarás uno por uno, ¿Entendido, niño?

Al parecer a alguien le gusta el género Gore.

Asentí temeroso.

Aunque sea una señora de edad, eso no quita que su mirada me traspase todo el miedo y terror a equivocarme de nuevo. Y lo peor de todo es que muy probable que no deje de romper platos hasta un par de semanas cuando me haya acostumbrado por completo.

No quiero morir tragando vidrio, ¿Saben? Aún soy muy joven para morir así.

Dejé el delantal negro sobre el mesón ante Tsunade, me miró por un par de segundos hasta que me indicó con la cabeza que podía irme de una vez.

Y ese, señores, había sido el primer día de trabajo, el día más agotador que en mi vida he tenido, sin contar con las veces en las que fui el sirviente de mi casa por mucho tiempo. ¿No les ha pasado? A mí lamentablemente sí, sólo me faltó tener un sueldo y sería un sirviente real.

Pero no, sólo recibía un: vives en casa y tendrás que ayudar en lo quehaceres del hogar, Naruto.

Sabias palabras por parte de mi madre, lindo, ¿No?

Por suerte, el trabajo no quedaba muy lejos de mi casa, con unos 20 minutos de caminata ya me encontraba frente a mi casa.

Suspire y saqué la llave para abrir la puerta, pero en el proceso no pude evitar dirigir mi vista hacia el lado, hacia la casa de ella.

Moví mi cabeza hacia los lados un par de veces entrando a la sala recordando el suceso mañanero, sinceramente, y aunque casi no pude apreciarlos, tenía unos ojos muy... Lindos.

La chica de los ojos lindos.

Intrigue┊NaruhinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora