─ ❝Ella era mi vecina, la chica que no salía de casa más que un par de horas todos los días, esa chica me intrigaba, y mi manera de ser me obligaba a saber más de ella❞
Dejé las flores sobre la pequeña mesita que se encontraba al lado de la cama, de un color celeste pálido, corrí las cortinas y la luz entró de inmediato, iluminado la habitación, el color blanco ya no se veía tan malo después de tener toda esa luz acompañándole.
Esta vez me quede de pie, observando el rostro inerte de mi hermana, ¿Cuánto es lo que debía esperar para ver sus ojos y oír su voz nuevamente? Estoy ansiosa y a la vez desesperada, siento que llegará el momento pero que a la vez está muy lejano y tengo miedo, miedo de que todo esto se siga extendiendo.
-Tú vas a estar bien, pronto volveremos a ser las mismas de siempre pero mejor, tú no vas a sufrir nunca más, yo me voy a encargar de eso -murmuré y tomé su mano.-Tengo que irme, hermana.
Para mí era demasiado difícil el decirle adiós a Hanabi, pues al principio sentía que no la volvería a ver en mucho tiempo ya que estaba aterrada, tenía miedo de que me encontraran y terminaran por arruinar mi vida.
Pero, puedo decir que todo eso cambió.
Todo cambio cuando conocí a Naruto, él y su actitud, todo de él me cambiaron, me inundaron de una seguridad que yo ya había dado por perdida y sepultada.
-¿Nos vamos? -asentí una vez que me despedí de Hanabi y estuve fuera de la enorme habitación, cerrando la puerta a mis espaldas lentamente, intentando hacer el menor ruido posible.
En este último tiempo me he dado cuenta que las enfermeras ya reconocen a Naruto tanto como a mí, hemos venido juntos tantas veces que seguro piensan que hay algo entre él y yo pues varias lo han insinuado muchas veces, por lo que, sonrojada hasta las orejas debía negarlo pues no quería incomodarme ni mucho menos incomodarlo a él.
El camino a casa fue demasiado rápido, la razón por la que no pude quedarme en la habitación con Hanabi más tiempo es por que tanto Naruto como yo tenemos muchas responsabilidades y tareas en la universidad, le pedí a Naruto que fuera a casa y comenzara sus tareas pronto, y él se negó rotundamente, diciéndome que no me dejaría sola.
Con pesar se lo agradecí porque lo que menos quería era importunarlo, no, en realidad lo que menos quería era seguir causándole más problemas aunque él me haya dicho en todos los idiomas posibles -o los que conoce- que yo lo que menos soy es una molestia para él.
Si les soy sincera, terminará matándome si continúa comportándose así.
Prácticamente tuvimos que correr para poder ahorrar tiempo, y, cuando estuve frente a mi casa, todo el aliento que por fin había retomado con la carrera más larga de mi vida, todo el aire, se fue. Así de simple y rápido.
Cuando levanté la cabeza sentí que el aire se iba de mis pulmones tan rápido que incluso llegó a dolerme. Naruto me miraba extrañado pues sentí su mirada sobre mí. Yo no podía voltear a verlo, mi vista estaba pegada a él, mis ojos estaban puestos en la persona que tenía frente a mí.
-Hinata -balbuceó. Lo conozco a la perfección, quería parecer seguro... Sin embargo esta vez no fue de esa manera.
Y, mientras intentaba estar de pie y mis rodillas temblaban terriblemente, dije su nombre como si me doliera el alma.
-Neji...
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