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—¿Crees que Hanabi me odie por ayudarte?

—Es cuestión de que se acostumbre. Ella ya estuvo mucho tiempo en casa y es hora que retome sus estudios, además ya lo estuvo postergando por muchos meses.

—Bueno... Tienes razón —murmuró.—... no quiero ir a trabajar, ¿puedo quedarme aquí contigo el resto de nuestras vidas?

—Uy, que romántico saliste —Hinata sonrió y acarició el cabello de Naruto en el momento en que él la abrazó con fuerza.

—No me quiero ir...

—Vamos, ¿Cómo planeas vivir sin sustento económico?

—Puedo vivir con el amor que me das...

—No te quedarás en casa por muchas cosas lindas que me digas, estás advertido. 

—Pero...

—No.

—Amoooor...

—No, Naruto.

—Princesa.

—...

—Bebé.

—...

—Cosita bien hecha.

—...

—¡Por qué estás tan hermosa!

—¡Naruto! Shhh, ya. Silencio.

—Pero es que estás buen guapa. Sí que sí.

—Bien, tienes que pararte —Hinata trató de quitar los brazos de Naruto de su cuerpo.—Vamos Naruto, sabes que si no vas tendrás serios problemas con Tsunade, yo estuve ahí cuando te lo advirtió —tomó su rostro moreno entre sus manos y le besó la frente con cariño.

—Si sigues haciendo cosas como esas no me levantaré nunca más en mi vida, Hinata —ambos sonrieron, sintiendo el latir del corazón del otro.

—¿Vas a levantarte ya?

—Claro —cerró los ojos aspiró el aorma de su amada novia.—Pero con una condición.

—¿Cuál...? —juntó las cejas, viendo a Naruto con una mirada acusadora.

—Bésame, preciosa.

[...]
.
.
.
.

Cuando habían pasado menos de veinte minutos desde que Naruto por fin había decidido moverse para ir a trabajar, el timbre de la casa de Hinata sonó, llamando su inmediatamente.

—¡Ya voy! —gritó desde las escaleras, cuando el timbre sonó por segunda y luego tercera vez. La primera persona que se le fue a la cabeza en ese momento fue Naruto, estaba segura que había olvidado algo y por eso tocaba así de desesperado.—Eres un descuidado Naruto, en se...

—Hola, Hinata. ¿Podemos hablar?

—Hana... —Hinata se mantuvo estática en la puerta, sosteniéndola con fuerza, como si en algún momento fuese a caerse.—No —trató de cerrar la puerta rápidamente, pero Hana puso de su parte para impedirlo.

—Hija, por favor... Tenemos que hablar...

—Ya te dije que no me llames hija —ningún esfuerzo por parte de ella servía para cerrar la puerta. O en algo más metafórico, ningún esfuerzo servía para sacarla de su vida, para cerrar esa parte de su vida.

—Hinata, por favor... Escúchame. Te lo pido, si tengo que rogar porque me escuches... te prometo que lo hago...

—No. Quiero. Escucharte. ¡¿Qué parte de eso es lo que no entiendes?! —gritó cuando cerró la puerta por completo.—¡Sal de mi patio! ¡Sal de mi vida! ¡Fuera! Yo no quiero que estés en ella.

Hubo un silencio de más de cinco minutos, Hinata no estaba segura de si su madre se había marchado ya, pero tampoco de capaz de corroborarlo, por lo que se quedó ahí, en su lugar, por la mayor parte de su cuerpo en la puerta, respirando pesadamente pero a la vez tratando de calmarse, de eliminar esa sensación, esas ansias de comenzar a llorar.

—Está bien... —un fuerte suspiro salió de la boca de Hana, oyéndose claramente tras la puerta.—Si quieres que me vaya, me iré... Y lo haré, sólo te pido que guardes lo que te quiero dar, sabía que no ibas a escucharme y no te culpo pero... pero debía intentarlo al menos, yo... Sólo quiero entregarte esto y me iré, por favor hija, por favor...

Hinata oía como la voz de Hana se volvía cada vez más vidriosa, más difícil de poder entender lo que quería decir.

Con las manos temblorosas abrió la puerta y en un segundo la tenía frente a ella, sus ojos color perla brillaban. En ese momento Hinata se tomó el tiempo de escanearla, ya no era la misma mujer que recordaba. Su expresión incluso era más madura, tenía el cabello corto hasta los hombros, aunque seguía manteniendo su estilo simple y para nada llamativo.

—Si quieres romperla, hazlo. Pero te pido, por favor léela. Yo... Te prometo que me iré, sé que... es descarado de mi parte. Pero si no me quieres ver de nuevo, hasta que tú y Hanabi quieran, yo lo entiendo... Quiero que sepas que nunca dejé de pensar en ti, ni en Hanabi. Estuvieron conmigo siempre y yo... Siento mucho haberles dado esta mala imagen que tienen de mí, merezco tu desprecio, merezco que no me quieras ver, y aunque me merezca todas las cosas malas de éste mundo yo jamás voy a dejar de amarlas. Ustedes son mis hijas, una parte latente de mí... Y aunque no merezca tenerlas, ni llamarlas hijas, estoy más que arrepentida. Y ahora estoy pagando todos mis errores. Sé que cuidarás bien a tu hermana... Sé que ese joven que estaba contigo el otro día cuidará de ambas, por mucho que eso sea dejarle mi responsabilidad. —Hinata sentía que sus piernas le fallarían en cualquier momento, y en ese descuido sintió los brazos de Hana rodeando su cuerpo. Fueron unos pocos segundos que parecieron horas.—No estaré muy lejos de aquí... Si Hanabi quiere verme, si tú quieres verme... Te ruego que por favor me lo digas...

Aún cuando Hana se dio la vuelta para irse Hinata no la detuvo, se quedó con el sobre blanco y una pequeña caja entre sus manos, temblando por la cantidad de sentimientos que tenía en ese momento, y cuando creyó que las cosas habían acabado, Hana nuevamente la llamó, haciendo que levantara la cabeza y diciendo unas palabras que hace mucho no escuchaba;

—Te amo. Las amo.

el lunes entro al instituto y quIERO llorar porque son todas personas nuevas): tengo miedito.

¿qué me cuentaannnn? ¿cómo va la vida?🌼

Intrigue┊NaruhinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora