Capítulo 2: El admirador secreto

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El sábado había llegado rápidamente y Frank no podía dejar de pensar en el mini concierto que darían el lunes en el colegio y mucho menos en que, en menos de dos horas Zacky llegaría a su casa para la cena que tanto había esperado.

Se había recostado en el piso, con la vista perdida en la ventana y escuchando un vinilo de The Rolling Stones, que había escondido entre sus cosas al viajar a Estados Unidos. En su viejo y marchitado tocadiscos, algo más ‘vintage’ según él. Se había metido tanto en la música que no noto cuando su padre abrió la puerta y carraspeó fuertemente antes de hablar.

— ¡No recuerdo haber visto que ese tipo de música era parte de tu paquete de estudios la última vez que miré! —gritó haciendo saltar a Frank y cerrando la puerta de un portazo, haciendo que éste dejara de un lado la música y volviera a su libro.

El timbre sonó y Frank corrió a abrir la puerta mientras su madre terminaba de poner la mesa y su padre se sentaba con aire solemne en la cabecera de la mesa.

— Aun no sé por qué invitó a un muchacho, en vez de una novia —murmuró entre dientes a su esposa, quien sólo sonrió y con un gesto le pidió que mantuviera la cordura al menos esa noche.

— Uff Buenas tardes, Frankie —sonrió Zacky con un pequeño paquete bajo su brazo izquierdo y desembarazándose un poco de la corbata. Traía un traje gris precariamente planchado, con una camisa azul claro y corbata a juego. El cabello peinado hacia arriba, reluciente.

— ¿De qué talla es tu traje? —río Frank, haciéndole un ademán para que pasara y sonrojándose ante el beso en la mejilla de éste.

— Buenas tardes… jovencito —asintió Cheech, mirando de pies a cabeza al recién llegado, mientras este tomaba asiento frente a Frank y junto a Linda Iero.

— Él es… —comenzó Frank, pero fue interrumpido por su padre.

— Él puede hablar sólo. No lo hagas por él, Frank ¿Cierto muchacho? —Frank miró a Zacky, ofreciéndole una disculpa y éste sólo sonrió asintiendo.

— Me llamo Zachary, señor —se apresuró a contestar, Linda le ofreció unos pequeños bocadillos, que Zacky agarró torpemente con la mano, usando su otra mano como pala. Linda sonrió horrorizada.

Frank no podía dejar de sentir una mezcla de lástima y vergüenza al ver la actitud de Zacky, pero simplemente se limitó a ser un observador, si veía que su padre se ‘pasaba’ en su comportamiento, interferiría de alguna manera.

— Y dime, Zachary ¿A qué universidad te postularás? —interrogó Cheech, Linda miró al aludido con una sonrisa.

— Eeeeeh, aun no estoy seguro —respondió éste, prestando atención al plato que tenía en frente y a los dos pares de tenedores.

— ¿Cuándo estarás seguro? —río Cheech, sin ocultar el sarcasmo en su sonrisa— No puedes dejarte estar, jovencito.

— Tal vez me tome un año libre —Zacky río nervioso.

“Oh Dios…” murmuró Frank para sus adentros.

— ¿Y para qué? —inquirió Cheech, mirándolo fijo.

— Aun no lo sé, quizás para viajar o algo por el estilo —al ver la mirada reflejada en los ojos de los señores Iero, supo que no había sido una buena respuesta. Frank hizo una mueca, el interrogatorio no iba por buen camino.

— ¿Viajar? —Cheech frunció el ceño y Linda bajó su tenedor— ¿Qué te crees? ¿Un rockero? — Zacky dirigió su mirada nerviosa a los ojos de Frank, éste sonrió cálidamente y le transfirió algo de tranquilidad. Tragó saliva y continuó— Sabes que Frank irá a Oxford ¿Cierto?

— Igual planeo pulir un poco mi latín… —se aventuró.

— Así que mientras Frank esté estudiando Medicina en Oxford… tú serás un gitano.

— No es gitano —murmuró Frank, Zacky río. En mal momento, la bebida salió expulsada por su nariz, sobre la ensalada de la señora Iero, para ser exactos.

— Yo soy un serio hombre joven. —murmuró Zacky con una careta de seriedad mal fingida. Cheech lo miró con el ceño fruncido— No… digo, un hombre joven y serio —río ante su propio enredo. Frank alzó una ceja, divertido. Las mejillas de Zacky se sonrojaron un poco por la mirada fija de los Iero y regresó a su debate sobre qué tenedor usar.

El lunes llegó rápidamente y la vergüenza ajena que sintieron los señores Iero ante el comportamiento de “ese muchachito Zachary” seguía siendo tema de sobremesa. Habían acordado invitarlo una segunda vez, para ver cómo se comportaba ahora sin tanta ‘presión’.

Eran ya cerca de las once de la mañana y los tres Iero dejaban su casa, camino al auditorio del colegio para el pequeño concierto que el grupo de música daría en honor a May.

— ¡Oh! —exclamó Frank, al ver una enorme canasta de flores fuera de la puerta principal. Su madre miró con ojos románticos el gesto y el señor Iero se apresuró a interrogar de quien venía ese gesto casi femenino. A Frank se le revolvió el estómago, ciertamente tenía una sospecha de quien podría ser el gesto y se arrodillo en busca de una tarjeta. — ¡Son para mí! —exclamó una vez obtuvo la tarjetita.

— ¿De parte de quién? —inquirió Linda, jugueteando con los lirios.

— Gerard… —sonrió enormemente al leer ese nombre en la tarjeta.

— ¿De qué se trata todo esto? —Cheech estaba notoriamente molesto con tal gesto.

— Cheech, me temo que Frank está recibiendo flores de un admirador —río Linda, dándole un leve codazo a su esposo.

— ¿Un admirador, qué clase de admirador? —interrogó mirando con mala cara.

— Alguien que me desea suerte para esta noche —sonrió Frank, aun observando su tarjeta.

— ¿Seguro que sólo te desea suerte? ¿Y de dónde saca el dinero para esto?

— Lo gana, o eso espero —Frank levanto la mirada, con una sonrisa dibujada en sus labios.

— ¿Lo gana? ¿Es que no estudia, acaso? ¿No va a la escuela? —Cheech se estaba encolerizando rápidamente.

— ¿Podemos irnos ya? —Frank pidió, guardando la tarjeta en su bolsillo.

— De lo contrario las flores de la suerte harán justamente lo contrario, harán que me pierda el concierto. Lo cual sería irónico ¿No? —se mordió los labios, calzándose nuevamente su guitarra y comenzando a caminar hacia la reja.

— No me gusta esto —dijo Cheech entre dientes, comenzando a caminar.

— Tomo nota de la objeción —sonrió Linda, dirigiéndole una mirada cómplice a su hijo— ¿Frank?

— Anotada —le devolvió la sonrisa a su madre.

— Si bueno, deben haber como unos 20 dólares de suerte ahí —murmuró aun junto al canasto de flores —digo, es mucho para un simple concierto de escuela. —Frank hizo una mueca, comenzando a molestarse. —No podemos dejarlas así —continuó, Linda se devolvió en busca de las flores —Yo robaría una casa en donde dejan todas estas flores afuera. Pensaran que estamos llenos de dinero. Gracias Linda —musitó una vez ella llegó a su lado y tomó el canasto de flores para dejarlo dentro de la casa. Frank rodó los ojos y se dirigió al auto, sentándose a esperar a sus padres.

love under rain ・ frerardWhere stories live. Discover now