Capítulo 21: Los padres lo saben todo

2.7K 282 88
                                    

El viaje a Inglaterra estaba a la vuelta de la esquina, finalmente cumpliría uno de sus mayores sueños, teniendo en cuenta que jamás había confiado en que su padre pagara su matrícula Oxford y menos el mantenimiento para estudiar en el viejo continente. Todos esos sueños parecían tan lejanos ahora, su presente era lo que Gerard le brindaba y aunque en un principio su propia mente pensante renegó ante eso, era lo que quería, vivir como Gerard vivía, más ahora que era oficialmente su novio. 

El título era para niños, era bastante inmaduro a su parecer el llamarse ‘novios’ el uno al otro, en realidad prefería el término amante, pero eso vendría bien después de haberse amado, después de haber sido uno gracias al sexo.

Su mente volaba mientras terminaba de preparar sus cosas, Gerard le había dicho que no llevara muchas cosas, que lo demás lo comprarían una vez allá, pero aun así su cuarto estaba hecho un lío.

Un sutil golpeteo de unos nudillos contra su puerta lo sacó de sus pensamientos, alzó la cabeza y vio a su madre acomodándose los pliegues de la falda mientras que con la mirada le pedía permiso para entrar.

— Pasa —dijo con una sonrisa, doblando un par de camisetas.

Linda entró a la habitación y se sentó sobre la cama, tomando una camiseta para ayudarle a doblarla. Estuvieron así unos minutos hasta que ella tomó una de las manos de Frank, haciéndole detenerse y voltearse a mirarla sorprendido.

— Frank, quiero que hablemos —murmuró, su mirada era cálida. La verdad no recordaba cuando había sido la última vez que su madre le había mirado de esa manera.

Ambos se quedaron mirando y Linda se hizo a un lado en la cama, palmeando el lugar donde antes había estado. Frank se sentó ahí y se quedó mirando, la curiosidad le carcomía por dentro pero esperaría a que ella pronunciara la primera palabra.

— Frank… a ver —se mordió los labios, Frank sonrío al notar esto.

 Al parecer había heredado eso de su madre, por unos instantes se sorprendió a sí mismo imaginándose a su padre haciendo lo mismo, no, definitivamente eso venía de su madre. La imagen de Cheech mordiéndoselos era… bastante perturbadora.

— Tenemos que hablar sobre Gerard, sobre el rumbo que está tomando tu vida… sobre ti, hijo —sonrío ella acariciándole la mejilla.

Al parecer había pensado y ensayado bastantes veces aquella conversación, el tiempo que le tomaba llegar al punto, sin duda, era lo que más le llamaba la atención al menor.

— ¿A qué te refieres? —la curiosidad le ganó.

— Veamos —suspiró ella, tomándose el cabello en una cola y dejándolo caer sobre su hombro derecho— Primero la escuela, desde que… Y no me interrumpas por favor, no estoy culpando a nadie. Desde que empezaste a salir con él, tus notas decayeron y tu atención en clases también. Hace poco… hablé con el director Frank, claro que no se lo dije a tu padre, él sería capaz de encerrarte en una torre si llegara a enterarse, Frank, hijo. Quiero que medites bien todo lo que quieres hacer, que veas lo que te conviene y lo que no y tomes una decisión.

— ¿Decisión, acerca de qué? —le interrumpió, tenía el ceño fruncido ante la labor de procesar cada una de sus palabras sin sentirse insultado.

— Es obvio que este hombre tiene intenciones contigo hijo, desde siempre supe que tú eras especial… —frunció un poco los labios ante esto— Pero siempre te acepté tal y como eras, es tu vida y tienes que vivirla. Pero no quiero que cometas errores Frank, si crees que Gerard es lo mejor para ti. Está bien. Pero por favor, no abandones tu futuro, tus estudios, por alguien que no lo vale.

Ambos se quedaron mirando, meditando en silencio. Frank dedujo pronto que las últimas palabras de su madre se dirigían nada más ni nada menos que hacia su propio padre, él sabía que había sido concebido cuando su madre estaba en segundo año de Universidad y que por su embarazo había abandonado su carrera, quedando a merced económica de su padre. Y que aunque nunca les faltó nada, no era lo que ella quería para su futuro.

— Creo que… no iré a la Universidad, mamá —murmuró algo asustado, pero recibió otra caricia en la mejilla. Ella simplemente se levantó de la cama y caminó hacia la puerta. Antes de salir, se volteó una última vez, con una sonrisa en sus labios y los ojos brillando por las lágrimas contenidas.

— Buena suerte en tu viaje, cuídate mucho y…  —suspiró fuertemente, y agregó casi con culpa— Sé que el autógrafo que trajeron desde Sumerville es falso, C.S Lewis murió hace un par de años.

Frank se recostó sobre su cama, mirando el techo y procesando cada una de las palabras de su madre. Ella lo sabía todo y aun así no se lo había dicho a su padre, ella estaba al tanto de cada una de las cosas que planeaba o había hecho y aun así seguía apoyándolo. Nunca se había sentido tan agradecido y nunca había tenido tantas ganas de abrazar a su madre.

Apretando los ojos se levantó de la cama y corrió por el pasillo hasta dar con su madre, esta no dijo nada cuando su hijo, unas cuantas pulgadas más bajo que ella la tomó por la cintura y le dio un fuerte abrazo. Simplemente le acarició el cabello y sonrío.

— Hace poco eras un pequeño de cinco años que corría a abrazarme cada vez que tenía miedo… y ahora eres todo un hombre —sonrío besándole la frente— Ya no llores —agregó enjugándole las lágrimas— En pocas horas tienes que tomar un avión.

La tarde cayó más rápido de lo que imaginó, la cena con sus padres transcurrió en completo silencio y luego, cuando Gerard llegó a buscarlo, fue como si le hubiesen sacado una piedra del pecho, que no le permitía respirar con normalidad. El ambiente en la casa de los Iero estaba tenso, y los ojos de Linda seguían rojos por las lágrimas antes derramadas.

— ¿Vamos? —dijo Gerard, una vez la maleta de Frank estuvo en el portaequipajes, junto a la de Gerard.

— Vamos —sonrío Frank, subiéndose al asiento del conductor.

Cuando Gerard estaba rodeando el auto para subirse, fue llamado desde la puerta de la casa de los Iero, Cheech estaba parado ahí con los brazos cruzados sobre el pecho y un  gesto poco amistoso en el rostro. Gerard le dedicó a Frank una mirada para que se tranquilizara y regresó hacia donde su suegro. Minutos después regresó al auto, con una sonrisa en los labios y un gesto divertido en el rostro.

— ¿Qué te dijo? —inquirió Frank, preocupado.

— Dijo que ya sabe que soy su yerno —río encendiendo el motor, Frank sintió como todos los colores abandonaban su rostro. Era definitivo, sus padres sabían lo que tenía con Gerard y no sabía si estar feliz o asquerosamente asustado con esto.

— ¿Eso es bueno o malo? —preguntó Frank mirándole de reojo.

— Bueno, es obvio —dijo acariciándole la mejilla— Pero me dejó algo bien en claro —agregó haciendo un gesto de reprobación, Frank alzó una ceja— No quiere nietos por ahora, así que tenemos que cuidarnos.

Frank abrió enormemente los ojos y la saliva que acababa de tragar se dirigió a sus pulmones, una tos seguida de lágrimas le invadió y cuando por fin pudo calmarse, Gerard seguía riendo.

— ¿Es en serio? —interrogó con el rostro completamente rojo.

Gerard se limitó a encogerse de hombros, con la sonrisa aun en sus labios.

love under rain ・ frerardWhere stories live. Discover now