La espera fuera del conjunto habitacional se había hecho larga y tediosa, Bert y él se habían aburrido de estar en el interior del auto, así que habían salido a sentarse en la parte delantera del mismo, apoyados en el capó y con un cigarrillo entre los labios. Bert había desistido en su intento de hacerle entender que lo que Gerard y Quinn habían era por su bien. Porque le dolía la cabeza, la garganta y además creía que estaba bien que el chico peleara por eso. Después de todo no eran mujeres para ser reducidos de esa manera.
— Gracias, adiós.
Gerard le dijo a la mujer antes de cerrar la puerta principal a sus espaldas y empezar a avanzar con paso rápido hacia el auto estacionado. Quinn lo seguía de cerca, con un cuadro cubierto con su chaqueta. Ambos iban con sombrero y lentes oscuros.
— Vamos —Gerard le dijo bajito al oído al pasar por su lado, poniendo una mano en la cintura del avellana.
Quinn no dijo nada, se limitó a dejar el cuadro cubierto en los asientos traseros, de forma diagonal para luego sentarse en el asiento del copiloto y sacar un cigarrillo. Gerard ya estaba ubicado en el asiento del conductor y con un gesto de la mano le indicaba a Bert y Frank que se subieran pronto al auto.
— ¡Frank! —Quinn gritó, en su voz se notaba la impaciencia. Bert ya estaba ubicado en los asientos traseros.
— Puedes quedarte ahí si quieres —Gerard habló ahora, Frank seguía mirándoles de forma interrogante— Pero por tu bien no te lo recomiendo —agregó.
Y eso bastó para que Frank corriera hacia el auto, sentándose al otro lado del cuadro y cerrara la puerta fuertemente. Tan pronto como Frank tuvo ambos pies encima del auto, éste partió y se perdió por donde habían llegado.
Bert le quitó la chaqueta al cuadro y se puso a examinarlo con curiosidad, lanzándole miradas furtivas a Frank para que mirara con él el cuadro, pero Frank estaba demasiado inmerso en sus pensamientos como para darse cuenta. Además el paisaje externo parecía extrañamente interesante a sus ojos.
— ¡Frank! —Bert le movió del hombro, pero éste no respondió.
Bert suspiró enormemente y ahora lanzó una mirada hacia los asientos delanteros, intercambió un guiño con Quinn y pronto este alzó la voz sobre el sonido del motor, Gerard tenía la vista pegada en frente.
— Lamento haber sido rudo contigo allá, Frank —se disculpó con una sonrisa— Pero así es como hacemos las cosas —suspiró quitándose los lentes negros.
— Un procedimiento bastante tonto —acotó Gerard sin desviar la mirada.
Y Frank bufó sonoramente.
Luego de unos minutos conduciendo de vuelta a Sumerville, llegaron al hotel donde se hospedaban. Quinn fue el primero en bajarse y Bert lo hizo luego, besándole los labios cuando éste se acercó a recoger el cuadro.
— ¿Quién quiere ir al bar a tomarse un trago? —exclamó Quinn, dándole otro beso a su pareja.
— Vayan ustedes —Frank había aprovechado que habían abierto el portaequipajes del auto para tomar la mochila donde traía sus cosas— Yo me devuelvo sólo a casa —agregó y comenzó a caminar hacia la calle, ignorando las palabras de Bert y Quinn.
Gerard se había bajado del auto y lo miraba con el ceño fruncido. Pero con un gesto con la cabeza que le dio Quinn salió caminando detrás de Frank.
— ¿Frankie? —exclamó intentando alcanzarlo, éste solo aceleró el paso al escuchar sus palabras— ¡Frank! —gritó ahora y fue suficiente para que Frank se parara en medio de la calle y se girara a mirarlo con una ceja alzada.
Frank se giró y se mordió los labios, el mayor sonrió de lado y con paso decidido se acercó al chico de ojos avellana que le miraba molesto.
— Es un mapa viejo —comenzó y Frank notó que estaba hablando del cuadro— De caminos, la pobre señora ni sabía lo que era —río— Era un desperdicio dejarlo ahí, no debería pasar el resto de su vida en una pared de una casa de suburbios —se acercó aún más, Frank respiraba entrecortado, escuchando cada palabra— Debe estar con nosotros, lo cuidaremos adecuadamente ¡Lo liberamos!
— ¿Liberado dices? —Frank habló, se escuchaba aún más molesto de lo que demostraba su rostro— ¿Eso es un sinónimo de lo que haces?
— No actúes de manera tan estirada Frank, eres mejor que eso —Gerard acercó una mano para acomodarle el cabello pero Frank la esquivo con un golpe— Bebiste todo lo que te pusieron frente de un solo trago y golpeaste el vaso en la barra pidiendo más —agregó sonriéndole.
Frank rodó los ojos y suspiró enormemente. Si bien quería salir corriendo e irse a casa, olvidarse de él y seguir con su vida… había algo que le obligaba a quedarse. Una parte de él, una gran parte de él, quería quedarse y seguir escuchando, ver que venía después y… probar sus labios de nuevo.
— Nosotros no somos listos como tú —siguió Gerard un poco más confiado al notar que el gesto de Frank había cambiado— Así que tenemos que serlo de otras formas —Frank bufó— Porque si no lo fuésemos, no habría diversión.
Frank levantó el mentón y frunció los labios, borrando el amago de una sonrisa de sus labios. Quería seguir escuchando.
— Tenemos que ser listos y rápidos con mapas, esas cosas… —sus manos bajaron a las de Frank, intentando quitarle la mochila pero sin lograrlo, sonrió y siguió hablando— ¿Quieres saber qué es lo que son las estadísticas? —Frank alzó una ceja— Las estadísticas son señoras viejas que se asustan de la gente de color, así que mudamos a la gente de color cerca de sus casas y las señoras se van, entonces compro sus casas más baratas. Eso es todo.
La sonrisa se ensanchó en la cara del de ojos verdes cuando notó que Frank había dejado de forcejear. No sabía por qué le importaba tanto el muchacho, en tan poco tiempo había desarrollado un lazo tan fuerte con él.
— Y… —siguió hablando— Si no te gusta, lo entenderé. Podrás volver a casa tranquilo, escuchar tu música, tocar tu guitarra, hacer tus tareas de latín —una de sus manos se aventuró a deslizarse por la mejilla del menor y éste se dedicó a temblar bajo su roce, más no hizo nada para quitarlo— Pero todos estos fines de semana, los conciertos, los restaurantes y esas cosas… no crecen en los árboles.
Ahora Frank frunció el ceño ante la última frase. Por un momento le había recordado tanto a su padre que se estremeció de sólo pensarlo. Gerard notó su reacción y bajó la cabeza, algo contrariado.
— Esto es quienes somos, Frankie —ladeo la cabeza, indicándole con el mentón donde estaban Quinn y Bert afirmados contra el auto fumando y besándose.
Sus ojos volvieron a encontrarse con los de Frank, se sonrieron por unos momentos y Gerard volvió a bajar las manos para quitarle la mochila y regresar al auto, pero Frank no cedió, su sonrisa se borró y lo intentó nuevamente, Frank se mordió los labios y río bajito, haciendo que Gerard se estremeciera al escucharlo. Jamás lo había oído reír de esa manera. Frank sonrió triunfal, pero una mano de Gerard subió a su cintura y él apoyó la mano libre en el hombro de éste. Sin darse cuenta comenzaron a girar en medio de la calle, bailando un lento y tranquilo vals. Gerard no perdió el tiempo y rápidamente sus labios buscaron los contrarios, Frank le besó despacio y se aferró a él, abrazándole.
— ¡Vengan ustedes dos! —Bert gritaba desde el balcón de la habitación con dos copas en las manos— Estas son para ustedes si suben rápido.
Frank le dedicó una sonrisa y comenzó a caminar hacia el hotel con Gerard caminando detrás de él. Al parecer había escogido seguir con Gerard y cerrar los ojos ante su trabajo.
YOU ARE READING
love under rain ・ frerard
Fanfiction| MPREG | Frank es el hijo modelo, con excelentes calificaciones y grandes sueños de ir a Oxford. Gerard es un misterioso hombre de 35 años quien junto a sus negocios y llamativos secretos luce demasiado llamativo ante los inexpertos ojos de Frank...