Capítulo 29: El anillo.

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Los dos días siguientes luego de abandonar el colegio, Gerard había estado desaparecido. Por lo tanto, Frank había pasado la mayor parte del tiempo encerrado en su cuarto, mirando las fotos y escuchando música. Recordando el hermoso tiempo en Londres. Su pijama no lo había abandonado en esos dos días, quejándose de aquel malestar y diciendo que así, se sentía cómodo.

El tercer día fuera del colegio, alguien llamó a la puerta principal. Frank estaba demasiado ensimismado como para escuchar el rumor de los pasos por la escalera, tampoco escuchó cuando unos nudillos tocaron la madera de su puerta y sus ojos se abrieron sorprendidos cuando vieron a Gerard parado en el umbral de la puerta de su cuarto, con Linda detrás.

— Los dejaré solos —dijo en un susurro, dedicándole una significativa mirada y bajando luego las escaleras. Frank se avergonzó al verlo ahí, llevaba dos días sin ducharse y estaba completamente deshecho. Se levantó de inmediato de su cama e intentó sonreírle.

— ¿Qué sucede? —preguntó Gerard, pidiendo permiso luego para entrar.

— Nada, es sólo que… es extraño… nunca habías entrado a mi habitación —contestó paseando la mirada por sus paredes decoradas con recortes de revistas y dibujos hechos por sí mismo.

— Es una hermosa habitación —dijo Gerard, admirando un diente de león dibujado con marcador negro en la pared contraria— Refleja tu personalidad a la perfección…

El menor sonrío enormemente, orgulloso de sí mismo y con el ánimo recuperado.

— ¿Cómo has estado? —Gerard le interrogó, dejándose caer junto a él sobre la cama. Frank hizo una mueca.

— Me siento mucho mejor, bueno, un poco… de todos modos, ya no vomito tanto y… estoy más saludable —sonrío— Tengo que ir a buscar los resultados de mis exámenes de sangre, para descartar cualquier enfermedad.

Gerard asintió una vez y acarició su mejilla, dedicándole una cálida sonrisa y un ‘te amo’ delineado con los labios. Las mejillas de Frank tomaron un fuerte carmín y, excusándose con ir al baño para tomar una ducha rápida, salió de la habitación.

Casi treinta minutos después, un Volvo salía desde la propiedad Iero, camino a la casa de Quinn al otro lado de la ciudad. Frank se había puesto una camiseta holgada y unos jeans, junto a unas gastadas zapatillas. Quizá era el ánimo o el cansancio acumulado, pero realmente no tenía ganas de fingir que se vestía bien cada vez que se veían con los amigos de Gerard. Y él parecía no prestarle mayor atención a esto.

— ¡Aquí viene nuestro pequeño rayito de sabiduría! —exclamó Quinn en cuanto los vio entrar, Bert tenía un cigarrillo entre los dedos y los saludó desde uno de los enormes sofás.

— Hola Quinn —saludó Frank devolviendo el abrazo, Gerard le sonrío solamente y tomó asiento junto a Bert.

— ¿Qué tal la escuela ahora que regresaste al panorama habitual? —le preguntó Bert, exhalando una enorme bocanada de humo.

— Ya no… estoy yendo al colegio. —susurró, los tres pares de ojos se pegaron sobre él. Al parecer había olvidado contarle ese pequeño detalle a Gerard antes de llegar.

— ¿Por qué? —Gerard le preguntó, aunque sonaba más como un reproche.

Y sin ánimo, procedió a contarles la pequeña discusión con su profesor y Director. Luego de muchos suspiros y ‘no importa, está bien’ los tres hombres parecieron quedar conformes con dejar el tema de lado.

— Eres la persona más inteligente que he conocido… —susurró Bert mirándole con algo similar a la lástima.

— Y estas en último año ¿No hay manera de hacer que te reincorporen? —Gerard dijo, dejando su cigarrillo de lado.

love under rain ・ frerardWhere stories live. Discover now