Capítulo 22: ¿Una suite?

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— ¡Vamos una hora tarde! —exclamó Frank mordiéndose las uñas.

Si bien habían salido de casa con el tiempo justo, entre semáforo y besos este tiempo se había acortado terriblemente. En cuanto llegaron al Aeropuerto ambos corrieron a la sala de embarque, pero el avión ya se había marchado. Luego de explicarles su situación a diferentes personas, les dieron como solución tomar un vuelo al mismo destino que salía al otro día en la mañana. Y refunfuñando, habían aceptado. Frank seguía molesto con esta situación, la verdad es que pensaba que tendrían que pasar la noche donde sus padres y tan solo pensar en regresar a casa le aterraba increíblemente. Su padre podría actuar como el ogro que solía ser siempre y negarle el viaje.

— A unas calles hay un hospedaje, nos quedaremos ahí esta noche y mañana tomaremos el primer vuelo a Londres ¿Está bien? —Gerard sonrío abrazándolo por la cintura y con un beso sobre sus labios, Frank aceptó.

En cuanto llegaron al lugar Frank se sintió maravillado, si bien esperaba un cuarto simple, una cama, un baño y quizá un televisor, se llevó otra grata sorpresa de parte de Gerard. El cuarto era como un mini-departamento, en cuanto entraron se encontraron con una pequeña sala de estar y dos puertas en la pared contraria.

— ¿Y la cama? —preguntó torpemente, buscando con la mirada el lugar donde quería pasar la noche.

— Me he vuelto loco y pedí una suite —contestó Gerard con una sonrisa, dejando su maleta a sus pies.

— Es mucho dinero, Gerard —musitó Frank haciendo lo mismo. Sus manos se vieron atrapadas entre las de él y pronto estuvieron frente a frente.

— El dinero no es problema Frank, quiero que este viaje sea inolvidable para ti —sonrío besándole los labios, haciéndole estremecer una vez más.

Los besos pasaron a caricias y luego a abrazos, en torpes pasos se dirigieron a la habitación y mientras se acercaban a la cama la ropa empezaba a desaparecer. Los besos de Gerard viajaban con intensidad entre el cuello y el torso desnudo del menor, Frank apretaba las sábanas con fuerza entre sus manos, sonriendo con la boca entreabierta, esperando a que Gerard hiciera la siguiente acción.

— Frankie, espera —murmuró Gerard entre dientes, levantándose de la cama y saliendo por la puerta que dirigía hacia la sala. El menor le miró esfumarse, de pronto la curiosidad comenzó a emerger nuevamente, llevándose toda sensación libidinosa e intercambiándola por curiosidad pura.

— Pensé que podríamos practicar con esto —dijo Gerard una vez estuvo de vuelta en la habitación.

Frank lo miró sonriendo acercarse a la cama, esperaba verlo desnudo al igual que estaba él, pero Gerard seguía conservando su ceñida ropa interior, que si bien guardaba una erección que dejaba poco a la imaginación, no revelaba completamente su intimidad. La sonrisa de Gerard se esfumó en cuanto vio el gesto de asco y diversión del menor, quizá haber llevado una banana para practicar no había sido una buena idea. De hecho le hacía sentir estúpido al haber siquiera pensado en eso.

— ¿Con una banana? —Frank alzó una ceja, viendo como el mayor movía la fruta entre sus dedos.

— Pensé que así nos evitaríamos la primera parte —murmuró defendiendo su tesis.

— Gerard —río Frank avergonzado, ahora se tapaba el rostro con las sábanas— No quiero perder mi virginidad con una fruta —agregó acariciándole el lampiño pecho

Gerard pronto intentó volver a sus besos, una de sus manos le quitó la sabana de encima, decidido a avanzar sin cometer otro error. Pero Frank le miraba divertido, ya había pasado su momento. Y luego de evitar un par de besos se levantó de la cama, se puso nuevamente su ropa interior y tomó asiento en el pequeño sofá frente a la misma.

— Creo que el momento pasó —sonrío moviendo sus piernas en el aire— Quizá debamos esperar a Londres —agregó mirando divertido como Gerard se tapaba la cara con la almohada.

— Frankie —dijo mirándole a los ojos— Soy un idiota —río abrazando la almohada.

— Gerard —su tono de voz era serio ahora— Si pasa mañana en Londres, solamente pasará una vez —comentó con decisión. Los ojos del mayor se entrecerraron algo confundido, no sabía que comentario atinado lanzar para refutar esa idea.

— ¿Por qué sólo pasará una vez?  —preguntó cediendo ante su curiosidad.

— Porque la primera vez sólo pasa una vez —contestó Frank como si esto respondiera a todas las interrogantes. Gerard asintió, dándole paso para seguir hablando— Así que no me hables como si fuera un niño pequeño, nada de Frankie ¿Está bien? —Gerard asintió una vez más— Tienes que tratarme como… como a un hombre, un igual.

Gerard asintió de nuevo, su sonrisa seguía plasmada en el rostro, mirando divertido a ese chico de 17 años que tanto le hacía esperar por algo que otro le hubiese dado en el primer encuentro, y era eso lo que le maravillaba de él, que no era como cualquier otro. Que era especial y el sólo tenerlo, aun si tenía que esperar hasta el día siguiente, significaría tocar el cielo con los dedos.

Sonrío cuando Frank lo tomó de la mano y lo llevó hasta la pequeña sala de estar, se sentaron ambos en el pequeño sofá, uno junto al otro, sintiendo la piel erizarse con el sólo contacto.

— Pidamos champaña —dijo Gerard mirándole sonriente. Frank se puso de pie ahora y corrió al cuarto, en segundos regresó con la banana entre sus manos y sentándose nuevamente habló entre risas.

— ¿Servicio a la habitación? —bromeó usando la fruta como auricular, la cual pronto fue a dar contra la pared y sus labios fueron demandados por el mayor que luchaba por detener las risas.

Gerard amaba la espontaneidad de Frank, quizá el ser un muchacho tan educado e inteligente le daba la sabiduría que los años enseñaban a la fuerza, a veces simplemente olvidaba que estaba hablando con alguien casi 15 años menor, no era un menor de edad, simplemente era Frank.

Minutos después estaban chocando las copas, en la promesa de un viaje memorable y una primera vez gloriosa. Frank se sentía tan tranquilo, creía que al estar junto a Gerard solos en un hotel este se empeñaría en intentar volver a la cama, pero estaba completamente equivocado, Gerard disfrutaba mucho más el contacto, la conversación y la diversión que las conversaciones sin sentido le brindaban.

— Hay algo que siempre he querido preguntarte —dijo Gerard de pronto, Frank ladeó la cabeza con el ceño fruncido— Bueno, ya sabemos lo que la sociedad y tus padres quieren para ti pero… ¿Qué es lo que Frank quiere para Frank?

Frank suspiró ampliamente al escuchar la interrogante, el contenido total de la copa se vacío entre sus labios, sus ojos paseaban dentro de sus párpados y se tomó un buen tiempo para responder. La verdad no sabía qué era lo que quería para él mismo, ya que lo que su corazón quería, no era aceptado.

— Nada —respondió después de un rato.

— ¿Nada? —inquirió Gerard, se esperaba una respuesta mejor formulada tratándose de Frank, pero en vista de las copas de champaña y la situación en la cama, junto con el estrés del viaje aceptaba eso, creyendo que todo eso estaba jugando con su cerebro.

Frank sonrío ampliamente, rellenó su copa y luego de un suspiró agregó.

— Quiero hacerlo todo y nada a la vez, quiero dedicar mi vida a la música, a la literatura… Mi vida pide a gritos algo de arte —sonrío tomando un sorbo  de su copa— Quiero despertar en la mañana sin saber que pasará por la noche. Quiero recorrer el mundo sin un peso en los bolsillos. Quiero cumplir todos y cada uno de mis sueños… Quiero vivir, Gerard.

Ambos quedaron mirándose por lo que parecieron horas, las palabras seguían flotando en el aire, tan espontáneas pero llenas de vitalidad y sinceridad. Los sueños de alguien que está recién empezando a abrir los ojos al mundo son lo más fuerte que hay. La sonrisa de Gerard se había ensanchado aún más, sus ojos denotaban un orgullo tremendo y al mismo se veía bobo sonriendo de tal manera.

— ¿Sucede algo? —preguntó Frank frunciendo el ceño.

— Nada, nada —Gerard sacudió la cabeza— Es sólo que… fue una excelente respuesta —agregó dándole un beso sobre los labios.

love under rain ・ frerardWhere stories live. Discover now