Capítulo 34: Acción y reacción

2.4K 237 159
                                    

 

Vio a su amigo alejarse, llevándose todos los buenos recuerdos con él, las lágrimas se negaban a cesar y la lluvia parecía querer imitar el curso de ellas, empezando a caer, de pronto, copiosamente sobre su cabeza y hombros descubiertos.

Recordando su reciente fiebre echó a correr al único lugar seguro que conocía desde que tenía memoria: Su casa.

Entró dando trompicones y cerró la puerta principal sonoramente a sus espaldas. Sin limitarse a dar explicaciones o un saludo a sus padres, se lanzó escaleras arriba y se encerró en su habitación. Aun con la ropa húmeda se acostó en su cama, tapando su cabeza con la almohada y dándole rienda suelta a sus lágrimas.

Eran tantas las malas y sorpresivas noticias que había recibido en el último tiempo que obviamente estaba abrumado, Gerard, su amigo y… aquel pobre bebé que crecía en su interior.

Instintivamente se llevó una mano al plano vientre y lo acarició, quizá a simple vista no podía ver el pequeño bultito que poco a poco empezaba a aparecer, pero al tocar, reconocía la sensación de algo empezando a tensar la piel antes suave de su bajo vientre.

— ¿Frank? —la voz de Cheech resonó a través de la puerta. No respondió— Frank, ¿Te encuentras bien?

¿En serio su padre estaba preguntándole eso? ¿Desde cuándo aquel hombre se preocupaba por su bienestar si es que no había números inmersos en él? Se mordió los labios, reprimiendo la respuesta que su afilada lengua estaba por soltar. Lo que menos quería en esos momentos era causar más dramas.

— Sólo estoy cansado, papá —murmuró con la voz amortiguada por la almohada.

— ¿Necesitas algo? ¿Un café? ¿Leche? —preguntó una vez más, Frank frunció el ceño ¿En qué clase de retorcido mundo estaba?

— No, gracias —contestó con recelo. Escuchó a su padre chasquear la lengua y luego de unos instantes, alejarse por el pasillo.

Suspiró intensamente cuando supo que nadie regresaría por aquel pasillo y, luego de quitarse el calzado, se quedó profundamente dormido.

En sus sueños estaba sólo en una habitación oscura, desnudo y descalzo, completamente solo. Y a su lado, una cuna con un largo velo blanco. En ella un bebé de cabellos castaños y piel blanca, desnudo al igual que él… sus ojos cerrados, durmiendo plácidamente. Trataba de acercarse al indefenso ser, pero cuando sus dedos estaban por tocar la piel de su mejilla, esos pequeños ojos se abrían, revelando unos profundos ojos verdes… que dolían como mil cuchillas atravesando su piel y luego el sonoro llanto de la criatura.

Despertó sobresaltado, sentándose de inmediato en la cama, su frente sudando. Se llevó una mano al abdomen e inspiró fuertemente. La luz de luna era lo único que iluminaba la habitación.

¿Su bebé iría a tener los ojos de Gerard? ¿Y de ser así, sería tan difícil mirarlo a los ojos como lo había sido en su sueño?

Se imaginó a sí mismo dando en adopción a ese pequeño trocito de ambos sólo porque la similitud del mismo era tan grande con su progenitor, que se le hacía imposible intentar cuidarlo y criarlo.

— Tranquilo bebé… yo no renunciaré a ti —murmuró intentando convencerse a sí mismo. Y acostándose ahora bajo las frazadas, volvió a quedarse dormido.

Despertó temprano por la mañana, la casa estaba en completo silencio. Sabía que sus padres no lo dejarían en paz si bajaba a desayunar junto a ellos, de modo que se duchó rápidamente, se vistió y comió un trozo de pan antes de salir, intentando hacer el menor ruido posible.

love under rain ・ frerardWhere stories live. Discover now