Capítulo 7

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Dean se fue, sin que absolutamente nada sucediera y aún después de varios días me encuentro deseando que aquella noche hubiese terminado diferente.

Voy camino a casa de mi mejor amigo, necesito contarle todo esto a él. Estoy segura que va a irse de culo luego de escucharme, nos conocemos hace más de 10 años y desde entonces hemos estado juntos, lo sabe todo de mí y yo lo sé todo de él. Nunca hemos tenido secretos entre nosotros y no creo que los haya en un futuro.

Toco el timbre de su casa y mientras espero que alguien salga reviso mi celular, tengo un mensaje de Dean en el que pregunta qué estoy haciendo, tecleo un respuesta rápida y justo cuando la envío, Martha, la madre de Miguel abre la puerta.

- ¡Hija, qué bueno verte por acá! - se acerca a abrazarme y por supuesto yo la rodeo con mis brazos

- Hola, Martha. Llevaba tiempo sin venir, ya iba siendo hora, ¿no crees?

- Con lo que me gusta tenerte por aquí y tú te me desapareces, - me suelta y da media vuelta para entrar a la casa - pero sigue, sigue y cuéntame cómo están tus padres y Jay. - la sigo al interior de la casa y me siento en la isla de la cocina para charlar un poco con ella antes de hablar con Miguel.

- Están bastante bien, Martha. Tú también deberías pasarte por casa uno de estos días - la invito - y tomar café con mamá mientras hablan de sus cosas.

- No estaría nada mal, hace bastante tiempo que no voy a chismosear con tu madre - se ríe y yo la sigo - Miguel está en su habitación. Perdona el desorden; pero tú ya sabes cómo es él.

- Tranquila - hago un ademán con la mano restándole importancia - me sorprendería encontrar su habitación limpia. Te veo en un rato.

Me levanto de la silla que estaba ocupando y subo a zancadas hasta la habitación de mi mejor amigo, abro la puerta de manera ruidosa y dejo que se estrelle contra la pared.

- ¡Mira quién vino a verte, guapo! - saludo desde el umbral. Él se levanta de su escritorio y viene a mi encuentro.

- ¿Cuándo dejaras de azotar la maldita puerta? - me riñe mientras me abraza por los hombros y deja su barbilla sobre mi cabeza.

- Es mi sello personal, no puedo dejar de hacerlo - me defiendo cuando lo aprieto más fuerte entre mis brazos.

Amo a este hombre más de lo que las palabras pueden llegar a describir. Es la única persona fuera de mi familia que ha visto lo peor de mi ser y aún continua a mi lado. Es el hermano mayor que siempre quise y yo soy la hermana menor que él jamás tuvo.

- Llevas haciendo eso por tanto tiempo que no creo que sea fácil quitarte la costumbre, mocosa. - me suelta y vuelve al escritorio

- Me parece bien que lo sepas - suelto una carcajada mientras aviento al suelo toda la ropa que tiene sobre la cama y me impide acomodarme - Miguel, tienes 23 años, ¿qué esperas para aprender a ser un poco más limpio y ordenado? - lo regaño mientras me tumbo boca arriba en el colchón.

- Lo único que espero es terminar la universidad, conseguir un trabajo con buen sueldo y poder pagar para que alguien lo haga por mí - gira la silla para mirarme de frente - Ahora, ¿qué es eso tan importante que no podías contarme por mensaje? - me siento y recuesto mi espalda en el cabezal de la cama, suelto un suspiro y procedo a contarle todo.

***

Durante los últimos 40 minutos le hablé de Dean y todo lo que ha sucedido desde aquella noche en la que lo conocí. Le expliqué que me estaba sintiendo rara por querer que la noche del sábado me hubiese besado y el mal sabor que me quedo cuando se fue.

- Bueno, Alex, vamos a calmarnos un momento. No podemos adelantarnos, puede que sea la emoción de sentir algo nuevamente después de Derek - sentí una punzada en mi corazón, aún no le había comentado de mi encuentro fugaz con él en la cafetería - o puede que sí te esté empezando a gustar, así que no te afanes, un paso a la vez, mi pequeña saltamontes - se sienta a mi lado y pasa su brazo por mis hombros - todo estará bien.

-También debo contarte que la noche en la que salí con Dean por un café, me topé con Derek - espero a que Miguel explote, pero por alguna razón no lo hace, sólo deja salir un suspiro

- ¿Qué te dijo el bastardo? - está enfadado y sin embargo se está controlando

Miguel detesta con toda su alma a Derek por lo que me hizo, siempre quiso darle un par o más que un par de puños. No lo hizo porque no le dió la oportunidad de encontrarlo en la calle.

- En resumidas palabras quiere que lo intentemos de nuevo - le cuento

- Y asumo que lo mandaste a la mierda, ¿verdad? - sisea entre dientes

- Sí, algo así. Más o menos le dije que estaba bien sin él y que no lo necesitaba en mi vida. - confieso

- Esa es mi chica, pero ¿lo entendió? Y ¿tú cómo te estás sintiendo? - me cuestiona con suavidad

- No sé si lo entendió, espero que así sea - admito - y no lo sé, me siento un poco extraña porque fue un encuentro de lo más raro. Quiero decir que no lo había visto durante dos años y un poco más y justo vengo a encontrarmelo en esa cafetería, ese preciso día.

- Es aquí cuando tú dices <<por algo suceden las cosas>> - me da un poco de risa porque tiene razón, si fuera él quien me estuviera contando esta historia, yo le habría dicho exactamente eso

- Ya lo sé - contesto apresurada - pero ya no hablemos de Derek ni de mí, cuéntame cómo vas con tu nueva conquista. - le pido

- Alex, ella es un animal en la cama - dice con demasiada emoción y yo no puedo evitar soltar risas - Es en serio, mujer, tendrías que verla. Me tiene fascinado, encantado y todos los sinónimos que se te ocurran.

- Ay, Migue, amigo mío, quiero ver cuánto te dura la dicha esta vez - me lanza un cojín a la cara y hace una especie de puchero porque sabe que es cierto.

Cayendo por ti - En EdiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora