Capítulo 20

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Lamento la tardanza, pero aquí está el capítulo nuevo. ¡Disfrútenlo!

El sol pegando en mi cara y el calor que siento en mi espalda es lo que hace que despierte, me duele horrores la cabeza y la luz no me ayuda mucho. Me remuevo en la cama quitando el peso de las sábanas, miro a mi derecha y ahí está él, sus rasgos se encuentran relajados al igual que su respiración, me giro en su dirección y paso las puntas de mis dedos por su mejilla varias veces hasta que el calor se hace insoportable para mí y me obliga a levantarme.

De la maleta tomo la ropa que usaré hoy y camino hacia el baño decidida a tomar una larga ducha. Me detengo frente al espejo luego de cerrar la puerta y ahogo el grito de mi vida, tengo todo el maquillaje corrido, el cabello hecho un desastre y unas ojeras del tamaño de este país, ¡qué vergüenza!

Recuerdo absolutamente todo lo que sucedió esta madrugada y me alegra que Dean me haya convencido de esperar, estoy de acuerdo con él en tener mis cinco sentidos conmigo cuando suceda. Entro a la ducha y permito que el chorro de agua caiga en mi cara mientras me dejo llevar por mis pensamientos.

Reitero que estoy enamorada de él, mi pensamiento no fue producto del alcohol, sólo me ayudó a reconocerlo para mí misma. Es verdad que lo quiero y que estando a su lado me encuentro en una paz y tranquilidad que jamás había experimentado, con Derek todo era un caos, era como vivir dentro de un tornado; había calma por momentos pequeños, pero nunca como la siento ahora. Podría asegurar que no me importaría caer en picada por él.

Ahora, lo que sucedió con Sofía en el baño de la discoteca es otro tema que me ronda la cabeza. ¿Quién se cree que es para venir a amenazarme? ¿Con qué derecho? Por supuesto que estoy indignada. No quiero hacer de esto un problema mayor, así que creo que lo mejor es dejar las cosas como están y no contarle a Dean de este suceso, puedo con esto yo sola.

También tengo que hablar con Migue para saber cómo le fue con su propio dilema, pero ya lo llamaré. Quiero disfrutar las horas de hoy que me quedan con mi novio.

Paso más de cuarenta minutos en el baño, hasta que por fin salgo y Dean ya está sentado en el borde de la cama observando fijamente un zapato.

—¿Cómo dormiste? — levanta la mirada despacio, aún se encuentra adormilado

— Bien, ¿tú cómo sigues? — cuestiona con voz ronca

— Estaré bien.

Voy hacia mi maleta para guardar lo que ya no voy a usar por lo que estoy dándole la espalda, respiro unas cuantas veces y me preparo para encararlo nuevamente, el aire se siente un poco tenso. Doy media vuelta en mi lugar y me sobresalto al verlo a medio paso de distancia.

— Sobre lo de esta madrugada... — empiezo a decir pero el niega suavemente con su cabeza

— No te preocupes — se acerca más a mí, cerrando el espacio que nos separa y pone sus manos a cada lado de mi cara — Voy a ducharme y vamos a la locación. — asiento en un susurro y él deposita un beso en mi frente.

Se dirige al baño con un bóxer en su mano y yo me recuesto sobre la cama mirando al techo y perdiéndome en sus figuras.

***

No sé en qué momento me quedé dormida, ni cuánto tiempo pasó desde eso, sólo puedo sentir unas caricias ascendiendo y descendiendo por una de mis piernas, unos besos en mi mandíbula y bajando por el cuello varias veces.

Abro los ojos y me encuentro con los de Dean que están fijos en mí, sonríe de medio lado y va acercando su rostro al mío despacio, me besa en la comisura de los labios para luego centrarse en ellos. Estamos apoyados en la cama de lado, mientras nos besamos lentamente, de nuevo acaricia una de mis piernas y yo me apodero de su espalda descubierta ya que sólo tiene unas bermudas.

El beso se vuelve más intenso, pues empieza a mordisquear uno de mis labios y de ellos salen pequeños jadeos de puro gusto, sube su mano por mis caderas y la cuela debajo de mi blusa, acaricia mi cintura, mi abdomen, mi espalda y sube por ella pasando por encima del broche del sostén. Yo depósito mi mano en su espalda baja y juego tímidamente con el caucho de su bóxer.

Abandona mi boca para besar mi cuello, la clavícula y la base de mis pechos. Cuando menos me lo espero, se encuentra encima de mí y entre mis piernas que acunan sus caderas.

— Necesito detenerme ya o no voy a llegar a tiempo a la grabación — dice con voz entrecortada

Me decepciono un poco, pero lo comprendo, acarició su espalda y cabeza.

— Está bien, no hay afán. — me besa una última vez y se pone de pie para terminar de vestirse.

Cuando ya estamos listos, vamos por su auto y nos dirigimos a la locación correspondiente para el día de hoy. En todo el trayecto no tocamos el tema del que hemos experimentado hoy, pero el ambiente ya no está cargado de tensión por lo que puedo relajarme.

Una vez hemos llegado, aparca y bajamos del auto, toma mi mano y caminamos hacia la multitud, —aclaro que estoy exagerando— no me suelta en ningún momento.

—¿Qué hay tortolos? — pregunta Samuel luego de atravesarse en el camino y hacer que detuviéramos nuestros pasos de forma abrupta.

— Bien, amigo. — chocan los puños y yo opto por sonreír sin mostrar los dientes — ¿Qué tal tú?

— Después de un par de horas de sueño ya estuve como nuevo, pero díganme, ¿rompieron la cama? — pregunta con emoción y yo siento el calor acentuarse en mis mejillas, retiro la mirada de él y espero a que Dean conteste.

— No me jodas, Samuel, eso a ti no te importa. — le contesta Dean, posa su mirada en mí y me sonríe coqueto — Vuelvo en unos minutos Chispita, te quiero.

Besa la punta de mi nariz y va a los camerinos a cambiarse, no quito mis ojos de él y veo como Sofía se acerca para saludarlo efusivamente. Frunzo los labios y aprieto fuerte mis puños a los lados.

— ¿Qué? No me digas que tienes celos de Sofía — se burla Samuel

— ¿Y qué? — respondo a la defensiva

Samuel empieza a reírse descontroladamente, tomando con sus manos su estómago y tratando de decirme algo en medio de sus carcajadas que no logro entender, espero paciente a que se calme para que pueda hablar más claro; pero eso no sucede, sigue así por varios minutos. Cuando parece que ya, limpia las lágrimas que salieron de sus ojos y soba su estómago repetidas veces.

— Y bien...

— Ay, Alex, me has hecho la mañana con esto. — levanto una ceja ya irritada — bueno, no tienes porqué sentir celos de Sofía — sigue riéndose de a pocos.

— ¿No? ¿Y por qué no? — yo también suelto una risa, pero seca.

— Pues porque ella juega para el otro bando.

Cayendo por ti - En EdiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora