Capítulo 24

782 59 2
                                    

Había pasado poco más de un mes desde que Meredith se presentó en el apartamento de Dean exigiendo respuestas a los chismes creados por la prensa. Ya había conocido al resto de su familia y lejos de lo que pensé, todos fueron muy amables conmigo, tanto así que sus padres pidieron cenar con los míos, sentía que las cosas estaban yendo muy rápido; había visto a Dean por primera vez hacía tres meses y unos días y ahora nuestros padres ya se conocían y nuestras madres parecían amigas íntimas.

No podía evitar sentirme agobiada por toda esta situación y aunque creí que sólo era yo, Dean me confesó que él también estaba abrumado. Parecía que todo como que se nos venía encima, a pesar de que aún el mundo no sabía quién era la pareja de Morrison.

Hemos tenido especial cuidado con ello, pues no me siento preparada para que periodistas o lo que sea, empiecen a entrometerse en mi vida; si bien mi padre es un personaje reconocido, desde que tuve razón de ser objeté por no ser parte de su vida pública, sabían ya, que papá tenía dos hijos y estaba claro que ninguno de los dos quería la atención que cualquier celebridad deseaba.

Nuestros amigos más cercanos eran las únicas personas —fuera de la familia— que sabían de nuestra relación, evitamos frecuentar lugares públicos que mantenían atestados de gente y preferimos compartir en nuestros hogares, pedir comida a domicilio o cocinar nosotros mismos, ver películas en casa y toda esa clase de planes que aunque parezca aburrido, para nosotros no lo era, seguía llevándome al trabajo, algunas veces recogiéndome en la universidad y dejarme casa y otras yendo directamente a su apartamento. No está demás decir que aún y con todo el tiempo que compartimos solos en casa, no había sucedido nada más allá de besos y algunas echadas de mano, tengo que reconocer.

Por otra parte, he quedado en varias ocasiones con Miguel, siempre llevándome en su moto a dar largos paseos para reflexionar y hablar de lo mucho que han cambiado nuestras vidas en los últimos años, para mi sorpresa ha iniciado lo que parece ser una relación formal con Laura. Tal fue mi sorpresa ante semejante noticia que me eche a reír a carcajadas durante unos buenos minutos esperando que él lo hiciera conmigo y luego dijera que estaba bromeando y sin embargo eso no sucedió, también consiguió un trabajo y se volvió una personas más organizada, creo que Laura tiene mucho que ver en su cambio personal. Sé por Dean, que Leo está lastimado por esto, pues él tenía todas las intenciones de formalizar lo que tenía con mi amiga y este golpe por supuesto que no le sentó nada bien, lo entendió, lo aceptó, pero no pudo evitar sentir que su confianza había sido traicionada.

Jason mantiene sus encuentros ocasionales con Alejandra, no me agrada mucho; pero quién soy yo para prohibirle a mi hermano vivir cómo le dé la gana su vida sexual, me conformo con que sea responsable y se cuide.

Mi relación con Derek ha mejorado considerablemente, hemos aprendido a trabajar juntos como un equipo, él es otra de las pocas personas que sabe de mi relación con Dean y ha sido muy cortés al respetar nuestra decisión de mantener lo más privado nuestro noviazgo y callarse cuando ha tenido la oportunidad de revelar mi identidad a los periodistas, porque bueno, por aquí en la agencia sí que se pasean aquellos personajes.

— Entonces... ¿qué dices? ¿Cambiamos el color? — dejo de divagar entre mis pensamientos cuando la voz de Derek me devuelve a la realidad.

— Mmm...

— Estás muy distraída, Al. Si quieres paramos un rato y cuando te sientas más centrada retomamos.

— No, no. Discúlpame, empecemos de nuevo, prometo no distraerme más. — me observa reacio pero accede

— Muy bien. Yo creo que podríamos cambiar el color o bien, dejar el color y cambiar la tipografía.

Y en eso se fue toda mi jornada de trabajo.

Acabo de llegar a casa con mi mejor amigo, se ofreció a traerme esta tarde y evitar que sufriera en el trasporte público por no animarme aún a aprender a conducir. Saludo a mis padres y me dirijo a mi habitación con la intención de tomar algunas cosas que necesito para pasar la noche con Dean, aprovechando que el profesor canceló la clase de hoy.

No siento la presencia de Miguel hasta que lo escucho escarbar entre el cajón de mi ropa interior. Me lanza un conjunto de encaje a la cara justo cuando volteo a verlo.

— ¿Qué te pasa? — le digo entre risas

— Tienes que usar esto y volver loco a tu hombre.

Me destornillo de la risa en cuanto escupe esas palabras, tomo mi estómago con mis manos y me boto sobre la cama. Nunca tuve una mejor amiga, siempre fue Miguel el que estuvo a mi lado, con quien hacia pijamadas y a quien maquillaba y hacia mascarillas, siempre se quejó; pero debe reconocer gracias a mí es que su piel se encuentra libre los granos asquerosos que le salieron en su adolescencia.

Es más que mi mejor amigo, más que mi hermano, es mi alma gemela y no de forma romántica, es la persona que la vida destina para ti, para que te acompañe siempre.

— Eres un idiota, lo sabes ¿no?

— Pero me amas y no puedes vivir sin mí.

— Claro que no puedo vivir sin ti, realmente no puedo.

— No nos pongamos cursis, mocosa. Arriba que tengo que llevarte a casa de Dean y luego pasar por mi novia.

— Nunca, ni en mis mejores sueños, esperé escucharte decir eso. Repito que estoy muy feliz porque al fin aceptaste tus sentimientos por Laura.

— No sé qué demonios pasaba por mi cabeza al negarlos, me he perdido muchas cosas por tremenda estupidez. — suspira y se sienta a mi lado — Tampoco sé qué he hecho de bueno para que ella siga queriéndome.

— Pues ahora que la tienes contigo, aprovéchala al máximo y valórala cómo no supiste hacerlo antes— paso mi brazo por su cintura y lo apretó fuerte — los dos merecen ser felices.

— Gracias, bebé, por permanecer conmigo sin importar lo imbécil que he sido en la vida. — nos abrazamos fuertemente

— Vamos, campeón. Debes hacer una última parada antes de ver a tu amor.

Camino a la cocina con mi bolso al hombro, mis padres está ahí hablando de no sé qué criminales.

— Me vooooy — anuncio en tono cantarín, beso a mamá y papá en sus mejillas. A Tom no le agrada mucho que pase la noche con Dean, pero ha aprendido a mantener sus feas opiniones para sí mismo y valoro que lo haga.

— Cuídate, mi amor. — asiento a la petición de mi padre — Y tú, mocoso impertinente, conduce con cuidado. — Miguel es bien conocido en mi casa por haber sido un rebelde sin causa en su adolescencia y andar en su moto sin ninguna clase de protección.

— Tío, Alex llegará viva y completa a su destino, lo prometo. — Miguel perdió a su padre cuando era muy pequeño y desde que somos amigos, mi familia lo ha acogido como un miembro de la misma, sucede lo mismo con Martha.

— Tú también tienes que llegar vivo y completo a tu casa, hijo. — habla papá palmeando su hombro.

Salimos de casa y una vez en su moto tomamos camino a nuestro destino, me encanta sentir el viento pegar contra mis prendas y el casco. Media hora después, Miguel se estaciona frente al edificio en el que vive Dean, bajo del vehículo y le agradezco por traerme.

— ¿Quieres que te acompañe?

— No te molestes, envíale mis saludos a Laura. — le entrego el casco que he sacado de mi cabeza y peino mi cabello lo suficiente para no parecer una loca desquiciada — Ten cuidado, avísame cuando lleguen a casa, ¿sí? — asiente y nos abrazamos — Adiós, te amo.

Enciende la moto y no entro al edificio hasta que lo pierdo de vista, camino hasta el ascensor, una vez dentro presiono el botón que me lleva al noveno piso y tarareo la canción que suena por los parlantes, cuando he llegado a mi destino, voy sacando las llaves del apartamento, — sí, tengo una copia — abro la puerta y me recibe un olor exquisito y la música con un volumen alto, asumo que no se ha percatado de mi llegada, dejo el bolso sobre el sofá y entro a la cocina esperando ver a mi novio en ella y sin embargo es una chica con melena negra la que se encuentra haciendo la cena.

••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••

XOXOXOXOX

Cayendo por ti - En EdiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora