Capítulo 35

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Estas semanas han sido una completa tortura, creí que los primeros días eran los más duros y vaya que me equivoqué. Es ahora cuando más siento su ausencia.

Sé que lo último que Miguel hubiese querido, es que le llorara todos los días; pero no logro encontrar otra forma de lidiar con el vacío, el dolor, la desesperación y la desolación.

No se suponía que esto debía pasar.

A veces quiero creer que está de viaje y en algunos días volverá a entrar por la puerta de mi casa para abrazarme. Deseo con todo mi corazón verlo; aunque sé perfectamente que no es posible.

Anhelo sentir sus brazos alrededor de mis hombros y su mentón apoyado en mi cabeza, escuchar sus comentarios imprudentes y su risa escandalosa.

Incluso he rogado más veces de las que puedo imaginar que esto solo se trate de una pesadilla, que en la noche vaya a dormir y al día siguiente, cuando despierte, este mal sueño haya terminado; sin embargo es muy fácil pedirlo, que se cumpla es otra historia.

He visitado a Martha en varias ocasiones y siempre terminamos acostadas sobre la cama de Miguel, aspirando su aroma, aún se siente en el aire, llorando y hablando de las cosas que tanto le gustaban. Su olor me golpea justo cuando entro, pero me ayuda a sentirme un poco más cerca de él y quiero pensar que a su madre le sucede lo mismo.

Ha sido muy fuerte por lidiar con la pérdida de su esposo y su hijo, siempre dice que está segura de que ellos la cuidan y que aunque sean alucinaciones, puede sentir su presencia.

Hoy es el juicio del culpable de la muerte de mi mejor amigo.

Las autoridades dieron con él un par de días después del accidente, quiso escapar, pero le pisaban los talones en su huida.

No permitieron que mi padre sea el juez en esta ocasión, pues al ser una de las personas más cercanas a Miguel es normal que este caso lo vuelva personal.

Eso no nos detuvo, Tom habló con el hombre que deberá decidir la condena y acordó dejar en sus manos la situación, al igual que en las de Evan, el hermano de Dean, quien representa a Martha en los tribunales.

Me encuentro con mi familia, mi novio y mis suegros sentados detrás de Laura y sus padres, todos esperando que se dé inicio al juicio, todos hemos hecho lo posible por enfundar tanto apoyo como nos sea posible.

Quise estrangular con mis propias manos a ese tipo cuando ingreso esposado y escoltado, Dean fue más rápido que yo al prever mis movimientos y tomarme de los hombros antes de permitir que cometiera una locura.

Una vez inició todo mantuve mi mirada en aquel hombre, por mis poros salía todo el odio que siento en este momento y a pesar de ser consciente que este sentimiento solo a mí me hace mal, no impedí que se apoderara de mí.

Una parte de mi ser quiere largarse porque esto está doliendo demasiado y la otra quiere quedarse hasta el final, asegurándose que todo el peso de la ley caiga sobre él.

No pienso permitir que se vaya de rositas luego de haber asesinado a una persona, porque ya fue Miguel y mañana quién va a ser.

Ya saben: «el que lo hace una, lo hace dos y tres veces más».

¡Maldito, mil veces maldito!

— Se llegó a la conclusión — dejo de divagar en el momento que la corte habla — de que debido al completo desprecio que demostró por la vida humana y por la víctima, al no hacer absolutamente nada por evitar el choque y escapar del lugar del accidente, es una razón de suficiente peso para evidenciar que no le interesó el resultado que causó, por lo que no merece estar en libertad a partir de este momento.

»Fue decisión propia subir a su auto y conducir, aun sabiendo que se encontraba en estado alto de alicoramiento. Delito culposo

»Sentenciado a pasar una condena de cincuenta y dos años, diez meses y veinte días, sin posibilidad de libertad bajo fianza.

Hubiese querido que ese hombre pase el resto de su vida tras las rejas, que no volviera a disfrutar de las calles de la ciudad, mucho menos de volver a conducir y de probar siquiera una sola gota de alcohol.

Lo lamento por sus hijas y su esposa y si soy sincera, el hecho de que vaya a prisión no es suficiente; pues esto no le devolverá la vida a mi mejor amigo.

★★★

Veintitrés días han pasado desde que Miguel falleció, le he hablado cada uno de ellos y le cuento cómo estoy sobrellevando su partida.

Unos golpes en la puerta de mi habitación interrumpen mi conversación matutina.

— ¿Estás despierta? — Cuestiona mi padre desde el umbral, respondo afirmativamente con un sonido nasal sin intención de levantar mi cabeza o abrir mi boca.

Entra a mi cuarto cerrando la puerta a su espalda y se acomoda a un lado, me observa de forma melancólica, lo que me obliga a tragar el nudo que empieza a crecer en mi garganta y anticipa un llanto, centro mi atención en mis manos retorciendo los dedos.

— ¿Crees estar lista para un evento social? — interroga en voz baja

— No lo sé.

— Si te sientes más cómoda, puedes llevar a Dean. —Me siento recta sobre la cama.

— ¿A Dean?

— Sí, a Dean. — Corrobora — Puede que sea hora de que se presenten ante el mundo como la pareja consolidada que son.

— ¿Me estás hablando en serio? — Pregunto — ¿Quieres que esté en un lugar lleno de personas que te conocen, con mi novio?

— Es verdad que al principio no me agradaba mucho; pero él ha estado contigo de principio a fin. — Reconoce — Se conocen hace casi seis meses y estoy agradecido que en el tiempo que llevan juntos no hayan llegado con sorpresitas.

— Yo sé que en el fondo tú lo quieres. — me burlo

— No voy a aceptar nada, aún. — Suelto una carcajada — En serio, opino que deberías llevarlo, los Williams asistirán y su hijo también.

En cuanto osa por botar esa bomba se pone de pie y sale de manera apresurada de mi habitación.

El hijo de los Williams,fue el primero en romper mi corazón y por decisión propia no he vuelto a verlo, hace más tiempo del que puedo recordar.    

Cayendo por ti - En EdiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora