Capítulo 28

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Todo había sido espectacular, la sorpresa, la comida, la noche, en fin. Empiezo a amar profundamente el despertar a su lado envueltos en las sábanas.

No quería levantarme, pero el timbre de mi celular nos tiene desesperados, quito el brazo que mi novio tiene sobre mi cintura y me pongo de pie aún desnuda. No había visto mis notificaciones desde que salí de la oficina, pero se trata de una llamada de mi madre.

— ¿Hola?

— ¿Estabas dormida? — habla apenada

— uhum.

— Ay, cielo, discúlpame es que con tu padre queremos que vengan a almorzar y pensé que era mejor llamar temprano antes de que hicieran planes. — con señas le explico a Dean lo que sucede y él asiente de acuerdo con los planes de mis padres.

— Oh, sí claro, claro. — Musito — Te veo en un rato.

No dejo que responda pues corto la llamada y me meto bajo las sábanas nuevamente en busca de calor humano, rodeo a Dean por la cintura mientras recuesto mi cabeza en su pecho.

— Creo que tu madre ha hecho que se esfumen las ganas que tenía de seguir durmiendo. — se queja.

— ¿Estás seguro? — Inquiero — Yo pienso que aún tenemos un par de horas para continuar durmiendo.

— O podríamos tener un quinto round — propone coqueto en lo que acaricia mi costado.

— Oye, no sacias, ¿no? — respondo aplanando mis labios para que la sonrisa no se me escape.

Su respuesta es continuar con sus caricias y al tiempo hacer que mis pulsaciones tomen ritmos acelerados, es posible que con las cuatro veces de anoche y esta madrugada yo tampoco haya tenido suficiente.

***

— Vamos mujer, apresúrate. — me dice desde la sala, parece que tiene más ganas que yo de ver a mis papás.

— Salgo en cinco.

— Eso dijiste hace veinte. — Dios mío, si no tiene un poco de paciencia ahora no quiero imaginarme cómo será si llegamos a vivir juntos.

— Es tu culpa por entretenerme en la cama. — no acabo de terminar la frase cuando ya está recostado en el umbral de la puerta del cuarto con los brazos cruzados.

— Pues si hubiera sabido que ibas a tardar tanto te habría pedido que te arreglaras desde ayer. — comenta como si tal cosa.

— ¿Disculpa? — hablo acentuando cada sílaba y poniendo una mano en mi pecho indignada.

— No lo digo en serio, mi amor. — se acerca y me toma por la cintura, acaricia mi rostro, deja un pequeño pico en mis labios y cuando menos me lo espero me da un azote en el trasero que me hace brincar. — Andando, Chispita. — camina de vuelta a la sala — Se hace tarde y tengo hambre. 

Termino mi maquillaje y voy tras él mientras no deja de hacer comentarios sobre mi tardanza, me limito a reírme y dejar que se queje.

— Aunque no me importaría esperar si el resultado será verte así de hermosa siempre. — habla una vez hemos tomado camino hacia mi casa.

— Ah, pero tantos quejidos dicen lo contrario. — miro por la ventana de mi lado intentando ocultar mi sonrojo, aunque es en vano.

— No te pongas roja, Chispita. — dice burlón.

— ¿En tantos años coqueteando no has aprendido que eso no se dice? — protesto.

— Pero te ves tierna. — da un apretón a mi pierna, entrelazo nuestros dedos y pongo música exclusivamente para escucharlo cantar.

Y logro mi cometido.

Pasamos todo el trayecto entre canción y canción y como en el viaje me concentro puramente en su voz y en cómo parece arreglar cada una de las letras que suenan en sus labios.

— ¿Y si mis papás también están invitados a este almuerzo? — pregunta al tomar el ascensor — Mira, yo aprecio a tus papás demasiado; pero tener a los tuyos y a los míos en un mismo lugar y tan reducido — hace énfasis con sus manos y chasquea la lengua — es más de lo que puedo soportar a una hora tan temprana.

Suelto una carcajada y lo miro divertida.

— ¿Quieres tranquilizarte? — suplico — No creo que estén aquí, mamá me lo habría dicho. — puntualizo.

— Voy a creer en ti y te confiaré mi salud mental.

— Exagerado.

— Entremos a ver con qué nos sorprenden.

Nos recibe el olor característico del sazón de Eli. Me encanta como cocina mi mamá y muero por probar su menú de hoy.

Dean

No aguanto más el hambre y los gruñidos en mi estómago lo confirman, siento que empiezo a salivar justo cuando mi olfato percibe ese olor exquisito, benditas sean las manos de mi suegra a la hora de cocinar.

Parece que mis pies tiene vida propia y antes de dirigirme a cualquier otro lugar, tomo de la mano a Alex y la llevo conmigo para que me acompañe a asaltar a su madre.

— ¿Qué dice la suegra más linda del mundo? — saludo al entrar en el paraíso.

— No por tus halagos voy a dejar que tus sucias manos toquen mi comida, Dean. — me reprende justo cuando voy a coger algo, mi mano queda suspendida en el aire, despacio la devuelvo a su lugar y Alex no hace sino reírse— Vayan a lavarse las manos antes de sentarse a comer. — ahora sí nos saludamos bien, abrazos y besos.

— Ya nos vemos mamá. — Alex coge el cuello de mi camisa para sacarme de la cocina.

— Ah, antes de que se me olvide, — paramos en seco para escucharla — tendremos una invitada hoy.

Los dos nos quedamos mirándola esperando a que continúe y nos diga de quién se trata, pero se encoge de hombros simplemente.

— Está con Tom en el despacho. — nos informa — Si quieren saber quién es, vayan a saludar.

Nos enviamos miradas confusas con Alex, por lo menos tengo claro que no se trata de mis padres, pues Eli dijo «una invitada» y mamá no va a un almuerzo sin mi padre un sábado. Los engranajes de mi cabeza empiezan maquinar intentando adivinar quién puede ser; pero esta no es mi familia y siendo sincero, podría tratarse de cualquier persona, nos decidimos por saciar nuestra curiosidad y vamos en busca de Tom y su enigmática invitada, no puedo evitar que una risa bastante sonora salga desde lo más profundo de mi garganta.

— ¿Qué es tan gracioso? — interroga Alex — yo también quiero reírme. — hace un puchero.

— ¿No crees que esta haciendo demasiado misterio por una invitada?

— Mamá siempre ha sido así, sólo espero que la invitada secreta sea mi abuela. — cuando dice esto un brillo cruza sus ojos, le sonrío y empiezo a compartir su mismo pensamiento.

Me gusta verla de esta forma.

Es Alex quien toca la puerta y hasta que no oye el permiso de su padre para ingresar al despacho, no la abre. Dejo que siga primero y aprovecho para disfrutar del movimiento de su trasero, hasta que estrello mi pecho con su espalda y levanto la vista.

Todo atisbo de sonrisa, felicidad y/o buen humor se evapora, nada podía haberme preparado para este encuentro. A diferencia de mí, se ve radiante y parece contenta con nuestra presencia.

— ¿Carla? — susurra Alex.

— Carla. — le confirmo.

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Jes Jes Jes
¿Cómo la vieron, eh?
XOXOXOXOXOX

Cayendo por ti - En EdiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora