5. «Tus ojos»

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Lisa ni siquiera se dio cuenta de que se había metido en el servicio de los hombres

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Lisa ni siquiera se dio cuenta de que se había metido en el servicio de los hombres. Su necesidad de encontrar a Dalgom fue mucho más grande que su instinto de supervivencia; un error que le costaría muchísimo.

—No esperaba encontrarte aquí —le dijo Jungkook, escondiendo una de sus manos en las bolsas de su cazadora bomber color verde oscuro.

La chica se distrajo por el sonido de su corazón. Estaba latiendo muy rápido debido a esa voz clara y tenue. No debía siquiera determinar de qué color era su camiseta de ese día, pero al final le hizo una revisión rápida. 

Llevaba una camiseta por completo negra, unos tejanos rasgados por las rodillas y unas zapatillas juveniles que seguro pertenecerían a una marca muy costosa. El pelo lo tenía ligeramente despeinado y, aunque se notaba agotamiento en su cara, sintió que sólo por ella estaba mostrando un poco de ánimo. Y esta emoción no le convino pues se sonrojó delante de él.

—Esto no es lo que parece —aclaró, tragando saliva—, en ningún momento he querido...

—No hay problema, no he pensado nada. Son accidentes que ocurren.

Ahí estaba el Jungkook pacífico y encantador de siempre.

Lisa soltó una risilla nada pastosa. Se estaba ahogando por la pena y los nervios.

—Tal vez..., pero de verdad no ha sido mi intención entrar aquí. Es que no me he fijado por dónde iba.

De un instante a otro, Jungkook comenzó a avanzar hacia adelante y ella no comprendió su proceder. Tensa ahora, sintió que Dalgomi se arremolinaba para bajar de su arresto, pero no le dejó ir por más que se vio intimidada por el andar de ese chico. 

Afortunadamente, Jungkook sólo quería llegar a los lavabos. Hasta ese punto, Lisa se fijó en la apariencia minimalista del sitio. Estaba conformado de grandes superficies blancas, metálicas y grises, además de arreglos sofisticados y nada aparatosos. Daba una curiosa sensación de calma.

—Su cara me parece conocida —comentó Jungkook, señalando a Dalgomi y ocupándose, mientras tanto, de ponerse jabón líquido en las manos—. Es el perrito de Jisoo noona, ¿no?

Lisa recordó con enfado la razón por la cual se hallaba atrapada en esa situación.

Afirmó su especulación y en seguida añadió:

—Es un perro malo, me hizo seguirlo por varios minutos y, cuando por fin lo encontré, se metió en este lugar. Pero, como se entere Jisoo unnie de esto, no estará tan contento como se le ve ahora y entonces sí que podré disfrutar el que no le den... —se calló al ver que su furor la estaba haciendo decir cosas de más y que, por supuesto, no necesitaba confiarle.

Jungkook la observaba con diversión. Sí, era tan incómodo estar con él como lo recordaba. 

Con los labios temblando, el pecho agitado y los ojos bien abiertos, se armó de valor y le dio una cortés sonrisa.

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