37. «Conversaciones de almohada»

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(ÚLTIMOS CAPÍTULOS)

Todo cambio llevaba una resistencia. Tristemente, la vida no era color de rosa ni perfección. A esto le aludía su nueva tristeza: Lisa había vuelto a distanciarse de él por su culpa.

Apenas consiguió respirar cuando la chica dio un pausado beso a sus labios. Capaz de conocerse aun sin verse, sus bocas despertaron al sentirse.

Descartaba haberse sentido así en algún otro momento. Parecía que ella era la primera mujer en su vida, la primera a la que le había dado un beso y la primera que había abrazado y querido así. El amor era increíble..., pero el destino y sus sucesos impredecibles lo eran todavía más.

—Jungkook, espera —dijo, separándose de su rostro—, te estás poniendo muy frío. ¿Qué te ocurre? ¿Te sientes mal?

Intentar enfocarla de pronto fue muy difícil. Las pestañas le pesaron mucho y él sabía por qué, pero se molestó consigo mismo y detestó que no estuviera lo suficientemente centrado como para decirle con la mirada que todo estaba bien.

—No —mintió en un susurro muy débil—. Es el momento, es que está haciendo un poco de frío aquí.

Lisa frunció más la frente y se acercó ahora con la finalidad de tocarle las mejillas, a lo que cerró los ojos.

—No, no estás bien. Mira, no puedes mantener ni los ojos abiertos. Creo que vas a desmayarte.

—Tranquila, estoy bien —abrió la mirada de golpe—. No pasa nada. Es sólo cansancio.

—¡No!, ¡estás mal! ¿Qué tienes? Yo tuve la culpa, ¿verdad? Por lo que pasó en la noche...

—¿Qué? No, no, no —Claro que su idílica noche no tenía nada que ver—, tú no tienes la culpa de nada. Soy yo que... no me he cuidado bien.

No se había planteado el desvelarle a nadie que, en cuanto llegó a su habitación después de estar con ella, lo abordaron unas náuseas salidas de la nada (pero, por supuesto, con una gran justificación futura). La boca de su estómago había sido resentida cuando menos lo pensó. Muy pronto creyó que algo le había caído mal de toda esa aglomeración de comida en la fiesta de Halloween, pero entonces, mientras escuchaba entre sueños que Namjoon le apuraba para que no se levantara más tarde de lo que ya era, determinó que su malestar iba de algo mucho más serio.

Ni supo cómo se duchó y salió del cuarto. Sólo recordaba que debía mostrar una imagen normalmente imperturbable para todos. A lo mejor comer algo saludable en el desayuno le servía para asentarle la barriga y revitalizarse un poco. Consiguió que el dolor fuera llevadero por unas horas, pero el agotamiento creció después. Su conflicto mayor fue que había logrado enfadar a Lisa con sus estúpidos comentarios y por eso decidió coger su muy penoso último aliento y aprovechar que Jisoo le dijo que su grupo asistiría a la función de danza para encontrarse con Lisa.

—Vamos —la chica tiró de él, haciéndole de súbito un gesto casi aniñado con la boca. Aunque no entendió lo que le estaba pidiendo—. Venga, Jungkook, tenemos que ir.

—¿A dónde? —preguntó con mucho trabajo mientras era llevada por ella hacia la entrada de ese cuarto de servicio.

—Tengo que avisar a tus managers que estás mal.

Se detuvo de tajo.

—No, Lisa —Sus palabras negativas hicieron que se girara para verlo—, no quiero que te veas involucrada.

—No me importa.

Tuvo que exigirle que andara cuando él se mantuvo reacio a obedecerle. 

—¡Jungkook, vamos!

Deja VuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora