16. «¡1!, ¡2!, ¡3!»

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Unos días previos a que Lisa le confesara a Rosé sus sentimientos y que la magnae tomase la decisión de olvidarse de ello por ahora, todo estaba listo para el concierto de Bangtan Sonyeondan en tierras tailandesas, en Bangkok, donde el grupo daría el segundo día de su tour WINGS III y se despediría hasta una próxima ocasión de sus fans en el Impact Arena. Su segundo día y último, por la tarde. Era algo realmente agotador, pero los chicos lo disfrutaban porque amaban estar arriba del escenario y escuchar las aclamaciones radiantes de sus fanáticos o A.R.M.Y, como se llamaba su club de fans.

En backstage, Jungkook terminaba de lavarse los dientes cuando su manager Sejin le dijo a través de la puerta de servicio:

—Quince minutos y a escena, Jungkook. Necesitas que te retoquen el maquillaje.

Le dijo que iría pronto y, con cuidado de no ensuciar o maltratar su perfecto vestuario de inicio, terminó de enjuagarse la boca. Se limpió con una pequeña toalla que era suya. Generalmente, a excepción de ocasiones en que lo olvidaba, Jungkook llevaba a los conciertos su propio kit de primera necesidad, en donde no faltaban cepillos de dientes, pastas, toallas absorbentes, hilo dental, bálsamo labial e incluso limas para perfeccionar sus uñas. Era muy metódico en su apariencia, aunque no se limitaba a subir selcas de él sin una gota de maquillaje a la cuenta oficial de BTS en Twitter.

Apresurado, escondió su cajita personal de aseo en uno de los estantes y salió del cuarto de servicio para irse a encontrar en la sala principal con el resto de sus compañeros que acababan de ser retocados en maquillaje, peinado y vestuario por sus respectivos asesores. Su manager Sejin, mientras veía unos folios y charlaba por el móvil, le hizo una seña para que se acercara a donde una estilista le esperaba junto con algunos instrumentos de maquillaje. Era su segundo concierto en un mismo lugar, pero se sentía como el primero. La emoción por estar en el escenario siempre gobernaba todo su sistema.

Las manos de la estilista atacaron con una notable prisa su rostro al estar a su disposición, específicamente retocó sus ojos castaños. Entonces lo peinó con el fin de darle más desenvoltura a su flequillo y le aplicó un poco más de sombra líquida en los labios.

—Jungkook, otra vez te lavaste los dientes, ¿verdad? —la estilista resopló muy cerca de su cara—. Tú siempre me haces trabajar doble. No tienes compasión de mis nervios.

—Lo siento, noona.

Jungkook sonrió, aunque no tardó mucho en cerrar los ojos. Necesitaba relajarse pues los nervios estaban en todo su cuerpo. 

Sintió las caricias de aquella mujer que era bien conocida por él ya que era parte del staff de su grupo y vivió algo o, bueno, se volvió a imaginar algo que, así lo deseara con la más grande intensidad, no volvería a suceder. 

Vino a su mente el recuerdo de las manos de Lisa en su rostro y tembló así bajo el toque de la estilista. Esta le susurró un "¿estás bien?", a lo que, amablemente, sin abrir los ojos y sólo encargándose de sentir o revivir aquella dichosa sensación, le respondió que todo estaba bien. Aunque nada fuera verdad.

Había perdido la cuenta de los momentos que soñó despierto pensando en ella, en Lisa. Aún no comprendía del todo por qué, pero, cada que se quedaba solo, Lisa era su mejor alternativa para distraer su cabeza. 

Si bien era verdad que su vida dentro de BTS ocupaba su mente al cien por ciento, así también, sus pensamientos estaban animados por esa joven. Si no estaba pensando en su grupo, estaba pensando en Lisa, o viceversa; y a veces les pensaba a los dos a la par, mezclándoles así. El punto consistía en que, aun si no lo hiciera aposta, Lisa arrebataba su cabeza la mayor parte del tiempo.

Deja VuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora