41. «La razón»

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Estaba tan asustada.

Había cambiado el cruce de sus piernas por el lado izquierdo. Ahora estaba la derecha sobre la otra. Se sentía en el interludio de una obra de temática de terror. Pronto, cuando el personaje estelar apareciera, los segundos se volverían lustros y el correr de su corazón se detendría.

Formó una mueca histérica cuando escuchó que la puerta de la oficina principal del edificio de YG Entertainment se abría por fin y después de una eterna espera. En cuestión de un momento se sintió como si estuviera en el desahogo de un juicio y a ella se le fuera a decretar una sentencia definitiva por algún crimen.

Nerviosa, se limpió las manos por los pantalones y se levantó de uno de los asientos de la sala para, como todo buen artista, saludar con pleitesía a su gerente apenas lo vio. Pero Yang Hyunsuk pretendió no darse cuenta de su muy imperdible presencia y pasó de largo su muestra de educación, sentándose con un temeroso suspiro en su silla giratoria.

Lisa no comprendió lo que debía hacer. Por lo general hacía toda clase de chorradas para capturar la atención de su CEO. Sin embargo, ese día, esa mañana, mejor dicho, las bromas estaban incineradas, y muy lejos de allí.

—¿Hace cuánto entraste como aprendiz a esta empresa?

Yang Hyunsuk no la observó. Miró, en cambio, el contenido de su teléfono.

Aun sabiendo que no debía bajar la mirada, por una brevedad la bajó ya que, tal cual lo hubo premeditado, el que su presidente no la mirara al hablarle con esa seriedad fue mucho peor que si la estuviera mirando.

—Hace cinco años.

—¿Y hace cuánto fuiste elegida para estar en el grupo femenino que iba a debutar?

Lisa tragó saliva con gran trabajo.

—Hace aproximadamente tres años.

—Ha pasado un tiempo, ¿no? —su CEO le dirigió su fría mirada.

Ella asintió y entonces ya no hubo marcha atrás porque conocía bien lo que se avecinaba ahora. Su presidente no iba a actuar con condescendencia. A pesar de haberse sentido valiente al aventurarse sola a encontrarse con él en su oficina luego de que sus amigas le hubiesen animado entre palabras de aliento y frases fraternales, mientras más sentía la mirada de ese hombre sobre ella, una por una sus intenciones de tener una actitud tranquila y esperanzadora se hacían polvo. Después de todo, no era del todo un acierto imaginar que el candil de su vida pasaría a ser una auténtica luz, luminosa por dentro y luminosa por fuera.

Antes se había sentido poderosa cuando Jungkook y ella hablaron con sus compañeros para participarles de la situación real entre ellos. Momentáneamente su amor se volvió más fuerte e irrompible al saberlo sus amigos. Todo le figuró de una determinante facilidad entonces. Contaba con el apoyo de sus compañeras, el de los compañeros de Jungkook y, lo más importante, contaba con el suyo; desde el principio hasta el fin. Sin embargo, sabía que la persona que la había conducido hasta ese punto no iba a tomarse las cosas con la misma actitud.

Había fallado a la persona que tenía delante. Yang Hyunsuk le preguntó de repente si extrañaba a su familia y ella al fin tuvo ganas de llorar. Respondió que los echaba de menos como no se imaginaba nadie.

—¿Qué les has prometido cuando comenzaste este sueño?

Viendo que sus dedos temblaban, aspiró mucho aire y contestó:

—Les prometí que sería una persona de la que estarían orgullosos.

—¿Y ellos te enseñaron lo necesario para que pudieras serlo?

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