13. «Un día que no se olvida»

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Lisa obtuvo, pues, una cajita café opaco de aspecto incomprensible. Adentro podían caber muchas cosas, aunque el contenido iba de la versión animada de una chica, colgando de la cabeza por un aro metálico y algún tipo de alambre muy suave en color gris. Metió el dedo índice izquierdo en el alambre para colgar aquel dije en su mano y verlo desde su palma extendida. Ya debajo de la luz de la luna, observó de mejor manera. Al notar su parecido con ella misma, Jungkook percibió una luz en sus ojos. Toda la figura estaba tintada de color plateado, menos su vestimenta, que iba de un vestido estampado rojo mate un poco oscuro. Llevaba el pelo a la altura de sus hombros, así como el de ella; tenía un rectilíneo flequillo, así como el de ella; de su rostro lo que más sobresalía eran sus ojos, grandes y con inmensas pestañas, así como los de ella.

Después de todo, Lalice al fin sonrió. Mientras lo miraba de nuevo, dijo:

—Está muy lindo, Jungkook. Gracias.

—¿De verdad te gustó? —quiso saber.

—Sí, ¿por qué te mentiría?

—Sin embargo, falta algo más que complete la pieza —le avisó.

De un momento a otro, Jungkook cogió de su mano aquella pequeña joya. Una vez hecho, se escuchó el sonido de una unión metálica. Ahora la figura de la chica estaba acompañada por otra figura, una masculina, la de un chico; uno nada diferente de Jungkook. Este llevaba ropas oscuras. Y los chicos no sólo estaban unidos, sino que simulaban cogerse por las manos y juntar sus caras hasta casi cortar los límites diametrales de su espacio personal.

 Y los chicos no sólo estaban unidos, sino que simulaban cogerse por las manos y juntar sus caras hasta casi cortar los límites diametrales de su espacio personal

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Resistió reírse cuando observó cómo de mucho se ponía asustada por esa novedad, aunque le preguntó:

—¿Te sigue gustando todavía? Si no te gusta, puedo cambiarlo por algo mucho mejor.

—¡No, no! ¡M-me gusta!, ¿sabes? Pero..., ¡ay, no! Ya sé lo que quieres. Me has regalado esto porque quieres algo, ¿o me equivoco? Quieres que intercambiemos figuras y que yo me quede con la del chico y que tú te quedes con la de la chica. Eres muy predecible, Jungkook.

Estuvo muy satisfecha de su hipotética idea, pero él se rio.

—Lo cierto es que nunca pensé algo así, pero no suena mal. ¿Te apetece hacerlo?

Lisa guardó silencio por un tiempo infernal.

—Pues n-no lo sé... —tartamudeó—. ¿Tú quieres?

—No sé, ¿tú quieres? —le echó de vuelta con una sonrisilla, esas que eran entre traviesas y tiernas.

—No... lo sé, ¿tú quieres?

—No sé, ¿tú quieres?

—Dios, ¡eres insufrible! —gritó, rebasada por esa tonta conversación—. ¡Este jueguito no nos va a llevar a ningún lado! Toma y no digas nada porque me arrepentiré y te regresaré todo.

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