Jungkook terminó asegurándose que no escuchó bien. Pensó que, por una mala conjugación de palabras o consonantes del coreano, había errado en la percepción de sus ideas. Y, pese a su transitoria negación, siguió allí, escuchando en bucle las palabras de Lisa quien ahora se deshacía en lágrimas de un total no discernimiento para él.
En un mundo alterno esto no le habría aturdido tanto (pues estaba declarado indispensablemente necesitado de ella), pero ese presente no era una divagación suya o un sueño platónico. Lisa jamás se había doblegado a aceptarle como hombre hasta ese circunstancial momento.
No supo cómo reaccionar. En sus planes nunca estuvo algo parecido. Como se lo dijo con anterioridad, no deseaba azotarles con ninguna clase de presión; no después de la tortura de observarla perderse en la compañía de alguien más. Ya no quiso entorpecimiento ni obstáculos estúpidos en su relación y, a causa de esto, durmió esa parte de sí mismo que provocaba un incendio estrepitoso en su corazón y su sangre.
Miró que sus ojos lloraban. Le había dicho las palabras mágicas que cualquier ser carnal y egoísta manejaría a su antojo, y él actuaría así de no ser porque no era el tipo de persona que despojaba alguna cosa de otro sin un consentimiento previo o una conversación consensuada. No era un hombre que quitaba las cosas a la fuerza, ¿y cómo podría quitarle eso a Lisa cuando era la chica que más quería en todo el globo terráqueo?
Apretó sus manos sólo con la iniciativa de separarles, después se las acarició amorosamente. Se quedó a nada de hacerla a sus brazos para romper la distancia y besarla con pasión, pero tomó toda su fuerza de voluntad y arrinconó muy lejos sus instintos.
—Ya te he dicho que no me gusta que llores —dijo poniendo una sonrisa que esperaba fuese tranquilizadora—. Dime por qué lloras, por favor.
No recibió respuesta verbal, sólo una mirada baja y otro montón de lágrimas.
Decidió pues usar menos condescendencia.
—Lisa, si no me dices nada, no podré entenderte.
Ante su insistencia, subió la mirada para hablarle, aunque le dijo algo que no comprendió.
—Es que no lo sé.
—Tiene que haber un motivo para que llores —contradijo—, y sé que lo sabes, sólo tienes que decírmelo. Por favor, dímelo. Te escucharé, no voy a juzgarte, ¿recuerdas? Sólo estamos tú y yo, nadie más.
—Es que..., Jungkook... —varias lágrimas más bajaron velozmente por sus mejillas—, esto es difícil para mí.
Acortando su enlace, pasó las manos por la longitud fibrosa y electrizante de la piel de sus brazos. Llegó hasta sus amplios y semi desvestidos hombros que ahora estaban cubiertos por un jersey de punto ad hoc con el frío clima de esa noche de septiembre. Olvidó que su piel se quemó al tocarla a esa altura, más cerca de su rostro, y le cogió una mejilla, acariciando su piel a un ritmo suave y relajado.
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Deja Vu
FanfictionPor algún motivo que no es exacto, las miradas de dos de los ídolos más populares del k-pop llegan a reflejar algo más que cordialidad y, es en este instante, en el que una inesperada situación ocurre en los rincones de un after-party que descontrol...