31. «¿Resolviendo el triángulo?»

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Su corazón y todo el resto de su cuerpo habían sido arrollados por su propio juego macabro.

Lisa se situó en un mismo lugar por algunos minutos. Miró sus botas grises con la idea de tambalearlas. No parecía que fuese a volar en algún momento. Estaba sobre tierra firme, pero, si lo estaba, ¿por qué sentía que, al interno, sobrevolaba en una bomba de goma de mascar de color rosa pastel? Al mismo tiempo que su frecuencia cardíaca se disparó, un hormigueo en su centro la sentenció a sentirse como si miles de mariposas protestasen contra ella.

Tocó su barriga cubierta por aquel vestido campestre y se enfrentó por fin con una realidad. Estaba en esa fiesta junto a sus amigas, su staff y los miembros del equipo contrario. No debía ilusionarse con una expectativa de hacerse la enferma para poder irse y, además, ni siquiera valía la pena valorarlo mucho. Repentinamente el cielo de esa noche de Halloween anticipada se entristeció y lloró frente a ella, humedeciendo aquellas columnas que se alzaban a algunos centímetros por arriba de su cabeza. Afuera, la vegetación se azuzó por la precipitación del agua sobre su color verde. Algunas personas corrieron a trompicones para entrar en la fiesta. La lluvia había asustado hasta los personajes más aterradores. 

Lisa sonrió sin abrir la boca y reflexionó sobre la manera en que cambiaba esa noche. Un segundo estaba enfadada, otro más estaba clamando por un poco de amor y atención física, y otro tanto se hallaba riéndose en medio de la lluvia por lo humorístico que le figuraban ciertas situaciones.

Lo cierto fue que había recibido una cachetada con guante blanco hacía unos pocos segundos, pero ya había perdido desde antes, al dejar salir sus inseguridades frente a Jungkook en ese puente y declararse la guerra a sí misma.

¿Por qué? ¿Cómo se había atrevido a ser tan soberbia?

Ahora no iba a sentir la ternura de los dedos de Jungkook en su piel hasta arrullarla. No se embelesaría cuando su sonrisa estuviera sobre sus ojos. No tendría un beso de él hasta que ese juego terminase...

En un acto instintivo se llevó las delicadas puntas de su mano derecha a sus labios. ¿Se podría poner como normal que sus labios estuvieran temblando por la ausencia de los otros? Necesitaba demasiada ayuda. De pies a cabeza su cuerpo necesitó ser atendido a la mayor brevedad. Y, aunque no fue la ayuda que esperaba, se sintió relativamente menos presionada cuando vio los ojos merodeadores de Roseanne por debajo de su sombrero de Freddy Krueger.

—¡Lisa! Por Dios, te he estado buscando. ¿Qué haces aquí? Debemos estar adentro.

Había tantas razones por las cuales no debía estar adentro, pero escogió justificarse con la más bohemia y menos creíble para una persona de su tipo.

—Estoy viendo la lluvia románticamente —contestó y suspiró—. La música me resultó un poco abrumadora por un segundo.

Rosé volvió a aproximarse.

—Taehyung ssi dijo que te has quedado conversando con Jungkook. ¿A dónde se ha ido?

—No lo sé.

Algo debió de haber notado en sus ojos y dijo:

—Espera, espera..., ¿por qué no está contigo? Entre ustedes ha ocurrido algo, ¿o me equivoco? Te ves mal.

Pensó en tomárselo con calma y olvidarlo, pero con Chaeyoung ya no era capaz de decir una cosa en vez de otra.

—No puedo mentirte, unnie..., acaba de pasar algo.

—¡Ay, no!, ¿qué ha pasado, Lisa?

—Hemos tenido un malentendido.

Su amiga, cogiéndole por las mejillas, le preguntó:

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