33. «La petición»

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Todo lo que empezaba, acababa. 

Aun con lo tarde que era, Lisa corroboró por tercera vez que Jisoo todavía guardara algo de aliento en su aparato respiratorio. Le pasó los dedos por debajo de su nariz y, aliviada, vio que no estaba muerta, lo cual significaba que a su compañera no le daría un coma etílico ni se moriría por un malestar estomacal. Y es que, debido a la adrenalina de esa noche, Jisoo había bebido mucho, teniendo hasta la tentativa de volver el estómago por el atracón de bruschettas de tomate y albahaca del inicio de la fiesta. Sin embargo, nunca vomitó en realidad, y este fue el aliciente perfecto que utilizó para continuar en su jaleo de hechicería, aventando conjuros maléficos a quien quiera que le pareció amargado o soso para una fiesta de Halloween como la que PD nim les había preparado con tanto esfuerzo. Todas trataron de mantenerla a raya, pero igual sus managers no pasaron por alto su estado.

Para otro orden de ideas, Jennie sólo había sido Jennie en esa Noche de Brujas.

Poco había bailado (al menos por iniciativa y no siendo arrastrada por una alterada Jisoo), y poco se había parado a hablar más de cinco palabras con algún otro que no fueran ellas, sus managers o algún miembro del staff del programa. Esto no quería decir que su cabeza no hubiese sido jalada por un ventrílocuo imaginario cada que sonó una canción que le gustaba o una que no le resultaba infumable dentro de ese mashup de éxitos nacionales e internacionales.

Seguida de ella, a su lado izquierdo, se encontraba su ángel guardián. Su querida Roseanne, quien descansaba su cabeza en el respaldo del asiento del coche. Bokyung había encendido la calefacción del auto, pero la cadencia de ese reducido espacio la llevó a hacerse más un ovillo. Pensando que tendría frío todavía, entonces, Lisa se deshizo de su gabardina y la depositó entre la cintura y las rodillas de Rosie.

De inmediato, luego de mover la cabeza en su dirección, Chae la observó con una expresión seria.

—No es necesario que hagas esto, además, también tienes frío.

Hundió los hombros. Su capa de Caperucita ayudaba en gran medida para que no sintiese tanto frío.

—Comparado con el frío que has pasado tú toda esta noche, el frío que sienta ahora no será mucho y aparte estamos a punto de llegar al hotel. Considera esta una por todas las que te debo —susurró lo último de manera extraoficial.

Rosé realizó el ademán de decir algo, no obstante, luego sólo suspiró largamente.

—Pero si no ha servido de nada, Lisa.

¡Su amiga era la excelsa creación de un ángel en la tierra! Se rio un poco. Rosé aún no estaba enterada de lo mucho que la mínima conversación con Jungkook cimbró tanto su cuerpo como su mente. Si bien era cierto que no le diría fielmente cada palabra que se dijeron y, con más hincapié, la circunstancia real por la que Jungkook había estado enfadado con ella, decidió contarle la verdad.

—Ha servido, unnie —le refrendó y, usando un tono de voz más bajo, dijo algo más—: Me ha pedido que hablemos.

O suponía que hablarían de algo mientras Jungkook cumpliera su parte del trato.

—¿Ahora? —Lisa asintió despacio—. Ay, no..., tendré que hacer de tu escolta otra vez, ¿verdad? 

Asintió despacio por segunda ocasión y entonces Rosé arrugó el gesto.

—Lisa, no, estoy cansada, no quiero.

¡Pero le estaba negando algo a ella, a la Drama y Meme Queen, Manoban Lalisa! Y le estaba negando algo a alguien más demandante..., a Jeon Jungkook. 

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