CAPÍTULO 4.

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4.

Pasaron algunos días en que Hermione ya se hallaba más repuesta, tan testaruda como siempre no espero más tiempo y ya se había levantado de la cama para ayudar a su amigo en los deberes cotidianos, aún a pesar de la negativa de Harry porque no la veía con tan buen semblante como para que regresara a sus actividades cotidianas. Las cosas continuaban con normalidad, como antes de la huida de Ron, ni Hermione ni Harry hablaban del beso, ninguno se atrevía a dar el primer paso y hablar de sus sentimientos quizá por miedo, por dolor o por vergüenza, ambos hablan solo lo necesario para organizarse, evitaban cruzar sus miradas y la mayor parte del tiempo se hallaban lejos uno del otro cada uno en su mundo pensando en su dolor, tristeza y quizá en el otro.

Cada día que pasaba Harry se sentía verdaderamente inestable, no saber de Ron le causaba una gran intranquilidad, la incertidumbre por saber si su mejor amigo estaba bien o no y si estaba con su familia le perseguía en cada instante, desde su partida Harry se sentía más triste que de costumbre, Ron siempre andaba sacándolo de sus cavilaciones con sus bromas y tonterías y por el momento no sabía qué hacer ni en que pensar, y la poca fuerza con la que aun contaba empezaba a abandonarlo casi por completo, había llegado un punto en el cual Harry se estaba dando por vencido y no lograba sacarse la maldita idea de abandonar todo llevarse a Hermione y regresar con los Weasley, tal vez junto a ellos encontraría otra forma de destruir a Voldemort y ahí se encontraría con su amigo Ron y le pediría perdón, quizá el pelirrojo hubiera disminuido su enojo e igualmente le pediría perdón al azabache, pero las cosas no serían tan sencillas, Harry sabía perfectamente que al regresar se encontraría con Ginny tendría que enfrentarla, habían terminado su relación antes de partir y no le debía explicaciones a ella, pero la sola idea de verla sufrir por él lo atormentaba, pues era su amiga y la hermanita de Ron, además no estaba claro lo que sentía, sus sentimientos por Hermione eran confusos, no porque no la quisiera, sino porque sabía que la amaba, pero estaban en circunstancias muy difíciles y tal vez él terminaría muriendo a manos de Lord Voldemort o peor aun lastimando a la gente que amaba.

Como de costumbre Harry se acostaba la mayoría de las noches en su pequeña e incómoda cama, ya que Hermione se encargaba de hacer las guardias durante la noche la mayoría de las veces y cuando hacia demasiado frio tanto Hermione como Harry permanecían dentro la tienda tratando de descansar un poco aunque en realidad casi nunca lo conseguían principalmente por el insomnio o la incomodidad que tienda les proveía, durante su estancia juntos en la tienda podía escucharla llorar menos audible posible Harry supuso que era para no despertarle, lo cierto era que podía escuchar sus sollozos pues dormir ya se había convertido en una tarea titánica, con tanta angustia y preocupación no podía dormir y si lograba conciliar el sueño las pesadillas rápidamente lo sacaban de su estado de somnolencia por lo que el insomnio se estaba convirtiendo en un problema más agregado a la lista y en el causante del aumento de su lenta agonía. Harry sabía que en estos momentos tenía que ser más fuerte que nunca, debía mantenerse firme en sus decisiones, él debía ser quien destruyera todos los Horrocruxes y debía ser quien derrotara a Lord Voldemort, sus decisiones ya estaban tomadas y debía seguir adelante en todo, no solo porque debía cumplir la misión encomendada por Dumbledore y enfrentarse a Lord Voldemort -lo que cada vez parecía menos inevitable-, sino también por Hermione que parecía estar aún más triste que de costumbre -con su mirada vacía y evitándolo a toda costa-, pero aun así ella seguía firme en su decisión de estar a su lado sin claudicar solo porque al igual que él quería acabar de una vez por todas con el reinado de Voldemort y evitar más sufrimiento y dolor en el mundo mágico.

Una tarde tormentosa Harry miro hacia donde se encontraba Hermione durmiendo abrazada a las mantas que Ron había dejado -era una de las pocas cosas que no se había llevado consigo-, ella tenía un aspecto bastante triste, la había escuchado llorar durante casi toda la noche anterior, seguramente ella resentía más la partida del pelirrojo, pero no lo demostraba. El moreno dejo que la castaña descansara, salió de la tienda y caminó un poco hasta encontrarse con los restos de la fogata que había dejado la noche anterior uno de los tantos grupos de fugitivos que se hallaban inmersos en el abrigo hostil del bosque. Miro pensativo a su alrededor la hermosa imagen de la naturaleza le relajaba y el recuerdo de Hermione besándolo cruzo por su mente -a lo que no pudo evitar esbozar una enorme sonrisa-, sacudió esos pensamientos de su cabeza y continúo caminando en busca de algo de alimento. Después de un rato merodeando por el lugar logró recolectar uno que otro fruto y encontró varios peces en el rio que transitaba en medio del espeso bosque, fue para él satisfactorio poder encontrar algo decente para comer, seguramente les serviría a Hermione y a Harry no solo para ese día, sino también para otros. El azabache se dirigió de nueva cuenta a la tienda para informar a su compañera de su botín y llevar la comida que había logrado obtener.

Por su parte Hermione había comenzado una exhaustiva investigación e inspección para llegar más rápido a la destrucción de los Horrocruxes, estaba casi siempre afuera leyendo el libro de cuentos de Beedle el Bardo que le había heredado Dumbledore, cada día examinaba con detenimiento el símbolo que habían dibujado en él, trataba de pensar más en cómo podía ayudar ese símbolo en su búsqueda de Horrocruxes que en sus sentimientos por su mejor amigo Harry y la incertidumbre que le causaba no saber de Ron. Sentía que debía resolver ese enigma, pero en el libro de Runas antiguas no salía nada igual, aunque lo releyera una y otra vez examinado cada detalle, no había nada si quiera parecido.

Hermione estaba cansada, todo lo que veía alrededor era desolación las cosas no mejoraban y para empeorar la situación Harry seguía sin cruzar palabra con ella después de la conversación de la espada, parecía que jamás hubiese ocurrido, se sentía desesperada frente a la actitud de su amigo, pero lo comprendía, pues ella tampoco hacia algo para mejorar su relación. Hermione quería avanzar hacia él, estirar sus brazos y envolverlo para sentirse feliz de nuevo, como aquel día cuando sentía su respiración agitada y dentro de sí su corazón latir como el sonido de un tambor, cada instante que paso cerca de él le había hecho querer un poco más. Con el tiempo la castaña parecía estar aún más triste que de costumbre -con su mirada vacía y evitándolo a toda costa-, pasaba la mayoría del tiempo llorando, pero aun así ella seguía firme en su decisión de estar a su lado sin claudicar solo porque quería Harry y al igual que él deseaba terminar con toda esa muerte y destrucción que Lord Voldemort provocaba.

La castaña se sentó a realizar su guardia nocturna fuera de la tienda, se sentó en un tronco caído y mientras recordaba con cariño aquellos vagos momentos donde ella y Harry podrían estar solo sentados el uno junto al otro sin hablar pues ambos se sentían bien con ello y podían decirse miles de cosas sin siquiera hablar, era como si con el tiempo hubieran desarrollado una conexión especial algo que no puede expresamente con palabras, algo quizás mágico, aspiraba profundamente buscando algo de autocontrol y suspiraba al no conseguirlo, por ahora estaban perdidos cada uno en sus mundos intentando no caer más bajo en sus respectivas depresiones.

Harry se encontraba mirando hacia el techo de la tienda como cada noche, estaba acostado, sin sueño como la mayoría de las veces, pero esta vez su insomnio no se debía a las pesadillas sino a Hermione, ella lo hacía sentir tantas cosas inexplicables, ella lo hacía sentir querido amado y a la vez su lejanía le provocaba desánimo y tristeza, se movía de un lado a otro buscando una posición en la cual pudiera quedar dormido sin embargo no lo logro, paso sus manos por su rostro y por sus rebeldes cabellos esperando tranquilizarse un poco, necesitaba verla pero era de madrugada y ella estaba haciendo la guardia, necesitaba hablarle, decirle todo lo que sentía, sin embargo, el miedo lo colapsaba <valiente Gryffindor> pensó. No sabía cómo es que había llegado hasta este punto, recordaba que siempre se había llevado bien con ella, siempre estaba esa loca conexión en la cual no era necesario que alguno de los dos hablara, pues siempre se entendían muy bien, hasta ese momento era algo que no se explicaba, pero honestamente Harry se sentía perfecto y feliz, parecía que todos esos momentos de aventura y peligro hubieran realmente valido la pena, comenzaba a sentirse querido al verla todos los días a esos hermosos ojos color miel y automáticamente le invadía una sensación en el pecho, a pesar de no hablar como antes, a pesar de no poder tomar sus manos, a pesar de no sentir sus caricias y muestras de afecto como aquellos efusivos abrazos que su amiga le brindaba.

SKYFALL (HERMIONE Y HARRY )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora