EPÍLOGO.

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22 años después...

Había decir, que su vida era extremadamente ocupada, no por nada tenía una familia en verdad numerosa y una vida muy ocupada. La alarma del despertador sonó y se sentía como un pequeño que va por primera vez al colegio <cinco minutos más, por favor> pensó Harry, aferrándose a las sabanas aun somnoliento, pero sabía que no se podía dar ese lujo, no hay cinco minutos más de sueño, no después de ser el gran héroe del mundo mágico, estar felizmente casado con el amor de su vida, tener media docena de hijos y ser el jefe del Departamento de Aurores. Se masajeo los ojos y coloco sus anteojos para ver mejor, un pensamiento gracioso invadió su mente, la noche anterior había adelantado el despertador.

Su esposa se revolcó y estiro en su lugar de la cama como si fuera un gato disfrutando de los pocos segundos de tranquilidad que le quedaban antes de comenzar su agotador día. Hermione era una mujer exitosa, poco a poco había logrado escalar peldaños en el Ministerio de Magia, ahora era la ministra de magia y por ende la jefa de Harry, suena gracioso e increíble, pero era verdad, literal Hermione Granger mandaba en todos los aspectos de la vida del azabache, sin embargo, se complementaban demasiado bien y no existían grandes problemas entre ellos, después de tantos años de casados las discusiones resultaban menores y hasta cierto punto divertidas.

Hermione volteó y vio a su marido mirándole con su sonrisa traviesa.

-Me has tendido una trampa -declaró la castaña ofuscada, dándose cuenta de que eran las 4 de la mañana.

-Soy culpable -dijo Harry sin vacilación, claro está sin borrar esa expresión tonta de su rostro.

-¿Cómo pudiste adelantar la alarma, qué acaso no piensas en que debo disfrutar del poco tiempo de descanso que me queda?

-Lo siento -dijo con algo de fingida culpabilidad.

-Si como no -reprocho la castaña dándole la espalda y cubriéndose con la cobija.

-Es verdad lo lamento, pero es por eso que te despierto tan temprano mi deseo es hacerte disfrutar de tú poco tiempo de descanso -suelta con picardía, mientras empieza a pegarse al cuerpo de su esposa y comienza a besarla con fervor.

- Solo nos queda una hora, además los niños podrían estar despiertos

-Le recuerdo mí querida señora que soy un mago.

Hermione enarco la ceja mirándolo con incredulidad - ¿Y qué se supone que hace mi grandioso esposo al cual amo demasiado?

-Puse un silenciador hace mucho si es lo que le preocupa. - Explicó, mientras besaba su cuello.

-Así que el señor Potter tiene planeado todo.

-Desde luego mi querida señora Potter, es por eso que soy el favorito de mi jefa.

Le dedico una gran sonrisa y ahora es ella quien decidió besarlo, sintiéndose como la primera vez como la vez que hicieron a su primera hija, con la misma pasión con la que habían concebido seis hermosos y traviesos retoños, cada vez que se besaban la electricidad recorría sus cuerpos y se sentían felices.

Tras una intensa sesión de besos y algo más..., el azabache fue a la ducha y después a su despacho a revisar algunos asuntos del Departamento de Aurores, por su parte Hermione se alisto y fue directo a la cocina para revisar que todo estuviera en orden con sus hijos.

-Buenos días madre - saludó un pequeño de cabello alborotado - te vez francamente hermosa el día de hoy.

-¿Qué fue ahora? - preguntó Hermione llevando un sorbo de té a su garganta.

SKYFALL (HERMIONE Y HARRY )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora