Capitulo 2 *Jaula de oro*

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Era viernes por la mañana, Rin como todos los días, terminaba de alistarse. Se miro al espejo y resopló, odiaba ese uniforme, llevaba años usando uno igual.

Dio la vuelta para dirigirse a la salida, no sin antes ponerse frente a la fotografía de su padre.

—Buenos días —sonrió dulcemente, hacer eso todas las mañanas y despedirse de él por las noches la hacía no sentirse tan sola.

Bajo al comedor y fue muy aburrido, pues muy rara vez estaban Naraku y sus padres, sólo ella, Midoriko y Kaede. Con su abuela hablaba sobre la preparatoria, su madre estaba en silencio comiendo sus alimentos. Rin no podía evitar mirarla con tristeza ya que la mayor ni siquiera la miraba.

Kaede volteó a ver a Midoriko y sonrió de lado.

—He depositado en tu tarjeta para que vayas de compras.

Midoriko sonrió petulante, se levantó de su lugar y fue a su habitación. Rin sólo la observo, durante esos dos años su madre se había vuelto una persona egocéntrica, que sólo pensaba en gastar dinero en ropa y en Spa. 

—¿Todo bien, mi niña? —pregunto la mayor al ver a Rin triste.

—Sí —respondió en voz baja.

—¿Qué? Sabes que no me gusta que susurres, dilo en voz alta —dijo severa. 

—Estoy bien, abuelita —dijo seria, elevando un poco la voz. Kaede sonrió y siguió con sus alimentos sin decir más. 

Una vez que terminaron de desayunar, Kaede se fue a su trabajo, mientras que Rin subía a la habitación de nuevo para cepillar sus dientes y tomar su mochila. 

Al llegar al auto, ya la estaba esperando su chófer y guardaespaldas, este último le abrió la puerta trasera para que ella entrara al vehículo. Rin sólo los saludó con un "Bueno días" pero como siempre, ellos no le respondían, tenían prohibido hacerlo. De hecho Rin no podía hablar con los empleados de la mansión ya que según Kaede era algo que no estaba bien visto ante la sociedad.

Una vez que se pusieron en marcha, ella miro por la ventana, que era de cristal polarizado, suspiró al ver a los guardias que cuidaban de la colonia. Al ser una colonia privada y de prestigio debía tener la seguridad necesaria. No podías entrar a menos que tu nombre estuviese en la lista que tenía quien cuidaba la gran reja.

Vivía en una jaula de oro que esta dentro de otra jaula de oro.

Sus tíos, Onigumo y Hitomiko no vivían en esa colonia, su casa era grande, pero nada que ver con la mansión en la que vivían, al parecer su tío no quería que Naraku y Kagura en la misma colonia que ella, pues donde vivía no hablaba con nadie a menos que estuvieran reunidos en una cena o evento de cualquier tipo.

Naraku y Kagura podían salir a fiestas o a cualquier lugar que desearan y no sólo porque eran mayores de edad, desde que ella recordaba, Onigumo no era muy estricto con ellos. Los regañaba cuando era necesario y les enseñaron la humildad, cosa que ella también aprendió pero por sus padres, quienes siempre le decían que el dinero no lo era todo en esta vida como le decía su abuela Kaede. Por eso le era imposible entender la nueva actitud de su madre, pues ella era la primera en decirle que el dinero no compraba la facilidad.

Quizás su comportamiento se debía a la repentina muerte de su padre, un gran hombre al que recordará con cariño siempre.

—Llegamos —aviso el conductor, pues ya tenían cinco minutos de haber llegado y ella parecía estar en otra parte.

—Gracias —dijo amable. Aunque a Kaede no le pareciera que ella fuese tan amable con el personal de la casa, ella no podía verlos como alguien inferior, su padre y madre siempre le dijeron que al igual que ella eran personas y merecían ser tratadas con respeto.

Secret Love #RedQueenAwardsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora