Capitulo 1 *Inicio*

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Domingo, 22 de mayo 2009.

En una colonia un poco alejada del bullicio de la gran ciudad, se encontraba una pequeña casa de dos plantas.

El atardecer estaba en su esplendor, tonos anaranjados, rojos y amarillos. Unas suaves pinceladas paseaban por un lienzo en blanco dando forma al atardecer. De fondo se escuchaba una sutil música de violín. 

El pincel dejaba la hoja para ir a la paleta de colores que sostenía sobre su mano izquierda, miraba los colores y después el cielo para así hacer las mezclas necesarias. Su mano volvió a la hoja para seguir pintando. Para ser una mano masculina era muy delicada a la hora de pintar. 

Suspiró mientras seguía dando forma a ese atardecer, eran pocas las veces que podía aprovechar para pintar un poco. A veces miraba el cielo y otras veces las pinturas salían de su cabeza.

—¡Sesshomaru! —se escucho el grito de un hombre mayor, rompiendo la concentración del joven que se encontraba en la azotea pintando.

Sesshomaru, un joven de veintitrés años, piel blanca, ojos color ámbar. Su cabello era de un tono un poco extraño para los demás, era platinado, casi blanco. Con altura hasta debajo de las orejas. Lo que lo hacía un poco más atractivo de lo que ya era. Sus finas pero masculinas facciones lo hacían lucir con menos edad de la que en realidad tenía.

Al escuchar la voz de su padre resopló, se supone que ese era su día de trabajo. Se alejó de su cuadro y de dejo su material sobre una mesa de madera, apago su música y se dirigió a las escaleras.
Bajo hasta el segundo piso donde estaba su padre esperándolo. Un hombre de cincuenta años, aunque por su apariencia aparentaba menos, su cabello era igual que el de su hijo y ojos ámbar también. Su nombre era Inu-No Taisho.

—¿Qué pasa? —pregunto serio, observando a su padre.

—Sé que es tu día de descanso —suspiró—. Pero necesito que me ayudes con las entregas a domicilio.

—¿Qué hay de Inuyasha?

—Él me esta ayudando a atender las mesas, mientras yo cocino.

—Bien —dijo serio y ambos se dirigieron a la primera planta.

Ahí se encontraba una pequeña cafetería, como casi todos los domingos el lugar estaba lleno, como su padre lo había dicho, Inuyasha no parada de estar de aquí para allá llevando cafés o pastel, inclusive helados. Inuyasha volteó a verlos y les sonrió, su padre devolvió el gesto, Sesshomaru sólo lo miro serio.

A diferencia de su padre y su hermano, Inuyasha no tenía el cabello plateado, lo tenía negro, eso se debía a que su madre no era la misma que la de Sesshomaru.
sólo se parecía a ellos en los ojos.  Él tenía diecisiete años.

Sesshomaru siguió los pasos de su padre hasta llegar a la cocina, Inu-No reviso el horno ya que se encontraba preparando una pizza. Luego tomo las bolsas de plástico donde ya estaba acomodando los pedidos.

—Aquí están las direcciones —le dio un papel—. Gracias hijo —susurró con media sonrisa al ver que Sesshomaru tomaba las bolsas y leía las direcciones.

—No tardo —dijo serio, al dar la vuelta para salir.

Subió a la motocicleta, la cual se había comprado con su trabajo en la cafetería de su padre, se colocó el casco y se fue. La mayoría de las direcciones las conocía y una que otra eran nuevas, de seguro se debía a la publicidad que Inuyasha le hacía.

Llego a la primera casa, se quitó el casco y se dirigió a la puerta con ese porte estoico característico de él.
Presiono con suavidad el botón del timbre, la puerta se abrió un par de minutos después, se trataba de una chica. Esta le sonrió y recibió la comida.
Sesshomaru mostró media sonrisa haciendo a la chica suspirar y con eso recibió una nueva propina.

Secret Love #RedQueenAwardsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora