Capitulo 18 *Culpa*

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Un par de días pasaron, todos estaban angustiados por no saber nada de Rin.

Irasue ya estaba en el hospital donde estaba internado Sesshomaru, quién estaba sedado. Ella esta observándolo desde el marco de la puerta con los brazos cruzados. 

—¿Es necesario que este sedado? —le pregunto a Byakuya, quien acababa de llegar.

 —Sí, créame que a mi tampoco me gusta la idea de que este así —miro al peliplata, que dormía tranquilamente—, pero es por su propio bien, la herida fue grave y corre el riesgo de infectarse. Si se estuviera quieto como el médico le dijo el otro día, él no tuviera que ser sedado.

—Entiendo —resopló—. Debe querer mucho a Rin como para ponerse así —miro fijamente a su hijo, recordando lo que le dijeron que intento hacer.

—Tal vez —dijo Byakuya en un suspiró—. Puede ir a descansar, yo me quedare con él.

—¿Saben algo de Rin? —se adentro en la habitación para tomar su bolso. 

—Tristemente no, señora —respondió con tristeza—. La policía sigue buscando en las propiedades de la familia Bennett.

—¿Son muchas? —volteó a verlo.

—Cinco en total, contando la casa de verano que tienen en las afueras de la cuidad cerca del lago.

—¿Ya la han revisado? —esa casa le sonaba muy sospechosa. 

—Aún no, los oficiales están manejando todo con la mayor discreción posible, por ello no se ha dicho nada sobre el caso en las noticias o periódicos y por ende tardan más registrando una casa. Apenas llevan dos, las cuales están abandonadas desde hace años —explico con calma.

—Cualquier cosa manténme informada y si necesitas hombres para buscar por tu propia cuanta, no dudes en decirme.

—Así será señora —hizo una reverencia.

Irasue dio un último vistazo a su hijo y después salió de allí, ella se había quedado toda la noche cuando el peliplata.

Una vez que salió, Byakuya cerró la puerta y tomó asiento en el sofá en silencio.

Era extraño ver a Sesshomaru tan calmado, quizá se debía a los sedantes.
Esperaba poder encontrar a Rin y que estuviera bien para que ellos volvieran a estar juntos, pues había sido testigo de lo mal que lo paso el peliplata durante los cinco años que estuvo sin la castaña. 

—Vine a ponerle la otra dosis de sedante al paciente —hablo una enfermera entrando a la habitación. 

Byakuya parpadeo varias veces y miro a la chica.

—¿Ya son las doce? —pregunto confundido, pues cuando llego eran las diez de la mañana.

—Sí —dijo la enfermera con una risita burlona.

—Haga su trabajo —se puso de pie y salió de la habitación.

Había estado tan concentrado en sus pensamientos que no se dio cuenta de que dos horas pasaron. 

Mientras tanto, adentro en la habitación. La enfermera se cercioró de que Byakuya no estuviese cerca. Luego tomo una jeringa y preparo otra cosa muy distinta al sedante, luego tomó las cosas para cambiar el vendaje y se acercó a la camilla.

—Ya puede abrir los ojos —susurró—. No hay nadie.

El peliplata comenzó a abrir lentamente los ojos al escuchar a la chica. La enfermera le estaba inyectando algo en el suero, eran calmantes para el dolor, pero no lo hacían dormir, desde el día anterior que ya no lo sedaban pues había convencido a la enfermera de no hacerlo.

Secret Love #RedQueenAwardsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora