—¡Acelera! —gritó Lapis.
—¡Eso hago! —la rubia miraba por el retrovisor.
—¡Mira adelante!
—¡Ahhh!
[Unas horas antes]
—Se supone que deberíamos tardar un poco más de dos horas para llegar —dijo Peridot—. Vaya, no será un viaje tan largo, pero...
—Ya, vamos a hacerlo —habló la peliazul.
—Sí, vamos.
Las dos jóvenes subieron al auto, Lapis conduciría de ida y Peridot de vuelta. Durante el camino no tuvieron complicaciones, y de hecho, fue demasiado pacífico.
—¿Cuál era el lugar de entrega, Peridot?
—Un pequeño restaurante, a las afueras de la ciudad, está.... como a dos kilómetros.
—De acuerdo.
No tardaron mucho en llegar, Peridot bajó primero del auto, miró a todos lados al hacerlo. Pudo visualizar a la persona, recargada afuera del establecimiento.
—Lapis, es ella —miró hacia la mujer.
—Bien —tomó su arma y la guardó entre su chaleco.
Caminó con seguridad hacia la mujer. Era alta, su piel era bronceada y su cabello era corto y claro. Llevaba unas gafas marrones, y su ropa era algo llamativa. Decidió hablar.
—Eres...
—Sardonyx —sonrió, sus dientes estaban un poco separados, un detalle algo gracioso.
—Bien, yo...
—Es un gusto, querida —le dio la mano—. Oh...¡pero qué mejillas tan bonitas tienes!—apretó el rostro de la chica de ojos azules—. Awww....
—¿Q-qué?
—Aquí está —la rubia se confundió al ver a la mujer apretando el rostro de Lapis—, lo que pidió...
—Oh, sí —soltó a la joven y tomó la caja—. Una mujer como yo debe estar protegida —rió—. Y estas sí son buenas armas.
—Sí —habló la peliazul, tocando sus mejillas aún adoloridas—. La...
—La paga, claro —sacó un sobre de su bolso—. Aquí está.
Peridot tomó el sobre y agradeció. Las dos fueron al automóvil rápidamente, subieron de manera en la que les correspondía.
—Pero que cariñosa es Sardonyx —dijo Lapis—. Aún me duelen las mejillas.
—Agradezco que no me haya hecho lo mismo —rió.
—Ya, regresemos.
—Sí.
La rubia arrancó el auto. Había encendido la radio, por el momento sólo estaban dando algunos comerciales, esperaba a que pasaran alguna canción. Llevando ya un buen rato de viaje, Lapis recibió una llamada. Contestó de inmediato. Peridot bajó el volumen de la radio.
—Hola, ¿Skinny?
—Sí, soy yo.
—¿Qué pasa?
—¿En dónde están?
—Ah... no sé exactamente, pero ya vamos de regreso, estamos algo cerca.
—Deténganse, ahora.
Lapis le hizo una seña a Peridot para que detuviera el auto, lo llevó a la orilla de la carretera.
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Hazme sentir | Lapidot
FanfictionDespués de pasar por cosas terribles, ambas comienzan a conocerse aún viviendo en un desastre. Lapis y Peridot tendrán que aprender a ser sinceras y apoyarse en todo momento. En el amor no todo es felicidad, y menos en su situación.