Capítulo 25

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-¿Q-qué esperas para irte?

-¿Qué? -se exaltó, miró a la joven de cabellos claros-. Estás viva...

-No debería estarlo...

-Espera -se acercó a ella y desató sus manos.

-Gracias -le dijo aliviada, puso sus manos sobre su abdomen, donde se encontraba su herida-. Fuiste valiente... -dijo con dificultad.

-No, eso no es valentía -suspiró y observó su herida-. Tal vez...

-No, no puedes ayudarme -Lapis la miró preocupada-. No puedes hacerlo y no lo merezco. Pero tú -tragó saliva-, puedes irte, sé dónde estamos...

-¿Dónde?

-Boone, a las afueras... usa su auto, busca las llaves...

-Sí -miró a todos lados.

-Busca en todo el lugar y llévate lo que puedas, lo que vaya a servirte...

-Está bien, pero, ¿en serio no puedo hacer algo por ti?

-No, es un milagro que siga viva, es una herida delicada... y lo siento. Lamento todo lo de Peridot, lo siento... tal vez puedas hablar con ella...

-Claro...

Goshenite asintió, Lapis la ayudó a recargarse sobre el sofá. La joven de ojos claros respiraba con dificultad.

-Lapis.

-D-dime...

-El arma. Por si acaso, si alguien llega a encontrarnos -miró al hombre-. Él fue el culpable.

-¿Qué?

-Toma cualquier prenda, límpiala y con sus manos marca el arma, tendrá sus huellas y parecerá un suicidio -tosió.

-No, eso no va a funcionar...

-Anda...

Lapis lo dudó, pero terminó por aceptarlo, e hizo lo que le había dicho.

Cuando terminó comenzó a buscar sus cosas, recorrió todo el lugar, moviendo cosas, abriendo cajones. Logró encontrar su bolsa, contenía su teléfono, su cartera y llaves.

Lo primero que hizo fue intentar prender su teléfono, pero fue inútil, este no tenía batería.

Quien sabe cuánto tiempo llevaba ahí.

Guardó el aparato desesperada y siguió buscando hasta encontrar unas llaves, esperaba que sirvieran para el supuesto auto o al menos para salir de ahí.

También encontró casi treinta dólares y unos centavos, se sintió algo feliz al encontrar ese dinero, sumado a lo que tenía en su cartera, eran más de cuarenta. Y servirían para algo.

Terminando de organizar y guardar lo que había encontrado, buscó un baño y encontró uno, no en las mejores condiciones, pero en serio necesitaba ir. Le alegró saber que había servicio de agua.

Se lavó en la cara y se miró y se miró en el pequeño espejo, estaba despeinada, tenía un rasguño en una mejilla, sus ojos sin brillo alguno. Y un terrible moretón cerca de sus labios.

Suspiró con tristeza y salió del baño, se acomodó la bolsa y dio unos pasos. Miró al hombre de nuevo, respiró hondo y cerró los ojos, ya estaba hecho y debía aceptarlo. Luego volteó a ver a Goshenite, ella parecía estar dormida, recargada sobre el sofá, pero ella no respiraba, no se movía ni un poco.

Ya había ubicado la puerta que parecía ser la salida, pues esa no estaba sellada, probó desesperada con algunas llaves, cuando al fin acertó, abrió con cautela.

Hazme sentir | LapidotDonde viven las historias. Descúbrelo ahora