Capítulo 24

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Advertencia: éste capítulo contiene algo de violencia.

:'v



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Su corazón latía fuertemente, como nunca antes.

Quiso retroceder, pero ya estaba muy cerca de lo que creyó, era una pared.

—¿Qué? ¿Tienes miedo? —rió.

—Estás... muerto ¡estás muerto! —sintió un horrible dolor en la cabeza, mareándose al instante. Gruñó y gritó.

—Oye, no hagas ruido. Mmm... dejaré que te calmes un poco.

—N-no...

—Tal vez te traiga algo para que comas, no lo sé...

Lapis quiso verlo, pero su vista estaba algo distorsionada. A pesar de eso, sabía quien era. James, era él, y estaba de vuelta.

Se fue, Lapis no pudo moverse mucho, estaba muy mareada y débil. Y eso duró largos minutos, comenzaba a preguntarse cuánto tiempo llevaba ahí, y dónde era que estaba.

Cuando se sintió un poco mejor, trató de ver el lugar. Todo tenía un tono gris oscuro, a excepción de dos muebles que estaban ahí, que eran marrones. Había un foco algo alejado, era lo único que iluminaba el lugar, fuera de eso, no había nada más que llamara la atención. Estaba algo vacío.

Lapis estaba asustada, mucho, apenas unos meses atrás había dejado de tener malos sueños gracias a sus recuerdos. Y ahora lo estaba viviendo de nuevo.

Ella quería hacer algo, pero no podía, estaba aterrada. Gritar no sería la solución, no lo había sido la vez anterior. No podía moverse mucho, sus manos estaban muy atadas. Todo dentro de su mente comenzaba a volverse un lío, ella debía salir, ella tenía razones para hacerlo.

Pero estaba aterrada.

Él apareció, cierto tiempo después. Llevaba en una de sus manos un vaso de agua, que Lapis en un principio no quiso beber, pero terminó siendo obligada. Después de eso, se alejó un poco de ella y dejó el vaso casi vacío sobre uno de los muebles.

—Bueno, debo admitir que casi acabas con mi existencia, pero sólo dejaste algunas marcas —levantó su camisa, dejando ver su torso—. Lindas, ¿no?

Observó sus cicatrices y se arrepintió profundamente de no haberle dado un tiro en la cabeza. Movía sus brazos con fuerza, con toda la que tenía, pero era inútil.

—Hey, siempre fui bueno haciendo nudos —sonrió—. Ni siquiera lo intentes. Vaya, conservas el cabello corto y ahora es azul, definitivamente eres bella.

—¿Con... con qué me golpeaste? —gruñó—. Me duele...

El hombre de piel aperlada y ojos oscuros la veía retorcerse y quejarse, parecía mirarla con desprecio.

—¿Sabes? Quiero terminar lo más rápido que pueda con esto, no eres la única en mi agenda.

—¿Qué es lo que quieres?

—Mi trabajo es simple —se acercó un poco a ella—. White ha dicho que tu madre es débil, ella se vendrá abajo, y ya no le tiene confianza. Me ha pedido conseguir información sobre su organización, todo lo referente a eso, lo más relevante.

—No, no lo entiendo... ¿Por qué yo? Y, ¿qué acaso ella no lo sabe?

—Sólo son aliadas, no saben todo una de la otra, pero tú no estás aquí para cuestionar nada. Y bueno, yo te escogí a ti porque eres su hija, debes saberlo.

Hazme sentir | LapidotDonde viven las historias. Descúbrelo ahora