Capítulo 27

332 46 13
                                    

Lapis y Peridot acababan de dejar las ganancias de ese día en la base de Blue. Después de aquella tarde, su trato había sido frío. Una tortura.

Y sólo llevaban un par de días así.

—Oye, ¿quieres que te lleve a tu casa? —preguntó la rubia cerca de la puerta.

—No, gracias —dijo sin siquiera voltear, continuando con su camino.

—Pero es de noche ya, no me gustaría que te fueras sola.

—Sé cómo defenderme si algo llega a pasar, pero gracias de todos modos.

—Entonces llévate el auto —fue detrás de ella.

—¿Y en qué vas a regresar tú? No, insisto, así está bien.

—De acuerdo —suspiró—. Ten cuidado... —la miró caminando. Ella se dirigió al auto, subió y arrancó—. Desearía poder arreglar esto...

Extrañaba hablar con Lapis como siempre lo hacía, moría por abrazarla y besarla. O tan siquiera poder mirarla, pero ni eso podía hacer sin que doliera.

Era consciente de que la había engañado, aunque aún pensaba que tal vez así pudo haberla sacado de todo eso, de esa vida.

Ambas tenían que despejar su mente, y eso tomaría tiempo.

Claro que Peridot estaba dispuesta a esperar, el tiempo que fuera necesario.





____________________________________





Lapis despertó, comenzó a ver lo que le rodeaba. No tardó en percatarse de que no conocía el lugar, esas no eran las paredes de su habitación, esas no eran las sábanas de su cama. Y ni siquiera recordaba haber llegado a su casa, y mucho menos haberse quedado dormida.

Revisó su ropa, tenía lo mismo que el día anterior. Su blusa celeste y sus jeans rasgados, sus zapatos logró verlos frente a un clóset.

Pasó su mano por su frente y la retiró rápidamente, sintió un dolor, y una hinchazón.

—¿Ahora qué? —se quejó—. ¿En dónde rayos estoy?

Se levantó de la cama con algo de prisa, se mareó gracias a eso.

Esperó un poco junto a la cama, después caminó hasta llegar al marco de la puerta. Al fijarse por el pasillo, observó a una persona que parecía subir por unas escaleras.

Se miraron por escasos segundos, Lapis se desmayó y se golpeó con el piso.

El hombre corrió hacia ella, llevando una taza de café en la mano. Dejó la taza en el suelo y sin problema alguno tomó a la peliazul y la cargó, entró a la habitación y la recostó en la cama, acomodó unas almohadas y la dejó casi sentada.

Se retiró y regresó con un pequeño bote de alcohol y algodón, le dio a oler, por lo que la peliazul reaccionó empujándolo un poco.

Él regresó por su taza —Veo que no te alegró mucho mi presencia —sonrió.

Lapis dirigió su vista a él, dio un largo suspiro —¿Esta es tu casa, Jasper?

—Sí —bebió.

—¿Qué estoy haciendo aquí? pasó sus manos por su cabello.

—Ah, estás aquí porque te atropellé anoche.

—¡¿Qué?!

—Es broma —rió.

—No estoy para esas cosas.

—Okay, anoche que venía para acá pasé en mi camioneta por una calle solitaria y ví a una persona en el suelo, la observé bien y eras tú. Tenías un golpe en la cabeza y pensé en llevarte a un hospital, pero revisé bien y no parecía ser tan grave, así que te traje a mi casa.

Hazme sentir | LapidotDonde viven las historias. Descúbrelo ahora