La peliazul bajó del auto, se retiró los audífonos y los guardó junto con su teléfono en un bolsillo. Esta vez sólo habían guardias afuera del lugar de Blue Diamond.
Era extraño, pero eso quería decir que algo estaba pasando, probablemente nada bueno. Pasó al salón de los cuarzos, Lapis notó que la mayoría se encontraba con una gran seriedad reflejada, y eso no era normal.
—Skinny.
—Lapis.
—¿Qué pasó ahora?
—Descubrieron un cargamento, perdimos a cinco.
—¿Cargamento de nosotros?
—No, de Yellow Diamond.
—Rayos.
—Debe estar furiosa, no creo que tarde en llegar y reclamar. No creo que todos salgan vivos —intentó bromear.
—No creo que haga tanto alboroto con Blue —dijo Lapis.
—Sí, pero con nosotros es diferente —habló Carnelian.
—Sí... Y yo no quiero morir hoy —dijo la más delgada.
—Y, ¿cómo ocurrió?
—Cinco del beta transportaban el cargamento a otra ciudad, los tontos no tuvieron precaución y los emboscaron, sólo dos lograron huir.
—¿Otro grupo?
—No, los militares.
—Espero que no digan nada.
—No lo creo, definitivamente saben que estarían más que muertos.
—Y, ¿qué creen que hagan Yellow y Blue ahora?
—Yo supongo que detendrán todo —dijo Carnelian—. Al menos por unos días, porque seguramente están encima de la organización.
—Entonces, ¿será como un descanso?
—Mmm... No lo veo de esa manera —dijo Skinny.
—Requieren de su presencia, señorita Lapis —dijo Holly Blue.
—Claro, ya voy.
Caminó lo más rápido que pudo por los pasillos hasta llegar a la oficina de Blue Diamond. Tocó lentamente la puerta, y como siempre, Blue Pearl abrió.
Lapis la saludó, y al percatarse de que Yellow Pearl también estaba ahí, la saludó igual.
—Yo sé que estará de acuerdo —escuchó decir de su madre.
—Espero que funcione entonces—dijo Yellow Diamond.
—Funcionará.
—Hey.
—¿Ah?
—Lazuli —hizo una seña la rubia.
—Peridot, ¿qué haces aquí?
La de ojos verdes apuntó a las mujeres altas, Lapis las miró.
—Lapis —dijo su madre—. Debo comunicarte algo.
—¿Qué sucede?
—No sé si ya te enteraste del problema que hubo con un cargamento, pero...
—Sí —la interrumpió—. Sé lo que pasó.
—Bien, el hecho es que la incompetencia de los encargados de los cargamentos nos llevará al fracaso, y no podemos permitirlo.
Oh no, Lapis ya podía imaginarse lo siguiente que diría, y no era para nada agradable.
—Por ahora y hasta nuevo aviso, tú estarás a cargo de los cargamentos más importantes.
—Pero... ¿Qué hay de mi trabajo? ¿De lo que yo me encargo?
—Asignaré a alguien más.
—Y no estarás sola —habló Yellow—. Mi hija, Peridot, será tu compañera.
—¿Y yo para qué la quiero a ella?
—Wow, calma Lazuli —dijo la rubia acercándose—. Tampoco me agrada tanto la idea —miró a su madre.
—Peridot te ayudará con estrategias, la necesitarás.
—No —dijo Lapis—. ¿Por qué debo hacerlo yo?
—Porque sé que lo harás bien, y te estoy dando toda mi confianza —Blue puso su mano en el hombro de la peliazul—. Así que no te quejes más.
—Es momento de que me retire —dijo Yellow—. Peridot se quedará, Pearl vámonos.
—Sí.
La gran mujer se fue con su primogénita. Lapis salió enojada de la sala.
—¿Te molestaría seguirla?—dijo Blue—. Necesito que te organices con ella lo antes posible.
—Claro, no hay problema, la veré luego.
—Por supuesto.
Peridot se retiró, miró a ambos lados del pasillo en busca de Lazuli. No se veía.
Avanzó al lado derecho, preguntó en más de una ocasión por ella, la respuesta es que se había ido a la parte trasera del lugar. La rubia caminó hasta salir por la puerta trasera, observó a la peliazul sentada bajo un árbol. Se acercó a ella.
Lapis la miró.
—¿Qué se te ofrece?
—Debemos organizarnos.
—No, gracias.
—¿Cuál es el problema?
—Yo... no quiero hacer nada de esto ya...
—Vaya —la rubia se sentó junto a ella—. Lamento decirte que no tienes otra opción.
—He escuchado eso muchas veces.
—Yo también.
Lapis notó que la conversación se estaba tornando algo extraña, al menos para ella. Pero bueno, la rubia tenía razón, así que intentó resignarse.
—Entonces seremos compañeras —dijo la peliazul.
—Así es.
—Suena bien —intentó sonreír.
—Seguro.
—Recuerdo que fuiste más divertida en la fiesta —murmuró Lapis.
—Tú también —en su rostro se dibujó una pequeña sonrisa—. Hay que organizarse, o sí no nos matarán.
—Claro, pero... ¿tú tienes experiencia en esto?
—¿En qué?
—Trabajar en el exterior.
—No exactamente, en realidad yo me encargo más de crear estrategias, desarrollar armas, reparar objetos y asuntos similares.
—Oh...
—Pero, parece que me necesitas —sonrió.
—Eso creo, oye...
—¿Sí?
—Estoy cansada, ¿te importaría hablar mañana?
—Ah, no sé si...
—Por favor.
—Claro.
—Y te doy mi número para que sea más fácil comunicarnos.
—Ah, sí —la rubia sacó su teléfono y lo anotó.
—Nos vemos —Lapis se retiró.
La rubia se fue también, después de la peliazul.
La de ojos azules emprendió su viaje en auto. No había imaginado que llegaría a tener como compañera a Peridot, no imaginaba exactamente cómo sería convivir con ella.
Probablemente sería como con sus otros compañeros. Pero por ahora, lo que ocupaba más su mente era cambiar de trabajo; lo que más deseaba era alejarse de todo eso.
Ahora menos podría hacerlo.
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Hazme sentir | Lapidot
Fiksi PenggemarDespués de pasar por cosas terribles, ambas comienzan a conocerse aún viviendo en un desastre. Lapis y Peridot tendrán que aprender a ser sinceras y apoyarse en todo momento. En el amor no todo es felicidad, y menos en su situación.